El llamamiento de Iglesias a la violencia callejera se consumó ayer en la Autónoma

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Pablo Iglesias llamó a «luchar» y a «tomar el poder desde la calle» el pasado lunes en Madrid. En un discurso encendido, en el que el líder de Podemos parecía en realidad resignado a parecer más un rapero declamando sus rimas que un aspirante a presidente del Gobierno, Iglesias gritó a su concurrencia que Podemos debe ser una «fuerza política plebeya», ya que «ningún partido sustituye a la fuerza de la gente en la calle».

Y es que el lema que iba a presentar el jefe de los podemitas, «Luchar, crear poder popular» era un auténtico llamamiento a la violencia callejera, como se ha demostrado este mismo miércoles cuando Iglesias ha jaleado el motín de inmigrantes en el CIE de Aluche y ha minimizado el boicot violento contra Felipe González en la Universidad Autónoma de Madrid.

Y es que así funcionan las profecías autocumplidas de los radicales: semanas llamando a que Podemos «tome las calles» y haga la política «fuera de las instituciones» han hecho saltar las costuras institucionales de un partido que cuando estaba fuera del Parlamento quería entrar y ahora parece querer salir.

Alentar a quienes no necesitan más que una palmada para tomarse la «justicia social» por su mano y decidir quién tiene derecho a expresarse y con quién se está «legitimado a realizar un boikot directo», como dicen en sus panfletos, es tan sencillo como agarrar un micrófono y subirse a un escenario a ejercer el liderazgo político con poca medida de hasta dónde pueden llegar tus huestes.

Y aunque no llenara el mitin del pasado lunes en la plaza del 2 de mayo, así es normal que este miércoles el secretario general de Podemos alentara el motín del CIE y lo mezclara, orgulloso, con el boicot violento en la Universidad, eso sí, minimizándolo de palabra a protesta estudiantil para poder asumirlo como «legítimo». La llamada a la lucha callejera de Pablo Iglesias ha tardado poco en ser atendida. Efectivamente.

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