CRISIS EN EL PSOE

Bolaños y López convencieron a Sánchez para echar a Ábalos y avanzar en su sucesión al frente del PSOE

La trama de Koldo alrededor de Ábalos está siendo aprovechada por algunos para avanzar en la sucesión de Sánchez

Sánchez Ábalos
Óscar López, José Luis Ábalos y Félix Bolaños.
Joan Guirado

Ni Pedro Sánchez ni Santos Cerdán querían acabar políticamente con José Luis Ábalos por la trama de Koldo. El primero, para no asumir implícitamente con la decisión su error de haberle tenido como mano derecha. El segundo, «por el miedo a cómo le puede afectar». Pero dos personas que tienen gran poder sobre el presidente por separado, Félix Bolaños y Óscar López, le convencieron a lo largo del domingo de que le debía exigir el acta. El movimiento de ambos, explican fuentes cercanas al presidente, «se debe entender en la guerra para su sucesión». Bolaños, prácticamente solo, maniobra para ser el sustituto. El jefe de gabinete de la Presidencia, junto a otros dirigentes alineados en su día con Susana Díaz, impulsa «descaradamente» a la ministra Pilar Alegría. A varios dirigentes socialistas estas maniobras les recuerdan a «cómo a algunos de ellos ya hicieron caer a Sánchez en 2016».

En estos ocho años, desde aquel fatídico Comité Federal que acabó con la defenestración del líder, han pasado muchas cosas. Los fieles escuderos de Sánchez entonces, los del clan del Peugeot, están prácticamente fuera de cualquier resorte de poder. Los que le asestaron el golpe, ocupan hoy despachos en el Palacio de La Moncloa, junto al presidente. Los aspirantes de entonces han asumido su derrota y suman fuerzas con alguna de las mujeres fuertes del Gobierno para retener el poder andaluz. Y los que en aquel momento le susurraban a la oreja, no esconden ahora sus aspiraciones de ser. Hablamos, además de Sánchez, de José Luis Ábalos, Adriana Lastra, Óscar López, Antonio Hernando, Susana Díaz, María Jesús Montero, Pilar Alegría y Félix Bolaños.

Lo ocurrido estos días a raíz del estallido de la trama de Koldo con Ábalos en el centro de las miradas ha movido las placas tectónicas del PSOE y colocado en el alambre el liderazgo de Sánchez. Y de paso ha reabierto la lucha por una sucesión que tras lograr la investidura, Pedro Sánchez creía aplacada. La mayoría, tanto en el partido como en el Gobierno, creen que el debate del relevo del actual presidente «hay que abordarlo más pronto que tarde», ya que asumen que «esto no va a durar mucho». El liderazgo del secretario general y jefe del Ejecutivo está «más en cuestión que nunca». Incluso una persona que le conoce bien habla de «soledad». «Sigue tomando las decisiones sin escuchar mucho, pero a los que escucha miran más por ellos mismos que por su bien o por el partido», subraya un fontanero de Ferraz.

A falta de un año para el Congreso Federal, que Sánchez podría adelantarlo a finales de este 2024, la sensación de fin de ciclo se apodera cada vez más en el entorno de PSOE. Tanto a nivel orgánico como en los actores externos, como sus satélites mediáticos, que han sostenido al sanchismo durante todo este tiempo. «Muchos dan por amortizado a Pedro», explica una ministra en la órbita socialista. Y aunque él repita que pretende agotar el mandato, hasta 2027, pocos creen que sea capaz de resistir. Sus planes pasaban por una reforma profunda de los liderazgos territoriales antes de acabar el año. Colocando en lugares claves y de ascendencia sobre la militancia para asegurarse su reelección. Pero crecen los movimientos internos para evitarlo. Y algunos de estos movimientos se dirigen desde el propio Palacio de La Moncloa.

