La Reina Sofía se cruzó con Corinna en su primera visita a Zarzuela y le dijo: «Sé quién eres»

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Manuel Cerdán

Corinna Sayn-Wittgenstein cuenta en uno de sus podcast cómo fue su primer encuentro con la entonces Reina Sofía en lo que significaba su primera visita al palacio de La Zarzuela en torno al año 2005. La princesa alemana, que entonces mantenía una relación sentimental con Juan Carlos I, se dejó convencer por éste para hacer un tour por la residencia de la Familia Real española, un palacio de gran valor histórico construido en el siglo XVII.

Según recuerda Corinna casi veinte años después, Juan Carlos I le aseguró que era imposible que se cruzara con su esposa, pero no ocurrió así: «Había oído sobre lo hostil que podía ser la Reina Sofía, a la que le obsesionaba que pudiera existir nuestra relación. Así que tenía bastante miedo de poner un pie en el palacio, a menos de que tuviera el cien por cien de seguridad de que durante mi visita no coincidiría con ella. También por respeto, porque lo último que quería era montar una escena», cuenta Corinna en el podcast Corinna y el Rey, producido por Project Brazen.

Juan Carlos I le aseguró a ella y a un amigo -director de orquesta-, que la acompañaba en la visita, que la Reina no estaba en Palacio y que tendría todas sus instalaciones a su disposición sin el riesgo a tener que afrontar un encuentro desagradable. «Así que acompañé a mi amigo e hicimos un tour por las salas oficiales de la planta baja del palacio», comenta Corinna.

Pero las palabras de Juan Carlos I no se ajustaron a la realidad, ya que,  mientras recorrían La Zarzuela se abrió una puerta y, de repente, la Reina Sofía irrumpió en la habitación. Juan Carlos I se quedó atónito. No sabía dónde esconderse mientras la mirada de doña Sofía sólo se dirigía a una joven rubia y despampanante. Corinna cuenta en el podcast qué sucedió a continuación: «Saludó al invitado y luego me señaló a mí y dijo algo así como: ‘Sé quién eres’. El Rey parecía completamente desconcertado e incapaz de responder a esta reacción de hostilidad que se estaba produciendo ante otras personas». Según Corinna, aquello resultó ser «una escena bastante vergonzosa para todos los que estábamos allí».

Aquella experiencia fue suficiente para que la entonces compañera sentimental del Rey, que seguía unido a su esposa doña Sofía aunque sólo por la apariencia social, se prometiera a sí misma que jamás pisaría el suelo de La Zarzuela para evitar un nuevo encuentro incómodo con la Reina Sofía.

Corinna cumplió su palabra de no pisar el palacio, construido por mandato de Felipe IV hace más de tres siglos, pero no pudo evitar otro encuentro fortuito con doña Sofía. Sucedió en un viaje en 2006 a Riad, la capital de Arabia Saudí, invitada por un consorcio de empresas españolas con la excusa de sus excelentes relaciones con los árabes y el propio Juan Carlos I.

La princesa alemana cuenta en otro podcast los motivos que la llevaron a realizar aquel viaje: «La prioridad de aquella visita era la firma de un contrato del proyecto conocido como Land Bridge Train Contract, a través de una constructora española llamada OHL -entonces propiedad de Juan Miguel Villar Mir-. La intención era que el proyecto fuera adjudicado a la propuesta española». De camino al aeropuerto de Madrid, Corinna recibió una noticia inquietante: la Reina Sofía había decidido a última hora acompañar a su esposo a Riad. «Creo que ella en el último minuto se dio cuenta de que yo formaba parte de la comitiva y decidió unirse al viaje», relata Corinna en el podcast.

Y como ambas viajaban en el mismo avión, Corinna decidió apartarse lo más posible de quien era su rival en asuntos de amores: «Me senté en la parte de atrás con otras personas de la delegación». Cuando llegaron a Riad, doña Sofía bajó del avión y caminó por la alfombra roja del brazo de su esposo, Juan Carlos I, flanqueados por una fila de guardias reales, hacia el príncipe Abdullah, que los esperaba en la pista.

Los saudíes, posiblemente conocedores de la incómoda situación, alojaron a Corinna en el hotel donde se hospedaban los empresarios españoles, mientras el resto de mujeres del séquito permanecían en otras instalaciones, quizás porque la princesa alemana hacía gala de su soltería. Por entonces, en Arabia Saudí una mujer no tenía libertad ni para pedir por su cuenta una simple Coca-Cola. «Los hombres de negocios se reían durante el viaje y me decían: `Vas a tener que ser muy amable con nosotros si quieres que te pidamos una Coca-Cola porque tenemos que pedirla por ti’».

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