Lagarde llega a la cumbre de Jackson Hole con la incógnita de si volverá a subir los tipos en septiembre
Este jueves comienza la gran cumbre anual de los principales bancos centrales del mundo en Jackson Hole (Wyoming, Estados Unidos). Y lo hace en medio de una enorme incertidumbre sobre si la Reserva Federal y el Banco Central Europeo darán pistas de sus próximos movimientos: si van a seguir subiendo los tipos de interés o si éstos ya han tocado techo.
El año pasado, el presidente de la Fed, Jerome Powell, cortó de raíz la euforia del mercado al anticipar que quedaba todavía mucho recorrido al alza de los intereses. Pero ahora ese camino ya se ha completado prácticamente; de hecho, el banco central estadounidense hizo una pausa en junio antes de volver a subir 0,25 puntos en julio. De ahí que el mundo escuche con mucha atención lo que diga en esta cumbre.
Aquí nos interesa más, lógicamente, la intervención de Christine Lagarde, la presidenta del BCE. Que lo tiene más complicado que Powell porque, como siempre, en Europa vamos por detrás de Estados Unidos. Aquí los tipos oficiales han alcanzado el 4,25%, así que, en teoría, pueden seguir subiendo hasta el 5,25% en que se encuentran al otro lado del Atlántico.
Pero la economía europea está dando señales alarmantes: Italia ya tiene crecimiento negativo y Alemania lleva tres trimestres estancada; y lo que es peor, el propio Bundesbank anticipa que esta situación va a prolongarse en los próximos meses. A esto se suma el PMI (índice de gestores de compras) de la zona euro conocido este miércoles, que mostró que el sector servicios se está contrayendo como ya ocurría con la industria desde hace meses. Esto ha provocado que las probabilidades que otorga el mercado a una subida en septiembre hayan bajado hasta el 40%.
Así que el BCE tiene que moverse en una línea muy fina. Por un lado, la inflación de la zona euro, aunque se ha moderado, sigue en el 5,3% -y la subyacente, que es la que más le importa, en el 5,5%-, muy por encima del objetivo de estabilidad de precios del 2% que tiene la autoridad monetaria. Por otro lado, parece claro que la economía se está enfriando más rápidamente de lo esperado y el riesgo de recesión es cada vez más grande.
Hay que recordar que, a diferencia de la Fed, el BCE no tiene un mandato de favorecer el crecimiento y el empleo, sino sólo de mantener la estabilidad de precios. Por tanto, si debe inclinarse por uno de los dos riesgos, preferirá provocar una recesión a que la inflación siga descontrolada. Es lo que hizo el expresidente del BCE Jean Claude Trichet en 2008, lo que agravó la gran crisis financiera mundial.
Pero Lagarde y su vicepresidente Luis de Guindos tampoco quieren arriesgarse a meter a la economía europea en el peor escenario posible: la estanflación (estancamiento económico con inflación), un concepto que empieza a aparecer en los informes de análisis. En esta tesitura, lo más probable parece que Lagarde no se moje en Jackson Hole y deje todas las opciones abiertas.
EEUU: tipos altos durante más tiempo
Volviendo a la Fed, el escenario principal de los analistas es que Powell lanzará el mensaje de que los tipos seguirán altos durante bastante tiempo, sin desvelar si esa altura es la que ya han alcanzado o si todavía queda alguna subida por delante.
«Aquellos que esperaban señales claras sobre la dirección de la política monetaria a corto plazo por parte del presidente de la Reserva Federal en la reunión de Jackson Hole de este año podrían verse decepcionados. Teniendo en cuenta que aún quedan por publicarse varios datos importantes antes de la reunión de septiembre, sería extraño que el presidente de la Reserva Federal señalara claramente hacia dónde apunta antes de esta reunión. En su lugar, es de esperar que Powell enfatice que todas las próximas reuniones son importantes y que el FOMC está preparado para endurecer aún más la política monetaria si es necesario», opina James McCann, economista jefe adjunto de la gestora de fondos Abrdn.