La anécdota del primer viaje de Colón: mapas, sueños y dudas

La llegada del navegante, cartógrafo y almirante Cristóbal Colón (1451-1506) al continente americano sigue siendo, al día de hoy, una de las hazañas más trascendentales de la historia. La expedición de los Reyes Católicos de España, liderada por el navegante genovés, tenía como propósito cruzar el océano por occidente para llegar así a las Indias, evitando el saqueo y el cabotaje africano. El primer viaje de Colón por el océano Atlántico duró 58 días y estuvo lleno de anécdotas e historias curiosas.

Las anécdotas del primer viaje de Cristóbal Colón a América

El 3 de agosto de 1492, Colón y las tres carabelas zarparon desde Cabo de Palos (Huelva), pasando por las islas Canarias, en una nueva ruta por el Atlántico. La larga travesía terminó el 12 de octubre, cuando las embarcaciones llegaron a Guanahani, isla de las Bahamas, que Colón bautizó como El Salvador. A continuación, pasaron por La Española, actual República Dominicana, sin percatarse de que habían llegado a una tierra nueva y desconocida.

La idea de cruzar el Atlántico: mapas y cartas marítimas

Mucho antes de hacer su primer viaje, Colón tenía alrededor de seis años dándole vuelta a la idea de viajar a las Indias por una nueva ruta. Sin bien no era el único navegante que quería llegar al mismo destino por Oriente, la diferencia era que el genovés creía que debía atravesar el Atlántico.

Esta idea surgió después de navegar durante años por el Atlántico y estudiar los numerosos mapas y cartas marítimas que había heredado de su suegro, un antiguo gobernador de Porto Santo. Tras leer textos de otros viajeros como Marco Polo y aprender al detalle el mapa del matemático y marino Paolo dal Pozzo Toscanelli, Colón finalmente ideó su plan.

El primer viaje de Colón fue posible gracias a un fraile

Cuando Colón les presentó su proyecto a los Reyes Católicos a principios de 1486, los monarcas crearon una comisión de expertos para que determinara si la expedición era posible. Entre los matemáticos, cosmógrafos, astrónomos se encontraba el fraile Diego de Deza, quien fue, prácticamente, el único que creyó en la viabilidad del proyecto de Colón y que lo apoyó desde un principio.

En un primer momento, los Reyes decidieron rechazar la propuesta, pero el genovés no desistió de su idea de llegar a Asia desde Europa atravesando el Atlántico. Para lograr su causa se hizo amigo del fraile, quien realizó todas las gestiones para convencer a los monarcas.

No eran “tres carabelas” sino dos

Según los historiadores, las naves en las que Colón viajó al “Nuevo Mundo”, no eran precisamente tres carabelas. La «Santa María» era mucho más grande que las otras dos, por lo que no se trataba de una carabela sino una Nao. Esta embarcación pertenecía al cartógrafo Juan de la Cosa y según los estudios de Björ Landström, se convirtió en la nave más famosa del mundo después del Arca de Noé.

“La Niña”, que sí era una carabela, en realidad se llamaba Santa Clara, pero recibe este nombre por su propietario Juan Niño.

Colón no fue el primero en divisar tierra

Aunque la expedición estuvo liderada por Colón, no fue él, sino el marinero lepero Rodrigo de Triana quien divisó tierra por primera vez, desde la carabela de La Pinta. Este acontecimiento tan importante tuvo lugar dos meses y nueve días después de zarpar del Puerto de Palos. Mucho más tiempo del esperado…

Había mucha tripulación de origen árabe

Como se tenía previsto que el destino final del viaje eran las Indias, Colón llevaba en su tripulación intérpretes de árabe, arameo o tártaro, que no fueron de mucha utilidad, porque en América se hablaban otros idiomas.

Colón “engañaba” a la tripulación para que resistieran

Después de navegar por varios sin avistar tierra, los marineros y el resto de la tripulación no se tomaron bien el retraso de la llegada a tierra firme. Para calmar su mal humor y llenarlos de paciencia, Colón levaba una doble contabilidad de la distancia recorrida. Por ejemplo, si habían recorrido 31 leguas, les engañaba diciendo que habían navegado 23.

Sueños de grandeza y aventura

La figura de Colón es a menudo mitificada como la de un audaz explorador. Sin embargo, detrás de su determinación había sueños de grandeza que lo impulsaban. Aspiraba no solo a descubrir nuevas tierras, sino a obtener reconocimiento y riquezas que le otorgaran un lugar en la historia. Su sueño se convirtió en una obsesión; cada día de espera en los puertos de Palos de la Frontera y Cádiz era un día más en el que su visión chocaba con la dura realidad de la financiación y el apoyo que necesitaba.

Dudas en alta mar

A medida que la Santa María, la Pinta y la Niña surcaban las aguas del Atlántico, las dudas comenzaron a asomar. En medio de la vastedad del océano, Colón y su tripulación se enfrentaron a la incertidumbre y el miedo. ¿Realmente había tierra al otro lado del mar? ¿Y si nunca regresaban? Las noches en alta mar estaban llenas de murmullos sobre la posibilidad de haber emprendido un viaje hacia la muerte.

Las tensiones entre los marineros crecieron a medida que pasaban los días sin avistar tierra. La desconfianza y el miedo se convirtieron en compañeros de viaje, desafiando la determinación de Colón. Sin embargo, su capacidad de liderazgo y su fe en el objetivo que había trazado fueron claves para mantener la moral de la tripulación. Al final, el 12 de octubre de 1492, los sueños de Colón se materializaron cuando avistó las tierras de lo que hoy conocemos como América.

Lecturas recomendadas

Diario del primer viaje de Colón

Los viajes de Colón