Arabia Saudí impulsa a Trump a levantar las sanciones a Siria: ¿qué implica para la economía?
El presidente estadounidense pone fin a las sanciones impuestas a Siria después de décadas en el marco de su gira por el Golfo Pérsico

En medio de toda la pompa y los 600.000 millones de dólares (533.957 millones de euros) que se exhibieron el pasado martes en Riad, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo una sorprendente admisión en el podio del foro de inversión entre Estados Unidos y Arabia Saudí: levantaba las sanciones a Siria después de más de veintiún años. Las negociaciones mediadas tanto por el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salmán, como por el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, llevaron al republicano a hacer una concesión asombrosa para el país sumido desde hace más de 14 años en una devastadora guerra civil.
«Ordenaré el cese de las sanciones contra Siria», anunció, mientras una enorme bandera saudí se expandía tras él. «Para darles una oportunidad de grandeza. Es su momento de brillar». Esta noticia fue recibida con vítores en las calles de todo el país, desde la capital, Damasco, hasta Aleppo o Homs. Este sorprendente cambio en la política exterior estadounidense se produjo justo un día antes de que el presidente de Estados Unidos se reuniera con el nuevo líder interino del país, Ahmed Al Sharaa, nombrado presidente tras la caída del régimen de Assad. Al Sharaa, antiguo dirigente de Al Qaeda, ha cambiado el uniforme caqui por un traje y corbata, y hereda una Siria complicada y la desconfianza de los líderes internacionales. El país se ha sumido en la pobreza, con millones de desplazados y muertos durante décadas, y con un PIB que se ha reducido a la mitad desde 2010, según las Naciones Unidas.
En la última década, la libra siria ha perdido más del 99% de su valor y ha sido expulsada de los mercados internacionales, a medida que las sanciones occidentales se apoderaban de la población y ésta sufría una espiral de hiperinflación. Esta nueva reintegración en el sistema financiero mundial supondrá un alivio para todos los aspectos de la economía. La hiperinflación ha alcanzado tal magnitud que el billete de 2.000 libras, decorado con la cara del ex presidente Bashar Al Assad, sólo vale unos 4 dólares (3,56 euros), lo que ha mantenido el acceso a los alimentos fuera del alcance de los ciudadanos. La libra se devaluó tanto, que incluso algunas regiones del país, como Idlib, empezaron a pagar en liras, la moneda turca. La hiperinflación también ha provocado una grave escasez de efectivo en el país.
Aunque la ambición de Ahmed Al Sharaa es reconstruir la nación, unir un país dividido en facciones y formar un gobierno de coalición con raíces en Al Qaeda no será una hazaña fácil. Sus vínculos con el grupo han sido motivo de preocupación para los líderes internacionales que esperan trabajar con el grupo. Pero, de forma lenta, pero segura, Siria empieza a ver algunos atisbos de esperanza. Han vuelto los torneos deportivos para equipos femeninos de voleibol tras el éxodo de la familia Assad. Y en las últimas dos semanas, Al Sharaa nombró a un ex consultor de EY, Abdulkader Husrieh, educado en Canadá e Inglaterra, como nuevo gobernador del banco central. El gobernador buscará revivir una economía en escombros.