Preguntas y respuestas sobre el sistema de pensiones español
El enfermo se desangra y los doctores Báñez y Rajoy no hacen más que tratar de poner tiritas a un problema que no se resuelve con apaños. El sistema de pensiones es el enfermo y la ministra de Empleo ha anunciado que las famosas ayudas a la contratación en vez de financiarse con cargo a la Seguridad Social pasarán a financiarse con cargo al presupuesto; a esto, le debemos sumar la más que previsible misma operación que se hará con las pensiones no contributivas -las pensiones de viudedad y orfandad-.
¿Resuelve algo el último anuncio de Fátima Báñez?
No. Es cierto que la Seguridad Social va a empezar a ahorrarse unos 1.900 millones de € que pueden llegar a unos 25.000 millones € si las pensiones no contributivas se acaban financiando vía presupuestos. Esto es trasladar el problema, no solucionarlo; es decir, que en vez de pagar vía cotizaciones se pagarán vía otros impuestos —sean o no importantes—, distinta caja pero mismo contribuyente: usted. La Seguridad Social entraría en superávit, pero a costa de que esos 25.000 millones de € salgan de recortar en otros departamentos o de incrementar impuestos, pero básicamente esto último significaría sacar del contribuyente dinero del bolsillo derecho, prometerle que se lo devolverán en un futuro incierto y metérselo mientras en el bolsillo izquierdo de los pensionistas.
Entonces, ¿cobraré mi pensión?
Si. El problema no está en si cobraremos una pensión, sino de qué importe será esta. Actualmente, la tasa de sustitución —la relación entre la pensión cobrada y el último salario percibido— es del 80% en España, pero en las próximas décadas bajará hasta situarse por debajo del 50% —según un informe de la Comisión Europea—. Es decir, las pensiones perderán poder adquisitivo en los próximos años y, justamente, si hablamos de que hay que aumentar la productividad y los salarios para pagar las pensiones, la brecha entre trabajadores y pensionistas se incrementará, lo que se traducirá en una pérdida en la calidad de vida de los jubilados con respeto a la que pudieran tener a lo largo de su vida laboral.
¿El problema de las pensiones es coyuntural?
Si atendemos a lo que dicen nuestros políticos, podría pensarse que el problema es estacional, que en cuanto lleguemos a los 20 millones de empleados todo se resolverá y mientras con parches podremos “ir tirando”. En política prima el cortoplacismo, a saber, crear alarma y anunciar que las pensiones son insostenibles tal como las conocemos hoy en día generaría tal alarmismo que provocaría un gran coste electoral, y como los políticos actuales no serán los mismos que estarán dentro de 20-30 años cuando el problema se multiplique, prefieren seguir metiendo la basura debajo de la alfombra y que sea otro el que limpie.
Pero es que en los últimos 30 años hemos pasado de tener una base reguladora —número de años tenidos en cuenta para el cálculo de la pensión— de 2 a 25 años, una edad de jubilación que ha pasado de 65 a 67 años y es necesario trabajar 37 años para poder cobrar el 100% de la pensión, cuando antes eran necesario trabajar 10 años. Los problemas para garantizar las pensiones viene ya de largo.
Asimismo, debemos pensar en que en los últimos años se han incrementado las cuantías percibidas por la Seguridad Social, derivada del aumento en los niveles de empleo y salarios, en cambio el déficit de esta, año tras año, bate su récord. Esto se debe al incremento del número de pensionistas y el aumento de la pensión media —el aumento de los salarios en décadas pasadas provoca que los nuevos jubilados tengan derecho a pensiones de mayor cuantía—. Y esta situación irá a peor, puesto que las previsiones indican que dentro de 30 años el número de trabajadores —siendo optimistas con la tasa de ocupación— será de 15 millones, que será el mismo número de pensionistas, esto es, la relación será de un trabajador por pensión, frente a la actual proporción de 2 trabajadores por cada pensionista.
¿El sistema no se basa en la solidaridad intergeneracional?
Cuando se acaban los argumentos a cerca de la defensa del actual sistema de reparto, se recurre a la solidaridad intergeneracional como si fuese algo bueno per se, sin aportar dato alguno. Pues bien, el sistema se trata más bien de un fraude intergeneracional. Todos nos escandalizaríamos si una persona le pide todos sus ahorros a otra persona para invertirlos y los pierde, pero para evitar rendir cuentas, repite la misma operación con una segunda persona y los fondos obtenidos de esta se destinan finalmente a pagar al primer prestamista, y que para devolverle lo debido a la segunda persona le pide a un tercero que le preste dinero y así sucesivamente. Pues bien, así funciona nuestro sistema actual de pensiones.
Además, solamente las personas que tengan una capacidad de ahorro suficiente —personas con niveles altos de renta— podrán permitirse contratar planes de pensiones o invertir en fondos de inversión que complementen su pensión, mientras, las personas con bajos niveles de renta se tendrán que conformar con unas pensiones menguantes. El sistema de reparto se vuelve regresivo y castiga los trabajadores con pocos ingresos.
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