Los avances de la investigación de la presunta trama de corrupción, que afecta a la anterior cúpula del Ministerio de Transportes, y los malos resultados que pronostican los sondeos para las elecciones en el País Vasco y en las europeas «pueden acelerarlo todo». Poniendo fecha de caducidad «incluso al Gobierno de coalición». De ahí que todos se muevan ya para seguir saliendo en la foto. Tejiendo nuevas alianzas que, en su gran mayoría, no pasan por tener a Pedro Sánchez en el centro. A diferencia de lo que ocurría hasta hace bien poco.

José Luis Ábalos, ahora en integrado en el grupo mixto del Congreso y con un paso fuera del PSOE -a falta de resolver el recurso que ha presentado a su expediente de suspensión de militancia-, sigue recibiendo muchas muestras de apoyo en privado «al considerar injusto todo lo que le están haciendo». Y esas muestras no proceden únicamente de militantes de base. También de gente que sigue ostentando mucho poder. Este jueves, el ex ministro rompió a llorar en un plató de televisión al recordar a sus compañeros, con los que reconoce que sigue hablando. Incluso con la secretaria general del grupo socialista que le ha repudiado. «Son 43 años…», recordó. Ábalos y Sánchez, sin embargo, no han hablado aún.

Andalucía quiere recuperar poder perdido

Susana Díaz intentó en 2017 recuperar el poder que el PSOE de Andalucía tuvo durante muchos años con Felipe González y Alfonso Guerra. Pero Pedro Sánchez, con la ayuda de Ábalos, le cortó el paso. Entonces, la andaluza siguió sin hacer mucho ruido al frente de la Junta de Andalucía, en una suerte de tregua escenificada a modo de impostura con el reelegido líder del partido. Hasta que el acercamiento de Sánchez al separatismo, en 2018, le hizo perder frente a una coalición de PP y Ciudadanos. Después, el presidente trató de recoser las heridas, recolocándola en el Senado a modo de hibernación.

Durante estos últimos años Díaz ha estado trabajando en la Cámara Alta «de forma muy discreta». Con el aval de la dirección, sobre todo, desde el ascenso de María Jesús Montero a la vicepresidencia, para acudir a los platós de televisión a defender la acción del Gobierno. Díaz, que «ha asumido su derrota», se ha convertido en una de las principales aliadas de la ministra de Hacienda. La ex presidenta, que «sueña con volver a presidir la Junta», es consciente de que, si Montero acaba siendo el relevo de Sánchez, «no la mandarán a Andalucía». Y ella podrá volver al poder autonómico. Ambas están enfrentadas a un Juan Espadas «cada vez más solo» y con las horas contadas.

Félix Bolaños y Pilar Alegría

En esta guerra para la sucesión de Pedro Sánchez, además de María Jesús Montero, ahora vicepresidenta primera del Gobierno y con el apoyo de la ahora jefa del Banco Europeo de Inversiones, Nadia Calviño, luchan Félix Bolaños y Pilar Alegría.

El ministro de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes, uno de los que más susurran al presidente, pese a que también es el que más reproches recibe por su parte, cuenta con el apoyo del PSOE madrileño y poco más. Fue reforzado en el nuevo gabinete pese a que en el gabinete de Sánchez trataron de convencerle para que le fulminase.

La ministra de Educación, también ascendida a portavoz del Gobierno, cuenta a su alrededor con todo el equipo del gabinete presidencial gracias a la presión de fontaneros como Óscar López a Sánchez. Los que deberían trabajar para Sánchez, pero que «realmente están trabajando ya para ella». Más discreta que Bolaños, y en consecuencia también más sibilina a la hora de hacer alarde de sus ambiciones, Pilar Alegría «se deja llevar». Esta semana, en medio de una de las mayores crisis que ha vivido el PSOE en los últimos años, su agenda está repleta de «actos simpáticos, a los que va bien vestida y únicamente sonríe». Vendiendo una imagen presidencial «frente a un Bolaños que no hace más que quemarse».

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