Lo que hizo Isabel la Católica en secreto antes de firmar el viaje de Colón

Antes de que Colón recibiera el apoyo que necesitaba para llevar a cabo la expedición de sus sueños, entre el almirante y los Reyes Católicos hubo muchos encuentros y desencuentros. A pesar de que ambas partes coincidían en cuanto a sus intereses, muchas veces discrepaban en la forma y manera de actuar en la colonia. Hoy en día, los historiadores coinciden en que entre Colón e Isabel existió una cierta complicidad, ya que la reina sería la primera en encandilarse con Colón y sus prometedores planes.

La conexión entre Isabel la Católica y Cristóbal Colón

La historia tradicional sostiene que la reina Isabel fue el principal apoyo con el que contó Colón para poder poner en marcha su expedición. De acuerdo con los historiadores, no es difícil imaginar a la reina escuchando con asombro el relato de Colón sobre su emocionante travesía marítima, ya que seguramente gozaba de gran labia y un indudable atractivo personal.

A pesar de que los cronistas castellanos afirmaron que los dos reyes ayudaron a Colón por igual, López de Gómara advirtió lo siguiente: “sospecho que la reina favoreció más que el rey el descubrimiento de las Indias; y también porque no consentía pasar a ellas sino a castellanos”.

Por su parte, el cronista italiano Gerolamo Benzoni admitió que la reina Isabel fue la primera en quedar cautivada por Colón y la que se encargó de convencer a Fernando de tomar la iniciativa de ayudar al genovés. De hecho, se trató de una decisión muy personal para Isabel, pues, aunque la consensuó con Fernando, los expertos que la asesoraban estaban en contra del viaje de Colón, puesto que nunca se había intentado y parecía imposible de llevar a cabo.

Según los historiadores, Isabel esperaba que Colón llegase a China y a Japón, para así poder comerciar con productos como la porcelana y las especias, que eran la verdadera riqueza de aquella época. La expedición del genovés era el medio idóneo para obtener los recursos necesarios para llevar a cabo sus planes en Europa.

La intervención de la reina Isabel que cambió la historia

A finales de 1491, antes de lanzar el asalto a Granada, los reyes católicos se reunieron con Colón en Santa Fe y una vez más se rehusaron en garantizarle el apoyo a su empresa. Decepcionado, Colón decide viajar a Huelva al monasterio de la Rábida, donde es recibido por el fray Juan Pérez, quien ya lo había acogido anteriormente y que desde un principio había confiado en su plan.

Como un último intento, Pérez, quien había sido confesor, le pidió a la reina que se reuniera con él. La reina accedió y sostuvo una conversación secreta con el fray, la cual fue decisiva para que ella llamara nuevamente a Colón. En una nueva audiencia en Santa Fe, Colón logró convencer a los monarcas de que apoyaran su proyecto, el cual no era otro que hallar una ruta que conectase con Asia a través del océano.

No hay datos precisos sobre cómo se produjo este encuentro, pero la mayoría de los cronistas e historiadores creen que fue en ese momento cuando entre el navegante genovés y la Reina Católica se forjó una conexión que tendría un efecto trascendental en la hazaña del descubrimiento.

Las capitulaciones de Santa Fe y el éxito de Colón

Una vez que los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, los monarcas firmaron un documento (las Capitulaciones de Santa Fe) que recogía los acuerdos alcanzados con Cristóbal Colón relativos a su expedición. En dicho documento, redactado por el secretario Juan de Coloma, la Corona le otorga a Colón los títulos de almirante, virrey y gobernador general de todos los territorios que descubriera. También se le concedió un diezmo de todas las mercaderías que encontrara, ganara o estuvieran en los lugares conquistados.

Ocho meses después de la partida de Colón desde el puerto de Palos, los monarcas recibieron una carta del almirante genovés en la que les anunciaba su sensacional hazaña: había encontrado la ruta hacia las costas de Asia a través del océano. El éxito del viaje de 1492 le valió a Colón no sólo fama y una posición privilegiada, sino la entera confianza de la reina Isabel, quien siempre apostó por el genovés cuando nadie más lo hizo.

El 3 de agosto de 1492, al marino partió del puerto de Palos de la Frontera con tres embarcaciones: la Santa María, la Pinta y la Niña. El viaje culminó el 12 de octubre de 1492, cuando llegó a una de las islas del actual Caribe, creyendo haber llegado a Asia. Aunque Colón nunca supo que había descubierto un continente nuevo, su travesía cambió el curso de la historia mundial.

La importancia del patrocinio de Isabel

El apoyo de Isabel fue decisivo. Sin su respaldo, Colón difícilmente habría realizado su viaje. Ella arriesgó recursos económicos y prestigio político para financiar una expedición que muchos consideraban imposible. A cambio, los Reyes Católicos, especialmente Isabel, se aseguraron el control sobre los territorios descubiertos, como quedó estipulado en las Capitulaciones de Santa Fe, firmadas en abril de 1492.

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