ENTREVISTA AL PORTAVOZ ECONÓMICO PARLAMENTARIO DEL PP

Mario Garcés: «La izquierda española hoy abraza sin ambages sentimientos totalitarios»

“La Convención Nacional debe servir para que los españoles conozcan la alternativa incontestable del PP”

Mario Garcés
Mario Garcés.

Mario Garcés Sanagustín (Jaca, 1967) es Interventor y Auditor del Estado, e Inspector de Hacienda. Consejero de Economía en el gobierno de Aragón y ex Secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad. Escritor prolífico, a fuer de liberal, es uno de los intelectuales y estrategas de cabecera del actual Partido Popular del que ejerce como portavoz económico en el Congreso de los Diputados.

-¿Cuál es el objetivo básico de la próxima Convención Nacional?

-La convención es una oportunidad única para dar a conocer que la alternativa del Partido Popular para gobernar España es una realidad incontestable. Una realidad basada en el diálogo abierto y dinámico con una sociedad civil que pide urgentemente un cambio de rumbo para dotar de seguridad y estabilidad política e institucional a un país como el nuestro que se diluye, por obra y gracia del Gobierno de Sánchez, en dudas existenciales sobre su propia razón de ser como nación y en el estatismo como forma de acción política. Una realidad basada en la demostración de que el Partido Popular tiene músculo intelectual pero también alma nacional sin complejos, a diferencia de todos los complejos que destila la izquierda española del siglo XXI. Una realidad basada también en la unidad de un proyecto en la que nadie sobra y en el que se deben potenciar nuestras fortalezas, que son muchas y variadas.

-¿Dónde está escrito que el centro-derecha, después de más de 40 años de democracia y tras la caída del Muro de Berlín esté en situación de inferioridad moral frente a la izquierda?

-Hay que reconocer que la izquierda española elaboró una narrativa épica de la transición en la que se arrogó las virtudes constitucionales, pretendiendo endosar a la derecha todos los estigmas del tardofranquismo. Imagínese, desde mi posición de humanista y liberal, cómo juzgo esta polarización capciosa de la realidad. Esa izquierda precisamente que patrimonializó esos valores indebidamente en el momento inaugural de nuestra democracia, ahora yace en la cenizas de sus acuerdos con los mismos que quieren romper el pacto constituyente. Ni la cultura ni los valores democráticos son valores privativos de la izquierda, y menos de una izquierda presente que juega sin ambages a alcanzar acuerdos con formaciones que abrazan sentimientos de pertenencia a ideologías totalitarias. Además, la izquierda jugó y juega a colectivizar a las personas en la cultura del rebaño y del gregarismo, abocando al hombre libre a un ser cautivo de cada grupo. Esa querencia segregacionista y colectivista comienza afortunadamente a agotarse para el bien común de este país.

-¿Cómo levantar España de la postración económica en la que se encuentra?

-En primer lugar, mediante la eliminación de las amenazas que, sobre la estabilidad económica y social, se ciernen en España. Los continuos ataques a la propiedad privada, tanto por iniciativas como por discursos inaceptables en una democracia liberal, el constante deterioro de las instituciones a consecuencia de los intentos de colonización de la izquierda de las autoridades independientes y del resto de poderes del Estado, y la inestabilidad e inseguridad jurídica son el caldo de cultivo para desincentivar las inversiones en España. Y, sobre todo, virar la política económica hacia un modelo competitivo que devuelva la fuerza y la confianza a la sociedad que quiere emprender. Lamentablemente el modelo socialista de desequilibrios estructurales (déficit, deuda pública), de incremento compulsivo de impuestos como muestra irrefutable de su ideología fiscal, de trabas administrativas que evitan las ventajas de la unidad de mercado, es un modelo contraproducente y contrario a la lógica económica en el resto de Europa. Nuestro modelo es evidentemente el contrario: corrección de los desequilibrios mediante una política presupuestaria eficiente, la reducción de la presión fiscal, el avance hacia una Administración moderna que remueva obstáculos y permita el desarrollo de la actividad económica.

-¿Principales “inputs” del equipo Casado durante estos tres años?

