Samsung veta a OKDIARIO en su plataforma de contenidos en venganza por las informaciones críticas con la compañía

Samsung
Logotipo de Samsung (Foto: GETTY).

«Todas las fuentes que conoces y en las que confías». Así se promociona Upday, la plataforma de noticias integrada en todos los modelos de Samsung. Pero no es verdad, la compañía ha decidido vetar al medio digital con mayor crecimiento en España en los últimos dos años en venganza por las informaciones, supuestamente críticas con la compañía, que este diario ha publicado.

Esta conducta censora no sólo ataca la libertad de expresión al boicotear de un modo caprichoso e injustificado a un medio de comunicación, sino que coarta uno de los derechos fundamentales de los usuarios de sus teléfonos móviles, pues les hurta del acceso en igualdad de condiciones al medio que ellos elijan.

Es decir, simplemente, es mentira que Upday sea «la unión de las fuerzas entre tecnología de clase mundial y el periodismo», es falso que ofrezca «la información como un servicio» y no es verdad que ofrezca «recomendaciones basadas en los intereses» del consumidor.

Porque nada de esto se corresponde con la realidad a la vista de los hechos y, sobre todo, partir de los desahogados correos electrónicos en los que los responsables de Samsung comunican su veto, sin vergüenza ni eufemismo alguno, al periódico dirigido por Eduardo Inda.

Si OKDIARIO ha publicado que el presidente de Samsung es un corrupto es porque ha sido condenado por ello. Si este periódico ha titulado que los teléfonos explotan ha sido porque, como sus propios directivos admitieron, las prisas por competir con Apple les llevaron a relajar sus controles de calidad y los teléfonos explotaron. Si el medio dirigido por Eduardo Inda se ha hecho eco de la condena a cinco años de cárcel al hijo y heredero, Lee Jae-yong, es porque el tribunal del distrito central de Seúl lo ha hallado culpable de soborno, perjurio, malversación de fondos y ocultación de bienes en paraísos fiscales.

Este periódico, al detectar que sus contenidos no estaban a disposición de los usuarios de Samsung en España, se puso en contacto con la compañía que dirige Celestino García, vicepresidente corporativo de Samsung España y hombre fuerte de la marca en nuestro país. La respuesta a través de un correo electrónico fue que su equipo en España » […]  ha revisado con detenimiento su website y ha decidido que no responde a los requerimientos de contenido». Así responde Louisa Eickbohm, responsable de las relaciones con los editores de medios.

En su email, esta directiva hace referencia a un correo anterior intercambiado por OKDIARIO con el Customer Care Service Specialist (especialista del Atención al Cliente) de Samsung, Javier Vera. La selección de contenidos de Upday depende en la actualidad de Rafael González Palencia, director editorial de la plataforma de contenidos de Samsung para España y Portugal.

Sorprende los criterios que sigue la compañía coreana puesto que dejan fuera de su plataforma de contenidos al diario que mayor crecimiento ha experimentado en España en los últimos años. Es el único de los diarios generalistas del top 10 de comScore (el medidor oficial de audiencias para el mercado español) que no aparece en la plataforma Upday.

La calidad del producto

La empresa surcoreana ha sufrido, precisamente en el último año, auténticos —y milmillonarios— problemas con la calidad de sus productos. Samsung ha perdido 17.000 millones de dólares en el último año entre costes de producción y retiradas del mercado tras el espantoso fiasco de su último gran lanzamiento: el Galaxy Note 7.

El teléfono estaba destinado a explotar los avances tecnológicos trabajados para el iPhone 7s de su cliente Apple —la compañía estadounidense encarga varios de sus componentes a algunas de las numerosas divisiones del holding surcoreano— y lo único que logró fue que explotaran fueran sus baterías.

Samsung estimaba vender 19 millones de unidades de este dispositivo, que tuvo que retirar del mercado tras haber despachado alrededor de cuatro millones de unidades por el grave peligro que suponían para la integridad física de sus usuarios.

Y sólo un mes después debió llamar a reparación, sólo en EEUU, un total de 2,8 millones de lavadoras domésticas a las que les ocurría lo mismo: explotaban sin razón aparente ni avería previa en pleno centrifugado.

