Sector del juego

El sector privado del juego intenta sobrevivir a Garzón: «Nos demoniza sin tener competencias»

El sector del juego intenta sobrevivir a Garzón:
Alberto Garzón, ministro de Consumo.
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

A finales del pasado año 2022, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, presentaba una campaña con un presupuesto de 300.000 euros, cuyo objetivo, según el propio titular, era sensibilizar «sobre los riesgos de los juegos de azar». Pero desde el sector del juego privado le recuerdan que «juegos de azar son también otros de titularidad pública, Selae y ONCE que, sin embargo, el Gobierno publicita, sostiene y promueve constantemente», afirma el ingeniero industrial Eduardo Antoja, uno de los principales expertos y teóricos en estas cuestiones, que fue durante una década presidente de Euromat, la Federación Europea de Juego.

«El perseguidor Garzón -sostiene Antoja- no tiene competencias sobre el juego privado que llevan años transferidas a las comunidades autónomas; sin embargo, demoniza en sus declaraciones al sector -como ha hecho con otros muchos sectores-, ese sector que viene regulado por los gobiernos regionales, excepto con el juego online y las ya citadas de Selae y ONCE, de cuyos ingresos se aprovecha, obviamente, a través de los impuestos y tasas el propio Gobierno».

No parece, en efecto, que el juego privado –sometido a todo tipo de intervenciones por parte de las distintas autoridades- sea del agrado del ex jefe de Izquierda Unida (hoy en Podemos). De hecho, desde este sector político se lanzó nada más llegar al poder una cruzada contra los locales de apuestas deportivas y otras modalidades de apuestas de azar. «El subconsciente le lleva a creer que España es la Cuba de finales de los años 50, cuando Fidel Castro cerró manu militari la industria del juego tras el triunfo de la revolución castrista», señala un empresario del sector. Juegos de azar son también los que vende el Estado y la Organización de Ciegos.

Juego y pandemia

Según los datos aportados por la patronal CeJuego, que dirige el también ingeniero, Alejandro Landaluce, la sociedad española gasta en la actualidad un 20% menos que en el año 2019 en juegos de entretenimiento privado (casinos, bingos, salones, apuestas deportivas y máquinas), sin conseguir alcanzar las cifras anteriores a la pandemia. Las últimas cifras conocidas oficialmente, el 48,5% de las ventas corresponde a loterías y quinielas gestionadas por el sector público, hasta un total de 4.504 millones de euros.

El juego online sólo representa el 8,8% del juego real, un total de 825 millones de euros. Durante los largos meses de la pandemia, esta modalidad funcionó como alternativa al juego privado presencial. Sucedió durante la crisis económica del 2008 y volvió a repetirse con la pandemia. El juego es una de las actividades que más sufre en tiempos aciagos, al tratarse de un mero entretenimiento. «Y sus efectos, tardan mucho en recuperarse», afirma el director general de CeJuego.

En total, actualmente se juega en España alrededor de 10.000 millones de euros, cifra por debajo de los dígitos anteriores a la pandemia Covid-19, esto es, se ha producido una recuperación parcial. Aun así, el sector ha mantenido los mismos niveles de empleo, 84.697 puestos de trabajo directos. De manera indirecta, el sector proporciona 175.000 puestos de trabajo; de todos ellos, las máquinas instaladas en la hostelería dan empleo a 55.000 personas.

«El juego es una industria que, además de entretenimiento, genera mucho valor en términos de empleo, impuestos e innovación», subraya Landaluce. «Proporcionamos ofertas de juego cada vez más responsables y seguras. Y pese a determinados clichés demodés, actuamos con transparencia del sector, con un diálogo fluido e informado con medios y reguladores, de tal manera que la industria pueda desarrollarse a la luz de sus datos reales y no inventados. No tiene sentido demonizarnos constantemente. Y crear mala imagen», reconoce.

Impuestos

En el último ejercicio contabilizado (2021) el sector ha contribuido a llenar las arcas públicas con 1.005,3 millones de euros, la mayoría a las de las comunidades autónomas. La cifra se eleva a 1.354,9 millones si se suman los impuestos de titularidad pública y privada.

Los empresarios de la industria del juego demandan más libertad, «incluso para difundir nuestras ofertas. No tiene sentido que las Loterías y Apuestas del Estado y la ONCE puedan publicitarse constantemente con grandes inversiones y el empresario privado tenga las manos atadas. También contribuimos con nuestros impuestos», demanda uno de los líderes del sector en España. En este sentido, los juegos de lotería organizados por el Estado y los de la ONCE son los más demandados y consumidos. En el Sorteo de Navidad, un clásico del juego en España, invierten su dinero alrededor de 26 millones de personas, seguido de la Lotería del Niño -5 de enero- con 16 millones de jugadores.

Dentro del sector privado, los más practicados son las apuestas deportivas presenciales (4 millones), la asistencia a salones de juego (3,5 millones), los bingos (2,1), los casinos (1,7 millones) y las máquinas B en hostelería (1,6). «Mientras en los juegos del Estado o autonómicos el incentivo reside en ‘ganar dinero’, ya que dependen del factor suerte, los juegos de entretenimiento privado se relacionan con la diversión, la interacción con otras personas y la destreza. Ganar no es lo principal», según los datos de una encuesta realizado entre estos consumidores.

Respeto

Los datos del ministerio de Consumo concluyen que los juegos online, tras una fuerte eclosión por las innovaciones tecnológicas, están estancados. «Han alcanzado su madurez», según el mismo. En el sector se mantiene la esperanza de que en el 2023, puedan volver a alcanzar velocidad de crucero, «como está ocurriendo en los países de Europa y muy especialmente en Estados Unidos». Lo único que exigen al regulador es respeto y libertad. No mezclar juego con política, algo impensable cuando lo que manda es la ideología sobre la realidad.

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