Reforma de la sedición

Moncloa ocultó a Bolaños que Sánchez había pactado con ERC reformar la sedición de inmediato

María Jesús Montero intercambió con ERC los Presupuestos por acercamiento de golpistas

Sánchez miente: borró la sedición de su plan legislativo para 2022 por no ser «prioritaria»

Félix Bolaños (Foto: EP).
Félix Bolaños (Foto: EP).
Joan Guirado

El ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, aseguró en distintas ocasiones a su interlocutor del PP, Esteban González Pons, que no habría reforma del delito de sedición esta legislatura. En privado, el dirigente socialista decía lo mismo que el presidente del Gobierno en público cuando afirmaba que «no hay mayoría para hacerla». Defendía lo mismo desde el mes de enero.

Pero mientras Bolaños negociaba con el PP la renovación del órgano de los jueces, en otro despacho del Congreso, la número dos del PSOE, María Jesús Montero, intercambiaba los Presupuestos Generales del Estado por la rebaja del delito de sedición. Con el respaldo de Pedro Sánchez y a escondidas del propio Bolaños. Todo saltó por los aires el jueves.

El doble juego que estaba protagonizando Sánchez, pactando por un lado con el PP y por otro con ERC, ha dinamitado cualquier opción de renovar el Consejo General del Poder Judicial de forma inminente. Así lo reconocen fuentes cercanas a Bolaños que, «en cierta manera», entienden «el enfado» de los populares.

La promesa en el Parlamento de la ministra de Hacienda a ERC para agradecer su posición respecto a las cuentas públicas, ha dejado al descubierto el filibusterismo político de una parte de los socialistas y ha obligado al PP a suspender las conversaciones con el principal partido del Parlamento. Pese a los intentos del ministro para reconducir una situación que incluso para él fue sorpresa.

Y es que Bolaños no sabía nada de que para frenar la enmienda a la totalidad de los Presupuestos, que sopesaba presentar ERC, Moncloa se había comprometido a desempolvar la reforma del delito de sedición. Y a tramitarla, según reconoció el propio Sánchez en una conversación con periodistas en Sudáfrica, «cuanto antes». Hasta este jueves la reforma del delito de sedición no formaba parte públicamente de la agenda legislativa.

La patinada de Montero, intencionada o no, ha evidenciado que la reforma estaba ya sobre la mesa del Gobierno y de ERC mientras Bolaños se lo negaba al PP desde una semana antes de estallar todo. Concretamente desde la madrugada del jueves al viernes de la semana pasada. Al término del plazo para la presentación de enmiendas a la totalidad a las cuentas. El cambio de posición de los separatistas, que hasta entonces únicamente aceptaban la eliminación del delito, facilitó las cosas.

Moncloa y Ferraz volvieron a asumir, priorizar y defender, en ese intento de quedar ante la historia como los que dieron solución a la crisis catalana, una reforma legislativa que hace más de un año habían guardado en el cajón por las divergencias internas que provocará con los barones. Hasta el punto de anteponer la reforma del delito de sedición, a un acuerdo para renovar el CGPJ que está pendiente de renovación desde hace cuatro años.

Tras las palabras de Montero, que ella mismo intentó minimizar después de una llamada «subida de tono», con reproches e incluso gritos de Bolaños -por exigencia de González Pons-, al PSOE sólo le quedaba negar su compromiso de reformar el delito -justo antes de la votación de las enmiendas, lo que podría haber provocado un cambio del voto de ERC- o aceptarlo y esperar a que no tuviera consecuencias en las negociaciones con el PP. Optaron por lo segundo.

Desde Pretoria (Sudáfrica), el jefe del Ejecutivo conversó con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Tras una hora de llamada, en la que constató que los populares no tragarían con el engaño que les estaba preparando, decidió cumplir con sus socios antes que con la Constitución. Pese a su discurso de tachar al Partido Popular de situarse al margen de la Carta Magna.

Este sería el resumen de una mañana, la de este jueves, frenética en el Partido Socialista y en La Moncloa. Con Sánchez en África, Montero en el Congreso de los Diputados, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en su despacho y el vicesecretario del PP, Esteban González Pons, poniendo orden en unas filas socialistas que ya están más en la lucha de poder interno con la mirada puesta en el reemplazo de Sánchez que en gobernar el país.

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