La compañía que ha llegado a copar el 40% de la cuota de mercado de ‘smartphones’ en España ha debido de creer que puede abusar de su posición dominante y decidir quién tiene derecho a publicar noticias y quién no. Ése es el peligro de la falta de regulaciones de un mercado, el de internet, que camina idefectiblemente hacia los oligopolios: grandes corporaciones que no sólo fabrican dispositivos físicos, sino que crean en ellos ecosistemas de consumo que pretenden imponer a los usuarios para su propio beneficio. Nada hay de malo en ello si se respetan las reglas de la libre competencia.

Samsung, una tradición corrupta

Pero sorprende menos el proceder de Samsung al conocer cómo se las gasta la compañía que ha logrado en menos de dos décadas ponerse a la cabeza de la electrónica mundial. A la reciente condena de su actual vicepresidente, Lee Jae-yong, hay que unir la herencia genética que éste recibió como legado de su padre.

Lee Kun-hee, en coma desde que el 2014 sufrió un grave ataque al corazón, impulsó su compañía al estrellato planetario a base de comprar voluntades y callar a rivales… incluso si éstos eran sus ocho hermanos, a quienes sisó las acciones de la compañía, según una demanda de cientos de millones de dólares impuesta por su hermano mayor.

Lee fue condenado a pagar 89 millones de dólares ya a tres años de cárcel por liderar una trama corrupta, pero fue indultado por el Gobierno a cambio de que utilizara sus ‘artes’ en el seno del Comité Olímpico Internacional para lograr que Pyeongchang fuera sede de los Juegos de Invierno de 2018. Se ve que supo hacerlo.

Pero ahí no acaba todo. La primera ministra surcoreana Park Geun-hye se vio obligada a pedir perdón públicamente —ella, sí, porque Lee jamás lo hizo— y posteriormente fue destituida tras saberse que se había puesto al servicio de los mandamases de Samsung para que su fusión con Cheil Industries fuera aprobada sin los controles legales preceptivos ni la supervisión de ninguna junta independiente. Claro, no lo hizo gratis: su amiga y confidente Choi Soon-sil cobró 2,8 millones de dólares y, curiosamente, un par de fundaciones regidas por otras dos amigas de la presidenta recibieron donaciones por valor de 16 millones de dólares en las mismas fechas.

El pasado diciembre, en plena crisis financiera y de imagen por los teléfonos explosivos, la empresa surcoreana sorteó otro escándalo traicionando a Sony, Panasonic y Sanyo —con las que había participado en un cártel ilegal entre 2004 y 2007 para pactar precios de sus baterías de litio— actuando como ‘garganta profunda’ de la investigación abierta por la Comisión Europea en Bruselas. La broma no era pequeña: las otras tres empresas fueron condenadas a pagar 166 millones de euros.

No sorprende, pues, la actitud chulesca de una compañía que controla el 17% del PIB surcoreano, que tiene a su presidente en coma desde hace tres años y a su hijo y vicepresidente condenado a cinco años de cárcel. Sin vergüenzas ni eufemismos, la empresa electrónica surcoreana lleva años copiando a su competencia Apple en el diseño y componentes de sus teléfonos, al punto de que los nuevos modelos del fabricante asiático utilizan la misma numeración que los de la estadounidense: si Apple lanza el iPhone 7, Samsung responde con el Galaxy 7; si Apple le coloca una ‘s’ minúscula detrás de la cifra a su modelo para explicar que es el dispositivo premium, Samsung hace lo mismo… escribiéndola por delante.

Aprovechándose de ser uno de los proveedores de tecnología de la empresa fundada por Steve Jobs, la compañía con sede en Seúl ha jugado a fagocitar el mercado con aparatos basados en los de su competidor, a precios inferiores y con lanzamientos simultáneos. Al punto de que Apple los demandó por esta competencia desleal —»nos han copiado hasta los bordes redondeados y la estética de las apps en pantalla»— buscando una indemnización de 399 millones de dólares. Lee padre, desde la cama del hospital, o Lee hijo desde el despacho lograron que el Tribunal Supremo de EEUU les diera la razón.

Porque las noticias nunca son críticas o laudatorias. Son simplemente informaciones veraces y contrastadas.

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