Seguridad Social confirma: en qué momento la incapacidad temporal se hace permanente
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El hecho de que un trabajador tenga que ausentarse de su puesto de trabajo debido a una enfermedad o accidente es una situación que, en la mayoría de los casos, es temporal. Todos sabemos lo que son las bajas laborales o incapacidades temporales, aquellas que surgen cuando una persona no puede cumplir con sus funciones laborales durante un periodo de tiempo determinado, pero con la expectativa de que, tras haber recibido el tratamiento y habernos recuperado, podamos volver a nuestro puesto de trabajo. Se trata de situaciones transitorias y que están pensadas para permitir la recuperación del trabajador, garantizándole al mismo tiempo un sustento económico mientras no puede desempeñar su labor habitual. Sin embargo, en ocasiones esa incapacidad temporal se hace permanente, pero ¿en qué momento exacto?. La Seguridad Social tiene la respuesta.
Hay veces en los que las lesiones o enfermedades no siguen el curso esperado, y el periodo de recuperación se prolonga. En estos casos, la incapacidad temporal puede extenderse más allá de lo previsto. La incapacidad temporal está diseñada para cubrir a los trabajadores durante periodos de tiempo limitados, pero no es una solución indefinida. De hecho, la Seguridad Social establece plazos claros para este tipo de prestaciones, normalmente de hasta 365 días, aunque pueden llegar a extenderse 180 días adicionales si se considera que el trabajador está en proceso de mejoría. Pero, ¿qué sucede cuando ese periodo de tiempo no es suficiente y la recuperación completa parece inalcanzable? Es aquí donde surge una de las preguntas más comunes entre los trabajadores: ¿cuándo pasa una incapacidad temporal a ser permanente? Este es un tema delicado y que preocupa tanto a los empleados como a sus empleadores, ya que implica una situación en la que la persona afectada no podrá volver a trabajar de la misma manera que antes. La incapacidad temporal puede transformarse en una incapacidad permanente, pero existen criterios y procedimientos específicos para determinar en qué momento se produce este cambio. La Seguridad Social tiene pautas claras para gestionar esta transición, y en este artículo exploraremos en detalle cuándo y cómo se da este paso crucial en la vida laboral de un trabajador.
¿Qué es la incapacidad temporal y cómo se concede?
La incapacidad temporal (IT) es una prestación que se otorga a los trabajadores que, debido a una enfermedad o accidente, no pueden desempeñar las funciones inherentes a su puesto de trabajo. Esta prestación está diseñada para ofrecer apoyo económico mientras el trabajador está en proceso de recuperación. En la mayoría de los casos, el derecho a percibir esta prestación se adquiere a partir del cuarto día de baja laboral, siempre y cuando la situación esté relacionada con una enfermedad común o un accidente no laboral.
Sin embargo, hay excepciones a esta regla. Las mujeres trabajadoras, por ejemplo, pueden comenzar a recibir la prestación por incapacidad temporal desde el primer día en caso de menstruación incapacitante secundaria, una condición reconocida recientemente. Además, si una mujer sufre una interrupción del embarazo o es diagnosticada con alguna dolencia relacionada con la gestación, también tiene derecho a comenzar a recibir esta prestación desde el día siguiente a la baja. En todos estos casos, la prestación económica ayuda a compensar la pérdida de ingresos mientras el trabajador se recupera y está incapacitado temporalmente.
La incapacidad temporal puede durar hasta un máximo de 365 días, con la posibilidad de una prórroga de 180 días adicionales si las autoridades médicas consideran que la recuperación aún es posible dentro de ese tiempo. En este sentido, el propósito de la incapacidad temporal es ofrecer tiempo y apoyo para la recuperación, siempre con la esperanza de que el trabajador pueda reintegrarse plenamente a su puesto.
¿Cuándo pasa la incapacidad temporal a ser permanente?
El proceso de transición de una incapacidad temporal a una incapacidad permanente es complejo y requiere de la evaluación de varios factores. Tal y como lo establece la Seguridad Social, esta transición se da cuando, después de recibir tratamiento médico y haberse seguido los procedimientos correspondientes, el trabajador sigue presentando reducciones anatómicas o funcionales graves, las cuales se consideran definitivas. Estas reducciones deben ser lo suficientemente serias como para disminuir o anular por completo la capacidad del trabajador de realizar las tareas inherentes a su puesto de trabajo.
Normalmente, la incapacidad permanente se evalúa cuando ha transcurrido el periodo máximo de incapacidad temporal, es decir, después de 365 días, prorrogables hasta 180 días adicionales. Si en este punto las autoridades médicas concluyen que el trabajador no va a poder recuperar sus capacidades dentro de un plazo razonable, se puede proceder a iniciar el proceso para evaluar una posible incapacidad permanente.
Procedimiento para gestionar la solicitud de incapacidad permanente
Existen tres maneras de iniciar el proceso de reconocimiento de una incapacidad permanente. La primera es de oficio, lo que significa que la iniciativa puede provenir directamente de la entidad gestora (Seguridad Social), de la Inspección de Trabajo o del Servicio Público de Salud. En segundo lugar, las entidades colaboradoras, como las mutuas de trabajo, pueden también sugerir la evaluación para una incapacidad permanente. Finalmente, el trabajador afectado puede solicitar la evaluación directamente, rellenando el formulario correspondiente y presentándolo en la Sede Electrónica de la Seguridad Social o de manera presencial.
Una vez iniciado el proceso, el trabajador será sometido a evaluaciones médicas para determinar si las secuelas de su enfermedad o lesión son permanentes y cómo afectan su capacidad para trabajar. Esta evaluación es esencial para determinar el grado de incapacidad permanente, que puede variar desde una incapacidad parcial, que permite al trabajador desempeñar tareas adaptadas, hasta una incapacidad absoluta, que impide cualquier tipo de actividad laboral.
Causas de finalización de la incapacidad temporal
Además de la posible transición a una incapacidad permanente, existen varias situaciones que pueden poner fin a la incapacidad temporal. Entre las más comunes se encuentran la recuperación del trabajador y su reincorporación al trabajo, la jubilación por edad o el incumplimiento por parte del trabajador de presentarse a los reconocimientos médicos periódicos. En el caso de las mujeres embarazadas, si se encuentran en la trigésima novena semana de gestación, la incapacidad temporal finalizará en el momento del parto.
Otro caso es el alta médica, que se da cuando los servicios médicos consideran que el trabajador ha recuperado su salud y puede retomar sus funciones. Sin embargo, es importante mencionar que el alta médica puede ser objeto de revisión si el trabajador considera que no está en condiciones para volver a trabajar, iniciando así un proceso de impugnación.