Guardia Civil de Galapagar

El cuartel del pueblo de Iglesias es una ruina y la Guardia Civil se rebela: sólo trabajará en los coches

La Oficina de Riesgos Laborales de la Guardia Civil dice a los agentes que el moho no es tóxico pero no se lo creen

Delitos sexuales, lesiones y robos: la criminalidad marca récord en Galapagar tras la llegada de Iglesias

Inspección de Trabajo
Estado del cuartel de la Guardia Civil en Galapagar.

Los guardias civiles de Galapagar, el municipio donde viven Pablo Iglesias e Irene Montero, se han plantado y a partir de ahora, ante las múltiples humedades de su cuartel, despacharán desde los vehículos que tienen aparcados fuera del inmueble.

La Oficina de Riesgos Laborales de la Guardia Civil les ha dicho que no corren riesgo por las humedades y el moho que hay en sus oficinas. Por el contrario, técnicos del Ayuntamiento les avisan de que las sustancias pueden ser tóxicas. «La única solución que nos dan es que trabajemos con las ventanas abiertas», lamentan las fuentes consultadas por OKDIARIO.

Estos agentes están en una situación crítica. Tal como viene informando OKDIARIO, tras la mudanza de los dirigentes de Podemos tienen que vigilar su casa en un puesto estático 24 horas.

Esto ha provocado un aumento en las funciones que tienen que realizar y apenas tienen refuerzos para cubrir todas las tareas que tienen encargadas. Estas incorporaciones son pocas y, además, agentes recién salidos de la academia sin apenas experiencia. En este contexto, la criminalidad se ha disparado en los últimos meses con incrementos en las denuncias sobre delitos sexuales, robos o lesiones.

A esto se suma que el estado de su sede principal, el puesto de Galapagar, está en un estado lamentable. Desde hace dos meses las humedades y el moho en el suelo y las paredes están perjudicando a los agentes, según ha denunciado la asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). En estas mismas dependencias también han sufrido una plaga de ratas y otra de termitas.

Detrás de estos desperfectos de filtraciones están unas tuberías rotas. Esto ha formado una balsa de agua debajo de las oficinas de la Benemérita galapagueña. Se trata de las dependencias donde los agentes prestan servicio y, en particular, atienden a los ciudadanos todos los días ininterrumpidamente.

Denuncia a Trabajo

Han recurrido a dos vías para tratar de revolver el problema. Una denuncia ante la Oficina de Riesgos Laborales de la Guardia Civil, que les traslada que no hay problema, y otra ante la Inspección de Trabajo que tardará unos meses en resolver.

La alarma interna en Galapagar es alta porque, según estas fuentes, expertos en riegos laborales del Consistorio se ha pasado por las instalaciones y ha avisado de la posible toxicidad del moho.

Ante esto, algunos agentes se han comprado mascarillas porque «el ambiente irrespirable y la humedad es extrema» y otros han decidido plantarse y trasladar temporalmente sus oficinas a los coches de patrullaje que tienen aparcados fuera del edificio.

Esta asociación cree que «el riesgo a la salud es elevado, sobre todo, para las vías respiratorias, sin olvidarnos de todo el cableado eléctrico que se encuentra expuesto a dicha humedad». Por otra parte, los calabozos, el archivo y otras oficinas de la Guardia Civil de Galapagar sufren igualmente este problema.

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