El asesino que habló con un mosso antes de la matanza de La Rambla murió con 24 tiros en un viñedo
Había hablado con un mosso cuatro minutos por teléfono justo antes de la matanza de Barcelona, tal y como acaba de desvelar OKDIARIO. Su nombre era Younes Abouyaaqoub, el conductor de la furgoneta que asesinó a 13 personas en Las Ramblas de Barcelona. Su cara acabó destrozada con dos balazos en plena faz y tras recibir en total 24 disparos por todo el cuerpo procedentes de agentes del mismo cuerpo de policía autonómica del que formaba parte el agente que había hablado con él antes de los atentados.
Y el lugar de su muerte no parecía un sitio con especial peligro para haber intentado una detención o para dispararle a las piernas con el fin de captar más información de su célula: fue abatido en un viñedo despoblado en los Altos del Subirats, según confirmaron expresamente en su momento los Mossos d’Esquadra, que, acto seguido, dieron por totalmente desarticulada la célula yihadista de Alcanar.
El terrorista Abouyaaqoub, además, estaba solo y escondido entre viñas, en un descampado entre los municipios de Sant Sadurní d’Anoia y Subirats. Con un cinturón de explosivos falso y que, tras ser descubierto, gritó «Alá es grande», momento en el que los mossos se decidieron a abatirlo en medio de un lluvia de balas.
Los mossos «han hecho uso del arma de fuego, como está regulado», hasta darle muerte. Esa fue la versión oficial dada expresamente por el entonces mayor de este cuerpo, Josep Lluis Trapero. Una versión en la que se apunta a que el terrorista portaba varios cuchillos, pero no a más armamento de fuego.
Y es ahí, precisamente, donde surgen las dudas de esta versión. ¿Realmente era lo más útil matar al asesino bajo una lluvia de balas o se le podría haber detenido para que diese información de sus preparativos y contactos? Una pregunta que se ha reavivado a raíz de la informaciones recién apuntadas por OKDIARIO, en las que se señala que una de las versiones posibles con respecto a Abouyaaqoub es la de que fuese un confidente descontrolado de los propios mossos.
El relato de la muerte de este asesino asegura que los agentes le dieron el «alto» pistola en mano a unos diez metros de distancia, a las 16:27 horas.
El terrorista estaba acorralado y tenía a su espalda la depuradora de aguas situada en la zona rural de la población. Frente a él, tenía dos agentes apuntándole con el arma. Younes Abouyaaqoub recibió el aviso policial, gritó «Alá es grande», se abrió la camisa azul celeste de manga larga que vestía y se abalanzó sobre los policías, que abrieron fuego sin parar. Esa es la versión oficial.
El resultado, según las pruebas presentes, fueron 24 casquillos de bala recogidos en el lugar de los hechos, suficiente munición para tumbar a un búfalo.
Abouyaaqoub cayó boca abajo pero dejando ver un cinturón de falso explosivo. Los Tedax comprobaron, inmediatamente, que lo que parecían bombas eran botellas de agua envueltas en papel de aluminio.
Los dos mossos eran expertos. Dos patrulleros de seguridad ciudadana.
Y esa es, precisamente, la descripción que ha generado las sospechas. ¿Era el terrorista confidente de los Mossos?
No sería la primera vez que un confidente se les va de las manos a las Fuerzas de Seguridad mientras se desenvuelve en un doble juego: el de un informante infiltrado en las redes terroristas que, aunque colabora con las fuerzas policiales, no renuncia a sus postulados yihadistas.