El ocaso de los ideólogos del 15M, siete años después

15M
Fernando Urruticoechea Basozabal en el programa Salvados

Fernando Urruticoechea Basozabal fue uno de esos ideólogos surgidos del impulso crítico del movimiento 15 M, hace ya siete años, en lo más crudo de la crisis económica. Quiso convertirse en el gran azote de la corrupción municipal aprovechando su posición y conocimientos como funcionario del cuerpo de Interventores Tesoreros de la Administración Local. Llegó a labrarse una reputación mediática como derrocador de alcaldes.

Hoy languidece en un pueblo murciano, esperando la jubilación, después de que todo ese esfuerzo por inventarse un relato de gran inquisidor contra corruptos haya quedado en nada, tras centenares de denuncias que ha ido directamente a la papelera. En los últimos años ha pasado por ocho ayuntamientos diferentes (Galdácano, Ermúa, Leganés, Castro Urdiales, Laredo, Crevillente, Orihuela y Torre Pacheco) y el recuerdo que queda de él es su enfermiza obsesión por paralizar el funcionamiento de los consistorios persiguiendo de firma convulsiva a supuestos corruptos.

Los veía por todas partes, en cualquier contrato municipal, en cualquier concurso de obras, en cualquier factura pagada por un ayuntamiento. De todos los consistorios fue prácticamente expulsado al haberse convertido en el factor determinante de la parálisis de la administración del municipio.

En 2013 saltó a la popularidad mediática de la mano de Jordi Évole y su programa Salvados erigiéndose como el interventor derroca alcaldes. De hecho, su máxima aspiración responde a conseguir sostener sus teorías ideológicas con la construcción de un relato sesgado que refuerce su posicionamiento político gestado en el 15 M.

Su trayectoria está llena de grandes titulares denunciando casos de corrupción municipal que han sido desestimados por los tribunales en su mayor parte. Toda esta popularidad le llevó a realizar auténticas giras por diferentes municipios españoles para hablar de corrupción municipal. Ha dado conferencias y charlas por todo el territorio nacional, adecuadamente jaleado por todo el entorno de comunicación de redes sociales ligado al 15M y simpatizantes.

Esta frenética actividad mediática provocó que le abrieran un expediente en el mismo Ayuntamiento de Orihuela por desatender sus obligaciones como interventor. El propio alcalde de la población afirmó que el interventor sólo trabajó 41 días a los largo de todo el ejercicio de 2015. Por su absentismo laboral y dedicación plena a su cruzada particular, el Ayuntamiento no pudo cerrar y presentar sus cuentas anuales; la elaboración de su plan económico quedó paralizada, así como la resolución demás de 500 expedientes que afectaban a la vida de cientos de vecinos.

Esa no fue la única vez que se pudo en evidencia su absentismo y abandono de sus obligaciones profesionales. En 2003, el pleno municipal de Castro Urdiales (Cantabria) aprobó una propuesta para separarle del servicio por cometer faltas muy graves en el desempeño de sus funciones. Durante su gestión sus informes denunciaron 160 imputaciones, pero sólo hubo 8 condenados.

El interventor ha intentado sacar tajada personal a su situación. Se presenta públicamente como víctima de mobbing a causa de sus denuncias por corrupción y legó a pedir una indemnización de 226.000 € por acoso laboral. El TSJ de Cantabria desestimó el recurso. Cada vez que es expulsado de un ayuntamiento monta una campaña de denuncia hablando de presiones insufribles por parte de la corporación para hacerle callar.

Su ineficiencia como funcionario municipal corre pareja a la proyección pública que alimenta como héroe anticorrupción en múltiples medios del entorno del 15 M. Esa imagen de perseguidor de corruptos en pura irrealidad. Su historia revela una riada constante de denuncias y de desestimaciones y archivo de las mismas por todas las instancias judiciales en las que ha intentado que prosperen. Hoy, olvidado en un pueblo de Murcia, se le recuerda ya por la montaña de denuncias falsas que acumula y como a un fracasado por los desengaños que generó entre todos lo que un día le subieron a los altares ideológicos de lo que se soñaba era una nueva política.

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