Una mujer con niqab en Lavapiés: «Voy cubierta porque sólo mi marido puede ver mi cabello»
Lavapiés, barrio madrileño convertido desde hace años en símbolo del falso multiculturalismo promovido por la izquierda, vuelve a mostrar su cara más cruda: la implantación de costumbres que chocan frontalmente con los valores occidentales. En un reportaje de OKDIARIO grabado en plena calle, una mujer musulmana residente en la zona deja una frase que resume esa realidad: «Vamos cubiertas para que otros hombres no puedan ver nuestro pelo».
La mujer, completamente tapada salvo los ojos, explica que sólo su marido puede verla sin cubrir y que ningún otro hombre debe ver su rostro ni su cabello: «No veo a otro hombre, mi cara no puede verla otro hombre», insiste. Al preguntarle si le parece bien que su esposo sea quien imponga esa norma, responde simplemente: «Sí».
La escena provoca un debate inmediato con los vecinos que acompañan al equipo de Vox, quienes recuerdan que España es un país donde la igualdad entre hombres y mujeres debería ser irrenunciable. Una vecina plantea una reflexión inquietante: «Cuando sean mayoría las que vayamos sin velo, ¿qué va a pasar con nosotras?». La preocupación es compartida: vecinos de toda la vida que se sienten extranjeros en su propio barrio, mujeres que evitan salir de noche y comerciantes que prefieren no hablar por miedo.
La diputada Isabel Moñino, presente en el reportaje, subraya que lo preocupante no es sólo la presencia de tradiciones incompatibles con la igualdad, sino la presión social que se vive en el barrio. Según explica, muchas mujeres no pueden pasear libremente a ciertas horas y los portales se encuentran ocupados por grupos que los convierten en espacios vetados para las vecinas. «Conforme se cae la luz, no hay ninguna mujer que pueda estar aquí. Aquí solo pueden estar los hombres», denuncia un vecino.
La misma vecina pregunta: «¿Esto qué es? ¿Qué igualdad es esta?», recordando que los españoles que han vivido allí toda la vida sienten que sus derechos se diluyen ante la imposición social de comunidades cerradas. Lavapiés vuelve así a quedar retratado como el mejor ejemplo de un fracaso multicultural difícil ya de disimular.
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