El Gobierno teme un auge del voto separatista bajo el liderazgo de Colau tras la cárcel a los golpistas

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Carlos Cuesta

El Gobierno no se ha quedado del todo tranquilo con la prisión incondicional al exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras y a otros siete exconsejeros del Ejecutivo autonómico. Más bien se ha quedado bastante preocupado porque teme que el encarcelamiento se convierta en un aliciente al voto de los partidos separatistas. Incluso teme que esta decisión suavice una posible candidatura única o alianza de partidos donde el liderazgo de Ada Colau pueda elevar las expectativas de voto de los rupturistas en las elecciones del 21-D.

El Ejecutivo central era partidario de no encarcelar a los golpistas hasta pasado el día de las elecciones catalanas: ese 21 de diciembre. Prefería lo que se denominada como la doctrina Ruiz Vadillo, que los procesos y decisiones judiciales “no contaminen” las citas electorales, tal y como adelantó OKDIARIO. Y la decisión del fiscal general, José Manuel Maza, de solicitar la prisión incondicional, y de la jueza Lamela de concederla no encaja en esa estrategia de ninguna manera.

Fuentes del Gobierno han confirmado este temor. Un temor que, por otra parte, se discutió hace ya semanas en el seno del Ejecutivo de Mariano Rajoy y del Partido Popular, donde no faltaron voces que recomendaron la conveniencia de haber convocado elecciones autonómicas y generales de forma simultánea. De manera que, en caso de perder voto en Cataluña por determinadas decisiones, se pudiese recuperar en el resto de España, donde, evidentemente, el encarcelamiento de los golpistas eleva el voto del PP.

Pero la decisión final, como es ya conocido, no fue la de hacer coincidir ambos comicios. Entre otras cosas porque el PSOE no se habría sumado al pacto del 155 en esas condiciones: habría supuesto respaldar una medida que muchos de sus votantes no comparten para, acto seguido, ir de cabeza al mayor examen electoral imaginable.

Pero el miedo del PP no acaba ahí. Para empezar, teme que la venta como mártires de sus líderes encarcelados aumente las posibilidades de una lista conjunta de separatistas en Cataluña, que eleve la motivación de sus bases a “unirse frente al enemigo”, como lo describe un alto cargo, e, incluso, que todo ello se ponga al servicio de la única líder fuerte que en estos momentos permanece sin procesar en Cataluña: Ada Colau.

El reto para ella es difícil, porque supondría cargarse de un plumazo todas las aspiraciones internas de la gente de ERC y PDeCAT. Pero ganas está claro que a ella no le faltan.

De hecho, ayer mismo, la alcaldesa de Barcelona reaccionaba de inmediato al encarcelamiento de los golpistas calificando la decisión judicial de “despropósito jurídico”, de “gravísimo error político” que “nos aleja de la solución”, de “espíritu de revancha”, de “humillación a las instituciones catalanas y a sus legítimos representantes”, y, acto seguido deslizaba la necesidad de crear un “frente común” de partidos, entidades y colectivos, y de “todo el catalanismo político” con el fin “defender la cohesión”, reclamar la “libertad y la amnistía” de los presos y “parar la aplicación del artículo 155”.

“Los datos recién mostrados por el Banco de España, o de la AIREF, en cuanto a impacto económico son serios”, afirma otro dirigente popular. Se refiere así a las estimaciones que hablan de que si se extiende en el tiempo la tensión actual, los daños económicos podrían llegar a sumar 27.000 millones de euros en tres años. “Y eso supone un golpe muy serio para todos”, añade. Y no sólo sería un golpe económico: también lo sería previsiblemente desde el punto de vista electoral. Porque, hoy por hoy, la estructura de voto del PP depende en gran medida de la estabilidad económica y un desastre de esa magnitud, teme el Gobierno, podría restarle voto.

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