Sánchez guillotinará esta semana a la jefa del CNI tras anunciar qué otros ministros fueron espiados

Fuentes gubernamentales señalan que Paz Esteban abandonará su cargo entre el miércoles y el jueves

No precisan si lo hará de forma obligada vía cese o a petición propia al presentar su dimisión -tras muchas presiones-

Sánchez quiere al general Ballesteros, jefe de Seguridad Nacional, como nuevo director del CNI

Pedro Sánchez y Paz Esteban.
Pedro Sánchez y Paz Esteban.
Joan Guirado

Paz Esteban acabará la semana fuera de la dirección del Centro Nacional de Inteligencia. La decisión está tomada -aunque se trabaja de forma discreta por varios motivos, bajo la supervisión única y casi reservada del presidente- y servirá para contentar a ERC bajo la excusa de tapar la evidencia de la brecha de seguridad «grave» que, un tercer país, a través del software Pegasus, ha provocado en la zona cero de la política española. Todo una vez se haga público, este martes, el informe de los teléfonos móviles de los ministros analizados.

Su caída, apuntan varias fuentes consultadas por este periódico, se producirá entre este miércoles y jueves, horas después de transmitir a la opinión pública el detalle de los exámenes forenses de los terminales que usan los ministros. Nadie confirma si será en forma de dimisión -como venía presionando Moncloa- o cese -a lo que se negaba la ministra de Defensa Margarita Robles, que defiende su labor y la de su equipo en ambos casos de espionaje-. Desde que estalló la polémica, hace una semana, Presidencia y Defensa se han acusado mutuamente de ser los últimos responsables de la seguridad de las comunicaciones entre miembros del Gobierno -que correspondría al ministro Félix Bolaños cuando era secretario general de Presidencia-. El secretario general Arturo Relanzón asumirá las funciones, una vez se publique en el BOE el cese, y hasta que se nombre un nuevo jefe -que Moncloa quiere sea el general Miguel Ángel Ballesteros-.

Fuentes gubernamentales confirman que el informe que se dará a conocer este martes, del análisis de los móviles protegidos por el Departamento de Seguridad Nacional, ampliará la lista de espiados. Y dejará patente «la gravedad de los hechos, incluso negligente» de sus responsables. Hasta ahora se denunció el espionaje a los teléfonos del presidente Pedro Sánchez y la titular de Defensa Margarita Robles.

Hace unos días este periódico ya avanzó que los investigadores también habrían hallado restos del software israelí Pegasus en el aparato que usa el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska y estas últimas horas apuntaban a que habría ocurrido lo mismo con el de la ministra de Hacienda y Función Pública María Jesús Montero. Dos exministros, la de Exteriores Arancha González Laya y el de Justicia Juan Carlos Campo, según se denunció en su día, también habrían sido objeto de algún tipo de espionaje.

Crisis profunda

La crisis, dado el gran volumen de datos obtenidos, es más profunda de lo que se preveía. Y pone al Gabinete de Pedro Sánchez en uno de los momentos más delicados de la legislatura. Hay peleas fuertes entre ministros del propio Partido Socialista, con «llamadas subidas de tono», que han obligado al presidente a intervenir para frenar «el espectáculo mediático para descargarse responsabilidades». Pese que tras una llamada de Robles a Bolaños esas pullitas se redujeron, la información que se puede conocer este martes, y la confirmación de la salida de Paz Esteban de la dirección del CNI -que cuenta con el respaldo de todos sus compañeros y la ministra- las pueden avivar. Además de dar más argumentos a sus socios podemitas y separatistas para cargar contra Robles.

La estrategia diseñada por Óscar López y Francesc Vallès, con el fin de minimizar el ruido del espionaje que denunciaron antes los líderes separatistas, para así acusar al Estado de hacerles seguimientos -que el propio CNI reconoció, con autorización judicial, y a personas muy concretas-, se ha convertido en un efecto boomerang contra el Gobierno al crear tensiones internas, siendo el primer Estado en hacer público el espionaje a sus dirigentes, -reconociendo así que fallaron sus sistemas de seguridad y prevención al más alto nivel- a pocas semanas de la celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid. Hasta ahora todos los países, cuando informaciones periodistas apuntaban al hackeo de los móviles de sus máximos representantes, negaban la mayor.

La cabeza de Robles

Para Podemos y Esquerra Republicana, los dos socios principales del PSOE, la salida de Paz Esteban -que tampoco convenció a los socialistas en su comparecencia en el Congreso del pasado jueves- no es suficiente. Apuntan a torres más altas y, en concreto, a la ministra de Defensa. Los dos partidos quieren que Sánchez sacrifique a una de sus colaboradoras más importantes y leales, clave para el buen funcionamiento de la cumbre de la OTAN y su propia proyección internacional, aunque no toda la responsabilidad fuera de su departamento según reconoció el propio ministro Bolaños cuando habló de «responsabilidades compartidas·».

Reunión con Aragonés

Tal como avanzó OKDIARIO en primicia el pasado viernes, mientras se producía una breve conversación informal de tres minutos en el saludo protocolario antes de unas jornadas económicas en Barcelona, Pedro Sánchez le confirmó a Pere Aragonés que se reuniría con él para tratar el asunto y salvar el apoyo del partido de Oriol Junqueras a la coalición y con ello la legislatura. El presidente catalán, en una entrevista radiofónica, avisó hace unos días que «las relaciones están rotas». Junqueras, a los suyos, habría llegado a transmitir que tras la confirmación del espionaje por parte de los socialistas y al no lograr grandes contrapartidas a cambio era mejor, a futuro, dejar que gobierne el PP -inhibiéndose en los juegos de mayoría- y así poder confrontar.

Fuentes gubernamentales sitúan el encuentro a finales de esta semana o principios de la que viene, el viernes o el lunes, con un Sánchez que acudirá al encuentro con la cabeza de la directora del CNI en una bandeja de plata para tratar de salvar el apoyo de Esquerra -aunque ya han manifestado que no les basta-. Está por ver si la reunión será en Barcelona, como quiere Aragonés, o en Madrid. El jefe del Ejecutivo también podría trasladar al presidente catalán su compromiso con desclasificar la información reservada, algo que corresponde al Consejo de Ministros y que deja al aire todo el trabajo minucioso y secreto de los servicios de Inteligencia españoles.

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