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Sánchez pone la alfombra roja a Bolaños para ser su sucesor

Pedro Sánchez y Félix Bolaños
Pedro Sánchez y Félix Bolaños
Joan Guirado

Discreto, resolutivo y leal. El socialista de piedra picada que tiene a España, el Gobierno y el partido en su cabeza. La mano derecha de Pedro Sánchez en La Moncloa y a partir de ahora, también, en Ferraz. Nada pasa sin que él lo sepa y nada se hace sin que él lo autorice. Félix Bolaños, los ojos del presidente allá donde él no llega, apunta al relevo natural de Sánchez si este tiene que abandonar el poder de forma prematura en 2023.

El dirigente madrileño está llamado a ser, por ahora, lo que él quiera. Por ahora porque, con Carmen Calvo y José Luis Ábalos, ya se ha visto que nadie es intocable. Pero tras dos mandatos al frente del Gobierno, el presidente empieza a situar nombres en la línea sucesoria. Y Bolaños es el elegido si un mal resultado electoral le obligase a dimitir, según fuentes de su entorno.

El hombre que ha diseñado la estrategia del partido para los próximos diez años y tiene en sus manos el complejo Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, es el apagafuegos nato del presidente. Como en su día lo fue Ábalos. A este abogado del Estado, en Ferraz algunos ya lo llaman ‘Súper Bolaños’. El puente entre un partido y un Gobierno que hasta ahora se daban la espalda.

Es del PSOE de toda la vida, y aunque no es de los que hablan mucho como un político, cada vez marca más perfil propio arremetiendo sobre todo contra la oposición. Aunque con talante. De hecho en el Congreso la mayoría destaca su carácter negociador. Esta misma semana logró desbloquear con Teodoro García Egea la renovación de los principales órganos constitucionales. A él se le atribuye la exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos o los indultos del procés.

A Sánchez le gusta de él que tiene una respuesta para todo. Normalmente se ciñe a parámetros técnicos, algo del agrado del presidente porque puede dar la cara por lo que él no sabe y no le genera incendios. Más bien los apaga. Es su hombre a día de hoy. Y junto a la portavoz Isabel Rodríguez -llamada a sustituir a Emiliano García-Page- y Óscar López, el equipo A de Moncloa.

Con la remodelación del gabinete de julio su nombre era uno de los pocos que estaba claro que iba a ascender a un ministerio. Pero no se sabía a cuál. Para la mano derecha de Sánchez se barajó la repartidora de Transportes o el de Justicia en plena operación Cataluña. «Estas cosas ni se piden ni se pueden rechazar» dijo en su toma de posesión, en un clara alusión al que había sido su compañero de tropelías hasta entonces y en una demostración de lealtad absoluta al presidente.

Y es que mientras él no pedía nada, había otros que sí hablaban de cargos. Fue tras descartar la entrada de Iván Redondo en el gabinete ministerial, y confirmada la salida de Carmen Calvo, cuando su destino quedó fijado. El presidente le quería lo más cerca posible y con la capacidad de tocar todas las teclas posibles. Presidencia, sin duda, era el mejor lugar para imponerse ante sus socios y ministros con menos experiencia. Bolaños fue de los pocos en conocer los planes del jefe del Ejecutivo que, el 10 de julio, sorprendieron a toda España.

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