Moción de censura a Rajoy

El Gobierno ya admite que la censura puede triunfar mientras el PNV deja la última palabra en manos de Urkullu

PNV-Presupuestos
Los dirigentes del PNV Íñigo Urkullu y Andoni Ortuzar (Foto: Getty).
Carlos Cuesta

El Gobierno ya admite que la moción de censura a Mariano Rajoy presentada por Pedro Sánchez puede prosperar, mientras el PNV deja la última palabra sobre el apoyo a la misma en manos de Íñigo Urkullu.

El temor se ha instalado en el Ejecutivo a causa del posicionamiento del PSOE. Y es que, tras un primer discurso de Pedro Sánchez en el que aseguró que su mandato sería constitucionalista en caso de triunfar su moción de censura, partidos como el PNV han recibido ya una oferta de Sánchez que incluye, entre otras cosas, el desarrollo de un estatuto que incluya avances soberanistas. La oferta se completa con nuevas competencias –donde estaría el control de la política penitenciaria en su territorio– y con el acercamiento de los presos etarras.

Desde el Gobierno temen que ese ofrecimiento, adaptado a cada territorio, pueda ser aceptado por PDeCAT y por ERC. Porque, evidentemente en Cataluña, el PSOE ya ha aceptado en diversas ocasiones la mejora de su financiación e, incluso “el reconocimiento de la realidad nacional de Cataluña”, como se negoció en la Declaración de Barcelona de 2017.

Este tipo de ofertas, de hecho, han provocado ya una fisura en la postura mantenida hasta el momento por parte de los nacionalistas vascos de no respaldar la moción de censura del PSOE. Y es que el sector duro encabezado por Joseba Eguibar nunca ha querido seguir respaldando a Rajoy y, menos aún lo hará, con esta oferta encima de la mesa.

Urkullu decide

Por su parte, el PNV, ha tomado ya la decisión, tras discutir con todos los sectores, de trasladar su última palabra con respecto a la moción a la figura de Íñigo Urkullu. El lendakari tomará, así, la decisión final, bajo la asesoría de Andoni Ortuzar, el hombre que negoció los recientes Presupuestos con el Gobierno y que es uno de los más cercanos al Ejecutivo de Rajoy. Ambos perfiles del PNV no corresponden al sector duro, pese a lo cual, desde el Gobierno admiten el temor a que acaben doblegándose a la presión de las bases separatistas.

En el PNV evalúan distintos factores. El primero es su nulo deseo de ayudar a Pedro Sánchez a escalar a La Moncloa de la mano de Podemos. La formación jeltzale basa su diferenciación de los proetarras de Bildu y Podemos en mantener un ritmo de crecimiento y de programa económico que deje claro que ellos sí se preocupan por el avance de las empresas y la economía en general. Ortuzar sostiene que una entrada de PSOE en el poder, condicionado por Podemos, supondría un golpe a ese desarrollo de tal forma que la posibilidad de diferenciarse de Bildu se diluiría en esta materia.

Pero en el PNV también son conscientes de que la oferta del PSOE, que ha planteado el traslado de los presos etarras a las cárceles vascas, la ampliación de las competencias de autogobierno y el reconocimiento de un Estatuto Vasco con claros tintes soberanistas, con todo ello, supone un plato difícil de rechazar por las bases del PNV.

La tensión crece por momentos. Y en el Gobierno lo admiten. Porque, lo cierto es que el PSOE ha subido el precio de la oferta y está dispuesto ya a aceptar condicionantes nacionalistas que harán más difícil el rechazo a la moción por parte de todo el espectro soberanista.

En PNV, por su parte, quieren esperar también a tener en la mesa la postura oficial del PDeCAT. Y, por otro lado, no les gusta la idea de un adelanto electoral que permita la llegada de Albert Rivera al poder -el mismo que ha puesto en duda el cálculo de su ley del Cupo- en sustitución de Mariano Rajoy.

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