Primarias del PP

El PP instala cabinas para el voto secreto y pone interventores por el temor a un pucherazo en las Primarias

El PP instala cabinas para el voto secreto y pone interventores por el temor a un pucherazo en las Primarias
Los seis candidatos a la presidencia del PP.
Carlos Cuesta

La desconfianza instalada en los precandidatos en las Primarias del Partido Popular ha obligado al partido a ceder y tomar medidas contra un posible pucherazo. El PP ha colocado cabinas para el voto secreto, permitirá que haya interventores de los precandidatos en las mesas y dejará que los militantes acudan con la papeleta desde casa para evitar cualquier intento de fraude electoral.

Ha sido la pelea de los últimos días de campaña en el proceso de elección del nuevo presidente de los populares. Y aunque el partido ha pretendido evitar esta imagen, la desconfianza entre candidatos ha llevado a la cúpula de Génova a tener que aceptar. Por ello, se han empezado a conceder permisos para que haya interventores de los distintos candidatos en las mesas electorales, cabinas para garantizar el voto secreto en las sedes y entrega de papeletas por parte de las candidaturas para que los votantes puedan llevar el voto en el sobre desde su casa.

El cierre de campaña del PP ha disparado la tensión. La reclamación de estos mecanismos antipucherazo comenzó el lunes pasado. Las candidaturas empezaron a deslizar la solicitud de interventores en las mesas ante la desconfianza de que el resto de los candidatos utilizasen su poder en determinadas sedes para intentar hacer un fraude electoral y manipular el resultado de la votación de los militantes este jueves días 5.

La primera reacción del partido fue negativa. Desde Génova señalaron que la aparición de los interventores supondría simple y llanamente la constatación de que el ambiente en el PP había saltado por los aires y no había ni la más mínima confianza en quienes al día siguiente deberían ser compañeros de partido si se quería poder tener una formación fuerte y unida.

«Ni presiones ni dossiers»

Pero, lejos de moderarse las peticiones, la fuerte desconfianza reinante ha llevado a que la petición se haya elevado y se hayan reclamado ya en diversas sedes la instalación de cabinas que garanticen el voto con plena confidencialidad y privacidad, y la posibilidad de que los candidatos entreguen papeletas previamente con el fin de que los militares inscritos en el censo acudan a la votación con la papeleta ya introducida en el sobre cerrado y, simplemente, depositen el voto en la urna.

Se trata del cierre más duro para una campaña que ha sido recibida en algunas sedes al grito de “ni presiones, ni dossiers”. Una campaña que nació con la divulgación de las supuestas irregularidades del máster de Pablo Casado. Unas supuestas irregularidades que Pablo Casado ha combatido con los documentos en la mano que prueban la efectiva realización de las pruebas que se le exigieron en la Universidad Rey Juan Carlos.

Desde la candidatura de Pablo Casado se ha asegurado en diversas ocasiones que se “están observando presiones de voto en determinadas direcciones. Algo que no debería ocurrir, porque el voto debe ser libre”. Y desde la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría se ha insistido igualmente en la posibilidad de contar con interventores en las mesas. Por su parte, desde la candidatura de Copedal se insinuó el uso de datos privados de militantes por parte de la candidatura de Casado.

Sea como sea, el ambiente se ha enturbiado como no se recordaba en mucho tiempo dentro del PP. Y todo ello, en pleno proceso de votación en el que se tiene que dirimir quién será el sucesor de Mariano Rajoy al frente de la Presidencia del Partido Popular y, consecuentemente, quién será el candidato a la Presidencia por parte del PP en las próximas elecciones generales. Y es que, o se modifican los estatutos del partido, o el presidente de la formación tendrá que ser el candidato electoral.

El temor entre las bases crece, de hecho, a que este proceso –más abierto de lo habitual hasta ahora en este partido– acabe provocando una fisura excesiva e irreconciliable en la formación. Y a que pueda llegar a provocar una ruptura tal que acabe en un posteriormente fraccionamiento. Casado, en esta línea, ya ha dicho que si gana cualquier de las otras dos grandes candidatas -Cospedal o Soraya- él no aceptará ningún cargo.

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