-He vivido este proceso prácticamente desde el primer minuto con Pablo Casado y mantengo la afirmación de que la situación ha mejorado notablemente. No me gusta formular juicios de parte ni caer en la tentación del gregarismo, ni llenar páginas con discursos de argumentario. En mi opinión, y después de tres años, el Partido Popular se ha consolidado como una opción de gobierno. Creo, además, que si en la etapa posterior a las primarias se consiguió restañar una gran parte de las diferencias, deberíamos seguir por esa senda, dejando atrás las miserias antropológicas de las filias y de las fobias. Hoy tenemos un gran poder territorial en Comunidades Autónomas y en Entidades Locales, tenemos líderes políticos que son referentes en su forma de hacer política no solo en su territorio sino también fuera de él, y, sobre todo, ocupamos un espacio político en el que nadie cuestiona nuestra capacidad y nuestro dominio. Soy perfeccionista y siempre me gusta mejorar. Tenemos margen para hacerlo, pero con la confianza de que hemos sentado las bases de un proyecto que trasciende las barreras del partido y que tiene a España como objetivo de transformación y modernización.

-¿Por qué cree usted, si lo cree, que el pueblo español mandará a la cola del paro al actual Gobierno?

-Porque el Gobierno ha enviado a la cola del paro a una gran parte de la sociedad española. Cuando decía Sánchez que no dejaría nunca a nadie atrás, llevaba razón porque España era el último país de Europa. Por una vez, no faltó a la verdad. Sánchez tiene un doble enemigo: él mismo y sus socios. La fórmula de la personalidad duplicada ya se ha agotado. La confusión lacerante del socialismo moderno de confundir lo verídico y lo fraudulento ha perdido razón de ser y ya no engaña prácticamente a nadie. Sánchez y parte de su Gobierno cabalgaron durante un tiempo sobre el tigre de la mentira como fuente de legitimación política, insultando la inteligencia de la sociedad española y tratándola con una condescendencia infantil inaceptable. No se puede tratar a los españoles como personas iletradas y sin conocimiento crítico. La respuesta era previsible que se produjera y se ha producido de una manera irreversible y contundente.

Los dos errores de Sánchez

-¿Cuál es, su opinión, el principal error Sánchez a lo largo ya de tres años en el poder?

-Siendo un error en sí mismo, creo que Sánchez ha cometido dos errores imperdonables incluso para un jugador como él. El primero, pensar que tenía un control de las relaciones con sus socios comunistas e independentistas que no le iba a erosionar políticamente. Una vez más, Sánchez ha sido presa de su adanismo y, finalmente, una gran parte de la sociedad española ha acabado comprendiendo que no se puede dormir todas las noches en brazos de los enemigos de España, porque, entre otras cosas, te acabas convirtiendo en uno de ellos, por mera interacción y cesión. Y el segundo, cometiendo un error de repetidor, intentar tomar la Comunidad de Madrid desde la Moncloa. Es un error recurrente del PSOE que ya intentaron con Esperanza Aguirre y con Cristina Cifuentes. Ahora ha sido Isabel Díaz Ayuso. Lo que debería hacer el PSOE, ya fagocitado por el PSC, es intentar volver a reconstituir un PSM que no hay por donde cogerlo. En cambio, piensan que desde Moncloa se puede tomar al asalto político la Comunidad de Madrid. Si un Presidente del Gobierno se enfrenta directa e indirectamente contra un líder territorial como lo hizo Sánchez, y pierde, está muerto políticamente.

-Los españoles siempre llaman al Partido Popular cuando se encuentra en la ruina?

-Invirtiendo la pregunta, el Partido Popular debería convertirse en referente también cuando la situación económica y social ha revertido y es favorable. No podemos ser únicamente la fórmula salvadora en etapas de crisis sino que debemos presentarnos como una fuerza política que de continuidad a un proyecto, que es vínculo nacional, que se llama España. Y no solamente en las duras sino también en las maduras, porque España no se puede convertir nuevamente en una noria desbocada. Hemos sido la formación política que ha restituido a España a una posición de solvencia económica y financiera, pero tenemos que convencer a los españoles que no se debe convertir en rutinaria dialéctica PSOE-ruina/PP-progreso. Imagínese que sería de España de no haber interrumpido su desarrollo económico y social en los ciclos de gobierno socIalista. Hoy tendríamos indicadores de riqueza muy altos y, sobre todo, seríamos paradigma de continuidad y predecibilidad.

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