Moción de censura contra Rajoy

Definitivo: el PNV no respaldará la censura al rechazar Sánchez su plan soberanista

PNV
Pedro Sánchez y Andoni Urtuzar durante la reunión (Foto: Efe). | Moción de censura Rajoy
Carlos Cuesta

El PNV definitivamente no respaldará la moción de censura tras haber comprobado que Pedro Sánchez no aceptará su plan soberanista. Los nacionalistas vascos no se bajarán de sus exigencias separatistas. Y lo dejarán claro este lunes tanto para sus “aspiraciones nacionales”, como para las catalanas. Pero lo harán en parte porque defienden esa postura. Y en otra parte porque, en el fondo, no quieren que Sánchez llegue a La Moncloa.

La moción de censura de los socialistas contra Mariano Rajoy encuentra cada día más obstáculos. Y es que el PNV, tras mantener este fin de semana conversaciones con el PP y con el PSOE, ha llegado a la conclusión de que no tiene sentido dar el apoyo a Sánchez para que quite a Rajoy.

Los motivos son variados. El primero, que al PNV no le ha ido nada mal con Rajoy: obtiene cada año financiación extra y un entorno de crecimiento económico estable, cuestiones ambas muy valoradas por los nacionalistas vascos a lo largo de toda su trayectoria reciente.

El segundo, que los nacionalistas vascos no confían en que Sánchez vaya a poder sortear los mecanismos internos de su partido para concederles avances en materia de soberanismo equivalentes a los que ellos reclaman. Y, en caso de que lo consiga, será a costa de ceder terreno en su propio partido a un populismo que aniquilaría, en el otro plato de la balanza, el crecimiento económico y financiero que luego ellos exhiben ante sus votantes como reclamo de voto frente al resto de formaciones nacionalistas-separatistas en su comunidad autónoma.

El tercero, que, en el fondo, esa moción daría alas –como complemento necesario– a dos de sus competidores por el poder regional en estos momentos: EH Bildu y Podemos. Las dos formaciones han anunciado ya alianzas conjuntas estables en el País Vasco. En Navarra, de hecho, ya se han presentado juntos al Senado. Y sus votos entrarían en la moción de censura condicionando las políticas futuras del PSOE y, por lo tanto, cambiado el panorama previsible de negociaciones post electorales en esta comunidad autónoma.

Y el cuarto, que, en el fondo, tampoco a PNV le interesa acelerar más de la cuenta el ya inevitable camino hacia el desafío abierto a la Constitución en su región. Porque ese, como ha ocurrido ya en Cataluña, es el camino hacia el destrozo final de la estabilidad y el desarrollo económico y, por lo tanto, hacia el avance de los ultra radicales. Y los nacionalistas vascos han observado ya que eso lleva a que partidos similares al suyo –como CiU– acaben convertidos en JxCAT y dominados por Puigdemont. Es decir, dicho de otra manera: a que formaciones como el PNV viesen aupar la rama Egibar frente a la rama Urkullu.

Todo ello lo sabe el PNV. Y, además, se ha percatado en las conversaciones con el secretario general de los socialistas de que Sánchez no va a aceptar las exigencias separatistas de las formaciones vascas y catalanas. No sabe muy bien si porque el propio Sánchez no está dispuesto –cosa bastante improbable a la vista de sus ganas de sillón presidencial– o porque en su partido aún queda alguien con sentido común para alertarle de que ese paso sería el último desde la azotea al vacío. Porque cruzar esa línea supondría la equiparación en radicalidad con Podemos. Y entonces, ¿para qué votar a la copia pudiendo votar al original? Especialmente porque, por mucho que diga Sánchez, Podemos siempre podrá alardear de tener menos mochila de corrupción comprobable que un partido histórico como el PSOE.

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