50 años del último crimen cometido por ‘el Arropiero’
Muchos psiquiatras, criminólogos y penalistas de España se han interesado a lo largo de los años por la figura de Manuel Delgado Villegas, más conocido como ‘el Arropiero’. Villegas, considerado el mayor asesino en serie de todos los tiempos en España, cometió su último crimen y fue detenido el 18 de enero de 1971.
Acusado de estrangular a su novia con unos leotardos, después de mantener relaciones sexuales con ella, este sevillano nacido en 1943, tenía el cromosoma XYY, considerado el cromosoma de los asesinos o cromosoma Lombroso, confesó haber matado a más de 40 personas, de los que solo se pudieron comprobar 7.
¿Quién fue ‘el Arropiero’?
Manuel Delgado Villegas nacía el 25 de enero de 1943 fue un niño de clase humilde que jamás aprendió a leer ni escribir en el colegio, y en donde el maltrato formó parte de su día a día. El día de su nacimiento su madre murió, por lo que su hermana y él fueron criados por su abuela. Recibiría el apodo de ‘el Arropiero’ por su padre que trabajaba a vender arrope y él le ayudaba en su labor.
Años después de salir del colegio, Manuel Delgado ingresó en la legión donde aprendería técnicas de defensa y golpes mortales que luego emplearía para sus asesinatos. Después de salir de la legión estuvo viajando por España, Francia e Italia donde, según muchos investigadores, dejó un rastro de muertes a su paso.
Para costearse estos viajes, ‘el Arropiero’ comenzó a trabajar como chapero, ofreciendo su cuerpo a cambio de dinero, lo que le llevó también a ser adicto a los estupefacientes de la época. Además, confesó que donaba sangre constantemente para obtener dinero.
Esta niñez marcada por los maltratos, una sexualidad precoz y un alto conocimiento de técnicas de defensa, unidos a una personalidad psicótica desde su más pura infancia, convirtieron a Delgado en una bomba de relojería suelta por las calles en la década de los 60 y 70.
Crímenes horribles
La carrera criminal de ‘el Arropiero’ estuvo marcada por protagonizar una serie de asesinatos cruentos y llenos de violencia. En ellos imperaba la aleatoriedad y el impulso del momento sin tener una mínima conexión entre ellos.
Sus ataques dejaban a sus víctimas destrozadas, a veces los cadáveres eran irreconocibles, aunque seguía algunos patrones con los que se identificaría en la mayoría de sus crímenes.
En la legión aprendió la técnica del «tragantón» o «golpe del legionario», una técnica militar por la que, mediante un golpe certero en la garganta, dejaba a sus víctimas prácticamente inconscientes. Según las investigaciones, fue la fórmula más utilizada por ‘el Arropiero’ para comenzar sus asesinatos.
Después, la mayoría de sus víctimas eran mujeres. Estas, según el propio Delgado Villegas, le solicitaban favores sexuales y después él las mataba. Con gran brutalidad, sus víctimas acababan destrozadas lo que supondría una labor difícil para los investigadores a la hora de reconocer el cadáver.
Por último, otra de sus prácticas más habituales era la necrofilia lo que llevaron a los investigadores y psiquiatras que trabajaron en el caso y se han acercado a su historia, a considerarlo a la altura de otros asesinos históricos como Jack ‘el Destripador’, o El Estrangular de Boston.
Último crimen y confesión
El 18 de enero de 1971 ‘el Arropiero’ era detenido en Cádiz. La pista que llevó a la policía hasta el asesino fue la desaparición de una mujer, deficiente mental, y se sabía que era la pareja de Manuel Delgado. A pesar de que la policía no tenía ninguna sospecha de Delgado, lo descubrieron intentando escapar de Cádiz, donde fue detenido.
‘El Arropiero’ no tardó mucho en confesar su último crimen y llevó a los agentes hasta el cadáver. La mujer había sido estrangulada con sus propias medias mientras mantenían relaciones sexuales. Durante los tres días siguientes a su asesinato, Delgado también estuvo manteniendo relaciones sexuales con el cuerpo muerto.
Aquí se abrió una investigación donde los agentes fueron descubriendo todos los asesinatos que el propio Delgado se atribuiría en sus confesiones.
En su detención, 7 años después del que se supone fue su primer crimen, Delgado confesó que había cometido hasta 48 homicidios por toda Europa, aunque principalmente en España. Los investigadores solo pudieron probar 7 de estos crímenes, aunque en la policía consideró muy verosímiles que fuera el autor de otros 22 asesinatos.
La propia policía destacó en su informe que se trataba de «un peligro social en alto grado» y fue internado en un centro psiquiátrico, ya que la Audiencia Nacional optó por no juzgarlo ya que estaría en libertad en 15 años. Para esto prefirieron dejarle de por vida en una institución mental.
Cuando ya nadie se acordaba de él, y había cambiado su actitud que le había supuesto enfrentamientos con sus compañeros de reclusión, acabó sus días mendigando por las calles de Mataró y una afección pulmonar acabó con su vida el 2 de febrero de 1998. Pasó 26 años encerrado pero nadie le juzgó por sus crímenes.