Los informes psiquiátricos del asesino de Lardero descartaron la locura: sabe lo que hace cuando mata
Una de las primeras decisiones tras ingresar en prisión que ha tomado Francisco Javier Almeida, presunto asesino del niño Álex de 9 años en Lardero (La Rioja), ha sido la de solicitar la atención de un sacerdote. La Guardia Civil sospecha que intentará organizar su defensa en torno a una supuesta afección psiquiátrica. Pero los peritos médicos que le entrevistaron tras el crimen de la inmobiliaria de Logroño, por el que cumplía 30 años de condena antes de salir libre, fueron contundentes tras su entrevista: descartaron «terminantemente» rastros de locura ni de trastornos psiquiátricos relacionados con la conducta sexual. Sabía perfectamente lo que hacía cuando violó y mató a su primera víctima.
Francisco Javier ya está preparando su defensa. Eso entienden fuentes próximas a la investigación, tras conocer que el presunto asesino de Álex había solicitado entrevistarse con el cura del Centro Penitenciario de Logroño donde fue enviado el pasado domingo después de que el juez decretase prisión incondicional.
Ese movimiento ha dado pistas a los agentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial que siguen minuciosamente todas las pistas del crimen de Lardero. Sospechan que ya ha iniciado su estrategia: poner sobre la mesa la falta de capacidad volitiva y discernimiento al cometer, presuntamente, el asesinato de Álex. Saben que ya lo intentó hace dos décadas, cuando fue juzgado por la violación y muerte tras 17 puñaladas de una joven trabajadora de una inmobiliaria de Logroño, a la que condujo mediante embustes a un piso bajo el pretexto de una inexistente intención de adquirirlo.
Allí, como describe la sentencia judicial por la que fue condenado y los informes periciales incorporados a la causa, dio rienda suelta a un macabro ritual de extrema crudeza y violencia. Cortes en los pechos con un cuchillo, mordiscos en los labios que produjeron hemorragias y hasta 17 puñaladas. Una certera en el corazón. No hubo penetración, pero los forenses acreditaron que se masturbó antes, durante y después del fallecimiento de la joven.
Sin signos de locura
Esa extrema crueldad desplegada por el asesino sorprendió incluso a los peritos psiquiátricos y médicos forenses que participaron en el juicio y se entrevistaron en varias ocasiones con Francisco Javier. Su defensa había presentado alegaciones para que constara la atenuante de anomalías psíquicas y existencia de una «parafilia», entendida como comportamientos sexuales en los que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula.
Tras estudiar detenidamente a Francisco Javier, los peritos no hallaron ningún signo de enfermedad mental, psicopatía, alteración de la percepción o la realidad. No había locura: hizo lo que hizo de forma consciente y premeditada.
«No puede acogerse el alegato esgrimido porque no existe prueba alguna que sustente esta afirmación de la defensa, y en la prueba pericial practicada por los médicos-forenses y el perito psiquiatra interviniente, tras un estudio de la personalidad del acusado, excluyen terminantemente que sufra cualquier alteración psíquica que limite su capacidad volitiva y de discernimiento, descartándose que ofrezca cualquier parafilia», explicaron los magistrados de la Sala de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja en su sentencia al descartar la presencia de esas atenuantes por supuesta locura.
Esa presunta afección psiquiátrica que ahora los investigadores creen que va a desempolvar Francisco Javier es incompatible, por ejemplo, con la preparación y alevosía con la que sospechan que ejecutó el rapto y asesinato de Álex en Lardero. Las pesquisas apuntan a que se mudó a propósito a una zona residencial tranquila, de clase media acomodada, con abundantes familias jóvenes y frente a un colegio y un parque. Sospechan que lo hizo, tal y como ha informado OKDIARIO, con la intención de cometer un ataque.
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