Historia

Los arqueólogos no dan crédito: un estudiante descubre por accidente una antigua ciudad maya que llevaba siglos oculta

Ciudad maya
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Durante siglos, la selva tropical del sureste mexicano ocultó los vestigios de una gran ciudad prehispánica maya hasta que, por casualidad, Luke Auld-Thomas, un joven investigador británico que está haciendo un doctorado en arqueología mesoamericana se encontró con un informe olvidado en la página 16 de los resultados de una búsqueda en Google. A simple vista, el documento parecía rutinario: un estudio de cobertura vegetal realizado mediante tecnología LiDAR.

Sin embargo, entre las imágenes del terreno, se distinguían patrones demasiado regulares para ser formaciones naturales: líneas rectas, plataformas elevadas y estructuras simétricas que recordaban los planos urbanos mayas. Inmediatamente, se puso en contacto con la organización de monitoreo ambiental mexicana que había realizado el levantamiento. Juntos revisaron los datos originales y confirmaron la existencia una ciudad maya desconocida, escondida bajo la densa selva campechana.

‘Valeriana’: una ciudad maya perdida

Se encuentra en el estado de Campeche, en la selva tropical al sureste de México, cerca de una laguna de agua dulce del mismo nombre. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) mexicano indicó que está aproximadamente a 20 kilómetros al suroeste de la zona de Chactún-Tamchén.

La ciudad fue bautizada como Valeriana y, según los cálculos preliminares, se extiende sobre 16,6 kilómetros cuadrados y pudo albergar entre 30.000 y 50.000 habitantes entre los años 750 y 850 d.C., durante el periodo clásico maya.

Las imágenes revelaron la existencia de 6.764 edificaciones de distintos tamaños: templos piramidales, palacios, plataformas residenciales, plazas ceremoniales y una vasta red de calzadas que conectaban dos centros urbanos principales. Uno de ellos, según los arqueólogos, habría funcionado como núcleo político y religioso; el otro, como espacio administrativo y comercial.

La arqueóloga Adriana Velázquez Morlet, directora del Centro INAH en Campeche explicó que «la densidad de esta ciudad es comparable con la de otros lugares como Calakmul, Oxpemul y Becán».

Por su parte, Auld Tomas comentó a The Guardian que «durante mucho tiempo, nuestra muestra de la civilización maya abarcaba un par de cientos de kilómetros cuadrados en total. Esa muestra fue obtenida con mucho esfuerzo por los arqueólogos, que recorrieron minuciosamente cada metro cuadrado, cortando la vegetación con machetes, para ver si estaban parados sobre una pila de rocas que podría haber sido la casa de alguien hace 1.500 años».

El poder del LiDAR

«LiDAR es el acrónimo de Light Detection and Ranging, una técnica de teledetección activa que utiliza un sensor embarcado en diferentes tipos de plataformas que emite pulsos de luz ininterrumpidamente y capta sus retornos, también denominados ecos o rebotes. Midiendo el tiempo que tarda en regresar ese pulso de luz, se puede calcular la distancia recorrida y, de esa forma, obtener la información tridimensional de los elementos.

Una de las principales características de esta tecnología es que, en función de la frecuencia y la intensidad del pulso emitido, éste puede pasar a través de la vegetación y proporcionar información de la estructura arbórea (lo que se conoce habitualmente como capacidad de penetración). El pulso emitido, al llegar a la superficie, impacta una porción de terreno (huella). Todas las superficies reflectantes dentro de la huella del pulso generan una onda de retorno. El número de retornos dependerá del tipo de superficie», explica el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.

En arqueología, en apenas una década, el LiDAR ha permitido descubrir ciudades enteras en Guatemala, Belice, Honduras y el sur de México. En el caso de Valeriana, las imágenes muestran una planificación urbana avanzada, con calles orientadas de manera precisa, terrazas agrícolas y canales de drenaje.

El futuro de la exploración arqueológica

En las últimas dos décadas, la arqueología ha experimentado una gran transformación gracias tecnologías como el LiDAR, la fotogrametría y la inteligencia artificial. El caso de Valeriana es un ejemplo perfecto de cómo la innovación

Auld-Thomas, asegura que «mi trabajo sugiere que todavía hay muchos sitios de los que los arqueólogos no tienen idea». El uso de inteligencia artificial y aprendizaje automático está llevando esta revolución aún más lejos. Los algoritmos son capaces de procesar millones de puntos de datos y reconocer patrones arquitectónicos invisibles al ojo humano en tiempo real.

De cara al futuro, la exploración arqueológica se perfila como un campo cada vez más interdisciplinario. Ingenieros, biólogos, lingüistas y expertos en inteligencia artificial trabajan ahora junto a arqueólogos para reconstruir la historia humana con una riqueza de detalles nunca vista.

«Cada rayo de luz que atraviesa la selva no solo revela piedras antiguas, sino fragmentos de lo que fuimos y de lo que aún somos. La tecnología nos permite mirar donde antes sólo había sombra, pero la verdadera revelación está en comprender que esas ciudades perdidas no pertenecen al pasado, sino a una historia viva que todavía respira bajo nuestras raíces. Valeriana no es un hallazgo aislado: es un recordatorio de que la curiosidad humana sigue siendo la herramienta más poderosa para redescubrirnos a nosotros mismos», recuerdan los expertos.

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