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Telefónica vuelve a poner sobre la mesa la venta de O2 aunque no lo harán a cualquier precio

Telefónica
Letrero de Telefónica en la puerta de una de sus sedes.
Borja Jiménez

El ya habitual «O2 no se vende» que lleva sonando cada vez que el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, es cuestionado al respecto, suena de otra forma de puertas para adentro. En el seno de la multinacional española son claros: no se venderá un activo estratégico como es O2 a cualquier precio, pero sí se estudiaría en caso de alguien quisiera pagar más de los 13.500 millones de euros por los que se estuvo a punto de cerrar la operación con Hutchison Whampoa.

Bruselas, como saben, bloqueó la operación de venta de O2 en un momento en el que los inversores de Telefónica ansiaban esta operación para lograr reducir la más que abultada deuda que por entonces tenía la compañía española. Hoy, sin embargo, la necesidad de desinvertir de Telefónica es muy inferior, por no decir nula, motivo por el cual sólo se plantean la venta de su filial en caso de que haya una muy buena oferta.

Resulta llamativo que, como advierte la cofundadora de BlackBird, Gisela Turazzini, desde el fracaso en la venta de O2 a Hutchison Whampoa se ha reducido la deuda precisamente en los 13.500 millones de euros en los que estaba valorada la operación.

«Considero que una franja entre 12.000 y 15.000 millones sería un buen precio de venta», explica Turazzini, que considera que, al ser O2 un activo estratégico, venderlo sería «una decisión equivocada» ya que «Telefónica tiene capacidad en estos momentos para seguir reduciendo la deuda de manera orgánica sin necesidad de desprenderse de O2».

Cabe subrayar que Telefónica ya ha reducido su deuda en 2.400 millones de euros, mientras que el descenso acumulado desde junio de 2016 es de casi 14.000 millones de euros -en once trimestres-, lo supone más de 1.000 millones de euros por trimestre.

La reducción de la deuda se ha llevado a cabo de muchas maneras, aunque principalmente a través del fuerte flujo de caja libre (FCF) procedente de operaciones, a la que se han sumado otras como la optimización de pagos e intereses y medidas inorgánicas.

Además, desde Telefónica suelen resaltar que todo esto se ha hecho en un entorno con una fuerte intensidad de gastos de capital (Capex) en los últimos años, así como pagos de espectro cada ejercicio.

Venta fracasada

El jarro de agua fría que supuso el veto de Bruselas a la venta de su filial británica O2 a Hutchison Whampoa provocó que la operadora empezara a buscar alternativas, a sabiendas siempre de que en ningún caso se ingresarían los 13.000 millones de euros que le habría aportado el grupo chino. En este sentido, Telefónica quería orden. Cuando estuviera cerrado el tema de Telxius -como ya sucedió-, se afrontaría con insistencia el tema de 02.

«Si tenemos en cuenta que nos hemos saneado en 12.000 millones de euros desde 2016, cuando se nos bloqueó la venta de O2, por la íbamos a ingresar unos 13.000 millones, en esos tres años hemos reducido deuda igual que si hubiéramos vendido el negocio en el Reino Unido», señaló Pallete tras la presentación de resultados de 2018.

«Ahora es un mercado donde ahora registramos récords de ingresos, uno de los principales generadores de caja, por lo que no necesitamos vender. Nos sentimos muy cómodos, trimestre a trimestre, ya que tiene un ‘perfomance’ cada vez mejor», continuaba Pallete, antes de reconocer que la salida a Bolsa de O2 está «bloqueada». Precisamente por ello, una buena oferta quitaría de muchos problemas a Telefónica.

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