Afines a Sánchez lo empiezan a dejar solo reclamando la abstención también en público
Ya no son únicamente los barones y los dirigentes críticos con el secretario general. El «no es no» que Pedro Sánchez entonó por tercera vez ante Mariano Rajoy la pasada semana empieza a generar tensiones en el entorno más próximo al líder socialista.
Enfrentado a la plana mayor de sus jefes autonómicos, Sánchez ha visto cómo su guardia de corps ha ido menguando conforme avanzaban los tiempos postelectorales. Antonio Hernando, Óscar López, César Luena y Meritxell Batet son los únicos que, hoy por hoy, cierran filas con el secretario general frente a los que desde dentro y fuera le reclaman un gesto que permita salir del bloqueo.
Incluso aquéllos que en su momento le apoyaron para articular el conocido como gobierno ‘a la valenciana’ –con Podemos y otras fuerzas de izquierda– son ahora receptivos a dejar gobernar a Rajoy. Pocos alimentan alternativas, hipótesis y supuestos y cada vez menos sostienen la enrocada postura de Sánchez, su animadversión extrema al dirigente popular y su obsesión porque se estrelle en el Congreso.
En público, y sobre todo en privado, dirigentes y cargos medios van deslizando la idea de que la abstención es la única salida al embrollo político. La posibilidad de unas terceras elecciones genera más incertidumbres que garantías y nadie asegura que el votante socialista no acabe en realidad penalizando más la cerrazón a desatascar el Gobierno que el permitir una nueva legislatura del PP.
Sería, sostienen, una abstención condicionada a una exigente agenda de reformas, corta y muy vigilada, que obligase a Rajoy a aceptar algunas de las reclamaciones urgentes y prioritarias para los socialistas. Medidas contra el desempleo de larga duración, impulso a jóvenes y autónomos, lucha activa contra la corrupción o revisión incluso de la reforma laboral son algunas de las propuestas que los populares han ofrecido hasta el momento al PSOE en aras de negociar la investidura. Hasta el momento, Sánchez ha descartado negociar nada en tanto no se produzca la investidura.
De la Rocha incendia Ferraz
Este fin de semana, el secretario de Economía del PSOE, Manuel de la Rocha, fue el último en agitar los truenos de Ferraz abriendo la puerta a reconsiderar el ‘no’ a la investidura “si las circunstancias cambian”. Visto el ruido, el propio De la Rocha salió a negar apresuradamente cualquier atisbo de duda sobre la postura oficial del partido.
La rectificación no calmó los ánimos en la dirección socialista, encendida ya por la petición de González, Zapatero, Bono, Guerra y otros históricos partidarios para que se abra una “reflexión” seria sobre la investidura, o, lo que en otras palabras, se entiende como un claro descrédito del secretario general. Incluso el gurú económico de Sánchez, el ex ministro Jordi Sevilla, admitió que lo adecuado sería que gobernase el candidato que lograse aglutinar el mayor número de diputados. Esto es, a día de hoy, el candidato del PP. Otros afines a Sánchez, como José Enrique Serrano, también se replantean el rechazo a Rajoy.
Quienes se decantan por la abstención sostienen que ésa es la única vía de evitar unas terceras elecciones que podrían ser devastadoras. «Catastróficas», en palabras de varios barones. Si los resultados de diciembre, 90 escaños, cayeron ya como una losa en Ferraz, los de junio, cinco menos, provocaron una crisis sin paliativos. Una tercera cita con las urnas iría, sostienen, más allá del desastre.
La otra razón que esgrimen es cómo el electorado, incluido el socialista, podría percibir que el PSOE sea el responsable último del bloqueo y de otros comicios. La irresponsabilidad de llevar al país de nuevo a las urnas y de mantenerlo paralizado a nivel institucional, con todas sus consecuencias económicas. Un lastre lo bastante perjudicial como para que la oposición se lo reproche durante años y para que sea argumento electoralista en futuros comicios.
Los críticos entienden que Sánchez busca con su inmovilismo un fin únicamente personal: resistir en la batalla de liderazgo que se le presenta en un horizonte inmediato. El partido aplazó hace meses las primarias a la Secretaría General en tanto no se hubiese despejado la formación de Gobierno y ahora no hay excusas. El desenlace de esa disputa, sea o no Susana Díaz la rival, daría al actual líder socialista con todas las papeletas de salida. Ello, creen también, es lo único que explica la actual cerrazón, incluso cuando los sondeos demuestran que el hartazgo de los españoles por la falta de Gobierno crece día tras día.
Frente a quienes abogan por la abstención, quienes aún sustentan las tesis de Sánchez se basan en que facilitar el gobierno de Rajoy sería morir como oposición y dejar la izquierda en manos de Podemos. Los de Iglesias, de hecho, creen que el PSOE se habría abstenido desde hace tiempo si ellos no existiesen.
La dirección socialista pide la renuncia de Rajoy
La dirección socialista insiste en que los 85 diputados votarán en contra de la investidura en cualquier caso. La última en repetirlo fue, este lunes, Batet, quien incluso planteó la idea de que Rajoy debe renunciar como candidato como «muestra de responsabilidad y generosidad» al interés general.
«Ya que piden tanto a los otros partidos, estaría bien que el PP se planteara también gestos de política de Estado y éste podría ser uno», consideró. Batet descartó que las presiones de PP y Ciudadanos pudiesen hacer mella en el PSOE.
El portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, insistió también en llamar a PSOE y Ciudadanos a reflexionar sobre el sentido de su voto. «Si queremos seguir avanzando hay que dar nuevos pasos porque si no hay un Gobierno tampoco puede haber gobernabilidad», advirtió. Hernando sugirió que Sánchez podría estar más interesado en intentarlo con unas nuevas elecciones. «A algunos el resultado electoral del 26J no les ha gustado y quieren intentarlo de nuevo», dijo.