La renuncia de Biden antes de la convención de Chicago costaría al partido cientos de millones en EEUU

Biden, Estados Unidos, partido demócrata
Jose de la Morena
  • Jose de la Morena
  • Jose de la Morena, periodista especializado en economía desde hace más de 15 años, desarrolla su labor en el campo de la comunicación desde el prisma de las tendencias, los números y resultados de las distintas compañías. Una tarea que le ha llevado a conocer a fondo el mundo empresarial. Ha trabajado también en comunicación corporativa y como asesor para distintas marcas internacionales e institucionales.

La intervención en el debate por la carrera electoral en EE.UU. ha desnudado a Joe Biden y tiene al partido demócrata buscando soluciones. La especulación es constante alrededor del presidente y fuentes de su propio partido llevan desde que terminó el debate trasladando una fuerte sensación de preocupación.

El problema es que Joe Biden es el candidato demócrata. Cómo no serlo, cuando eres presidente y quieres ser reelegido, cuando en tu partido te dicen que lo estás haciendo bien, y cuando tú mismo aseveras que estás fuerte y plenamente capacitado. Ningún otro en su lugar haría algo distinto. Pero anoche Biden estuvo timorato, tibio y demasiado titubeante.

Biden tiene dos momentos, todavía, para echarse atrás y no ser el candidato, pero tiene que ser decisión suya. Apartarle desde el partido supondría, además de reconocer un tremendo error de estrategia, la vergüenza de tener que exigir una serie de reconocimientos médicos, con todo lo que eso comporta para la reputación de Estados Unidos.

Pero Biden puede decidir irse. Antes, o después de la convención de Chicago en Agosto. Antes, abriría una suerte de primarias. Después, habría que designar a alguien.

Pero en todo caso, surge un problema. Las campañas en EE.UU. no son de los partidos, sino de los candidatos. Uno no financia a todo el partido demócrata, sino al candidato. Desde el partido pueden gestionar a través de empleados y voluntarios esa campaña, pero no son los titulares de la misma. El candidato y el partido son dos cuestiones diferentes. Apoyar, financiar a Biden no es financiar a los demócratas. Pones dinero para una campaña, no para un senador al otro lado del país.

Y he aquí el problema -pequeño, dirán, si el otro es tener que sustituir al presidente- al que tendrá que enfrentarse el aparato de campaña de Joe Biden. Lleva recaudados cerca de 600 millones de dólares en donaciones, y tendrá que devolverlos. El partido tendría que instrumentalizar una vía para tratar de dirigir esos fondos de campaña al nuevo candidato. Lograr una vía legal que no haga que tengan que devolver todo el dinero, y la única plausible es llamar a cada donante para pedirle que no retire su donación y la haga en favor de quien quiera que sustituya a Biden.

En todo caso, el problema es que cada donación es registrada y comprobada por un comité y, tal como está conformado el sistema, tendrán que devolver el pago y esperar que lo realicen de nuevo. Suponiendo que el desastre no desanime al donante.

Coste para ser presidente de EE.UU.

A los costes tradicionales de campaña -viajes, hoteles, dietas…- hay que añadir los más gordos: la publicidad. Hacer campaña es caro, cada año más -quizás por la inflación, aunque los demócratas no vean en eso un problema actual-, y cada año esa maquinaria de captación se pone en marcha con mayir fuerza.

En 2020, cuando se enfrentaron los mismos candidatos que ahora están en la liza, recaudaron de forma conjunta cerca de 1.700 millones según los datos del Centro para una Política Reactiva. Datos donde faltan grandes donaciones que se realizan al partido y que no tienen porqué corresponderse con la campaña.

En este análisis se tiene en cuenta lo gastado por las propias campañas, no por los Comités de Acción Política o esas donaciones de lobbies al partido que comentamos. Si lo contamos, la cifra conjunta ronda los 10.000 millones.

En todo caso, Biden, de las donaciones iniciales que comentábamos, gastó en ese momento cerca de 1.000 millones. Este año, la recaudación estaba volviendo a marcar nuevos récords en ambos lados.

Pese a los casos judiciales abiertos, Donald Trump está consiguiendo más fondos que Joe Biden, con un ritmo que supera los 110 millones mensuales, frente a los algo más de 100 que logra el demócrata.

La peripecia de Trump

Tras ser declarado culpable el 30 de mayo por un jurado de 12 personas en lo que era el primer juicio contra un expresidente, en lo que Donald Trump denunció como una maniobra del Gobierno para perjudicarle, su comité de campaña logró recaudar más de 50 millones en las 24 horas posteriores a la sentencia.

El magnate de los negocios norteamericano está logrando capitalizar toda la marea judicial que se cierne sobre él, y pese a que se enfrenta a más de 80 cargos, lo cierto es que ha logrado que buena parte de la opinión pública le avale para que prosiga su particular batalla contra el Gobierno de Biden.

Otras campañas

En campañas anteriores, cuando la aspirante demócrata Hillary Clinton tuvo que enfrentarse al propio Trump, lo hizo con un presupuesto de más de 550 millones de dólares, pese a que perdió contra el magnate, que contó con 320 millones.

Según datos de la Comisión Electoral Federal, George Bush -padre- o Bill Clinton gastaron más de 350 millones, frente a anteriores candidatos que no superaron los 200 millones -Bush o Gore, por ejemplo-.

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