Sánchez ofrece a JxCAT un indulto a los golpistas tras las elecciones a cambio de rebajar la “tensión”

Sánchez sedición
Pedro Sánchez, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont.
Carlos Cuesta

Moncloa vuelve a poner encima de la mesa los temas más delicados con tal de reforzar su poder. En este caso, la negociación con los separatistas ha incorporado dos factores: el indulto y las elecciones catalanas. JxCAT ha recibido ya el mensaje. Y consiste en un pacto: tranquilidad y relajación de aquí a los comicios del 30 de mayo a cambio de excarcelación y perdón de los graves delitos cometidos tras la votación. El plan del Gobierno pretende dilatar y condicionar ese indulto -que está dispuesto a conceder- hasta pasadas las elecciones catalanas. Pero no quiere que los comicios se conviertan en un nuevo tobogán del separatismo más golpista: justo lo que conviene a Illa.

La propuesta ha salido ya de Moncloa y ha sido filtrada a JxCAT. Se convierte en poco menos que en un ‘si os portáis bien, habrá indulto’. Pero ese portarse bien implica, en el fondo, perder un arma electoral por parte de los hombres que siguen tutelados -al menos, en la distancia, por el prófugo golpista Carles Puigdemont.

El pacto consiste en firmar el indulto en caso de que las elecciones no se conviertan en el lanzamiento de un nuevo espíritu golpista: de un nuevo inicio en la agitación de las calles, los CDR y los desafíos al Gobierno central. Indulto a cambio de “rebajar la tensión”, tal y como se ha expresado a los separatistas.

De hecho, esa es la explicación al discurso de Pedro Sánchez lanzado una jornada después del día de los Inocentes. “Este Gobierno apuesta por el reencuentro”, afirmó el presidente. No dijo que apuesta por el perdón, algo que sería unilateral. Dijo que busca el “reencuentro”, lo que implica el movimiento de dos partes, el deseo de dos partes de rebajar la “tensión”: él y JxCAT. Porque ERC disfruta de otros foros de negociación propios para este tipo de cuestiones.

Tensar la cuerda

También por ese motivo ha cobrado tanta importancia la fecha definitiva de las elecciones, previstas inicialmente para el 14 de febrero y aplazadas al 30 de mayo, además, de por el intento del PSOE de aprovechar el efecto anuncio de Salvador Illa como candidato. Y es que una vez puesta la negociación del indulto encima de la mesa, el retraso de los comicios implica retrasar ese momento. Y eso puede tensar demasiado la cuerda de unos separatistas que dan ya por hecha la salida de sus compañeros delincuentes: de los golpistas del 1-O. Tanto en ERC como en JxCAT.

El Gobierno no tiene aún tomada la decisión final del indulto: acepta firmarlo, pero no a cambio de nada. Sabe que es una poderosa arma de negociación y los argumentos del Supremo y los fiscales no le importan demasiado. Por no decir que nada.

Por ello, la decisión final dependerá del comportamiento de JxCAT. Pero la elección es dura para los viejos convergentes hoy convertidos en golpistas. Y es que, si renuncian a su nuevo ADN poco les queda tras el evidente deterioro económico, social y hasta sanitario de Cataluña que han gestionado -y generado- en plena crisis y coronavirus. La inversión ha escapado de esta región por culpa de sus experimentos separatistas y, lo poco que quedaba de impulso y creación de riqueza, languidece entre un coronavirus rampante y unas restricciones inútiles que han laminado el turismo, la hostelería y la restauración.

Y todo ello, en un momento en el que las encuestas internas de JxCAT no coinciden con las que venden Illa y el PSC. Las de los convergentes apuntan a un nuevo Gobierno compartido de JxCAT con ERC.

Sánchez apela al «reencuentro»

Por todo ello, Pedro Sánchez, apeló al «reencuentro» el pasado 29 de diciembre al pronunciarse sobre la posible concesión del indulto por parte del Ministerio de Justicia a los presos golpistas del 1-O. No obstante, el jefe del Ejecutivo evitó referirse a si la medida de gracia llegaría al Consejo de Ministros antes de la celebración de las elecciones catalanas -ahora ya atrasadas-, como exigen sus socios de Podemos en el Gobierno de coalición, o después. Y es que esa es la clave: dar tiempo para sellar la condición. La exigencia de la “relajación de la tensión”.

En el marco de la comparecencia de balance anual protagonizada por Sánchez ese martes en La Moncloa y dentro del turno de preguntas de la prensa, enfatizó que el suyo es «un Gobierno que apuesta por el reencuentro, por la reconciliación y por la convivencia para superar episodios aciagos que nos sonrojan al conjunto del país», subrayó el líder socialista.

Además, en otro guiño a los separatistas, manifestó que «nadie está libre de culpa» y que «todos hemos cometido errores». Cabe recordar que el PSOE de Pedro Sánchez apoyó estando en la oposición la aplicación del artículo 155 en Cataluña tras el referéndum ilegal de octubre de 2017.

«Tenemos que aprender y mirar hacia adelante, a un espacio en el que nos podamos reencontrar. Y eso es lo que hará la sociedad catalana en las próximas elecciones», prosiguió Sánchez con un discurso en el más puro tono mitinero.

En este contexto, Sánchez también afirmó que su Gabinete «no ha ocultado sus intenciones desde el principio», insistiendo en su «clara apuesta» por la «reconciliación en Cataluña». En relación a la posibilidad de que el Gobierno desoiga los informes de los fiscales y del Tribunal Supremo a la hora de otorgar el indulto a los cabecillas del 1-O, como deslizó en la víspera su vicepresidenta primera, Carmen Calvo, el presidente escurrió el bulto y alegó que se trata de un procedimiento «reglado» y que él sólo se pronunciará cuando la propuesta llegue a la mesa del Consejo de Ministros, un «órgano colegiado», apostilló. «Ahí será cuando yo me pronuncie y plantee cuál es la posición que tengo como presidente y del conjunto del Gobierno», culminó.

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