Sánchez ordena a Lastra aumentar los ataques al PP para obligar a Casado a pactar o quedarse con Vox
El PSOE quiere premiar la actitud de Arrimadas visualizándola como la política útil ante el "frentismo" del PP
Sin mancharse las manos. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha ordenado a la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra, pasar a la acción y recrudecer las hostilidades contra el PP. Con una estrategia de guante blanco, en la que el Gobierno parezca que sigue tendiendo la mano, pero el partido cargue a diario contra el principal grupo de la oposición, Sánchez busca obligar al grupo de Pablo Casado a moverse y elegir estar al lado del Ejecutivo o de Vox.
En Ferraz y en Moncloa sentó mal el viernes que los diputados ‘populares’ no escenificasen la imagen de gran unidad que buscaba el Gobierno en la votación de las conclusiones de la comisión para la reconstrucción social y económica. Según fuentes socialistas, «el esfuerzo del partido y del Gobierno fue muy importante» para lograr ese acuerdo. Pero «el PP no estaba dispuesto a ello», añaden.
Ante unas semanas y unos meses que se prevén de gran actividad, donde en el Congreso de los Diputados se debatirán cuestiones de gran calado para el devenir más inmediato de nuestra economía, Sánchez quiere que las grandes decisiones que se vayan a tomar cuenten con el máximo respaldo posible de los 350 diputados de la Cámara baja. El propio presidente admitía hace unos días en una conversación informal con periodistas que «vendrán días agitados».
Uno de los ámbitos en los que Sánchez quiere lograr ese gran acuerdo es el económico. El jefe del Ejecutivo, auspiciado por la vicepresidenta económica y candidata a presidir el Eurogrupo, Nadia Calviño, asume que tarde o temprano tendrá que hacer algunos ajustes que generarán fricciones en el seno de la coalición socialcomunista. Cuando eso ocurra, afirman en su entorno, «es cuando necesitarán los grandes acuerdos».
De momento, el PSOE y Podemos se han conjurado para no hacer pagar el precio de la crisis a los más desfavorecidos. Según fuentes gubernamentales, «eso sería repetir los errores del pasado». Pero la opción de subir impuestos a los más ricos y a las sociedades, admiten en Moncloa, tiene un obstáculo importante: los beneficios de las compañías este año serán irrisorios.
«O los españoles o la ultraderecha»
El mensaje del PSOE contra el PP es claro y contundente: «O con los españoles o con la ultraderecha». De esta forma, Ferraz pretende que los de Pablo Casado tomen partido y se sitúen, bien al lado del Ejecutivo, ejerciendo de comparsa de los múltiples socios que ya tiene la coalición del PSOE y Podemos, o bien afile un poco más su discurso ideológico y se escore más hacia los postulados de Vox.
El objetivo de los socialistas pasa por desgastar todo lo posible a su principal rival a la hora de ocupar la presidencia del Gobierno. Con Ciudadanos cada vez más arrodillado a los intereses gubernamentales, convirtiéndose prácticamente en un nuevo socio, el PSOE quiere premiar la actitud de los de Inés Arrimadas visualizándoles como ejemplo de política útil ante el «frentismo» del PP.
Dividir al PP
La estrategia del equipo de Pedro Sánchez, además de desgastar electoralmente a los populares, pasa también por dividir a los de Casado. En el cuartel general del PSOE son conscientes de que en la actualidad hay varias almas en el seno de los populares y la intención de los socialistas es jugar con todas ellas para hacer variar las posiciones de la dirección de Génova en función de sus intereses.
Más allá de los contactos permanentes que hay entre el primer y el segundo partido del arco parlamentario, en manos de figuras de segundo nivel, la dirección del Partido Socialista habla también de forma asidua con algunos barones territoriales o grandes alcaldes de la formación azul. A través de sus propios barones, Sánchez, busca desestabilizar la paz interna que ha logrado Casado no sin dificultades.
Ocupar el centro
Obligar al PP a moverse implica también dejar vacío una gran parte del centro político que Ciudadanos es incapaz de rentabilizar. Y al PSOE eso no se le escapa. Mantener la Moncloa pasa por ser capaz de movilizar ese electorado volátil, que normalmente se apunta al carro ganador, de forma que permita mantener la distancia entre el primer y el segundo partido, clave a la hora de conformar mayorías.
Aunque en el complejo presidencial se niegan a hablar de elecciones a corto plazo, («la legislatura durará cuatro años» espetaba este jueves Pedro Sánchez), lo cierto es que en la sala de máquinas de la Presidencia y en la de Ferraz se hacen números de forma permanente. Mantener la tensión para desgastar a los populares, dicen, es clave para lograr sus intereses a medio y largo plazo.