Los inversores financieros quieren ser atendidos por gestores humanos y no por robots

Los inversores financieros quieren ser atendidos por gestores humanos y no por robots
Foto: GETTY

Aunque vivimos la era tecnológica más importante desde la revolución industrial todavía los humanos somos claves para casi cualquier cosa. Así se entiende también en el mercado financiero que parece haber aparcado los llamados Robots Advisors, o lo que es igual, robots consejeros que pueden asesorarnos en nuestras inversiones apoyados en parámetros matemáticos y comportamientos de mercado.

Esta moda ha durado un par de años en Wall Street pero como decía el clásico; moda es todo aquello que se pasa de moda y parece que lo que quieren los inversores es volver a su gestor habitual. Que por supuesto utilice toda la tecnología a su alcance pero que si se equivoca o comete errores que lo pueda justificar y que pueda recibir incluso la ira de aquellos que le contratan.

Muchas casas de bolsa apuestan por conseguir en tan solo unos minutos y en función del perfil de riesgo de su cliente, establecer mediante estos robots una cartera modelo parecida a la que le hubiera proporcionado un analista tras sesudos estudios y contrapruebas. De hecho, estas “plantillas” que ofrecen los robots fueron previamente realizadas por seres humanos metiendo todas las variables posibles para adecuarse a la infinidad de clientes que se puedan presentar en sus oficinas.

Aunque parezca novedoso esto ya se empezó a hacer en la década de los 70 cuando firmas neoyorquinas como Charles Schwab ya ofrecían este tipo de servicios que permitía al usuario ahorrarse un dinero pues al acogerse a plantillas “prehechas” no necesitaba del asesoramiento de una persona. Según ha podido contrastar este periódico con algunos operadores es el equivalente “a esos falsos sastres que te dicen que te hacen un traje a medida pero en realidad tienen varios formatos y tú te tienes que ajustar a ellos. Si les pides algo que no está en su cesta no te lo pueden dar y encima también los robots se equivocan o no consiguen la rentabilidad que habían planteado”, nos cuentan algunas fuentes.

Schwab por ejemplo, que en la actualidad ya tiene 8 millones de clientes, vuelve a apostar por robots al ser más barato y porque dicen que consiguen la satisfacción de su cliente. Multitud de start up financieras están probando fortuna en este sector que trata de compaginar lo mejor de los dos mundo; el low cost del mundo tecnológico pero siempre bajo la supervisión humana. Así vemos firmas como Betterment o Wealthfront que están haciendo muchos clientes y avanzando por esta senda de algoritmos y órdenes de ejecución inmediata, pero con poca plantilla humana detrás.

Sin embargo, desde las casas más tradicionales reivindican el papel de los operadores, que estudian una a una las empresas en las que invierten, hablan con los gestores para saber qué objetivos marcan a su empresa, hablan con la competencia, miran el consenso de mercado y sobre todo, ofrecen alternativas a sus clientes cuando no cumplen y no dicen que le pidan explicaciones al maestro armero.

“Como todo oficio requiere de maestros, oficiales y aprendices. El asesoramiento financiero es lo suficientemente sensible para no dejarlo en manos de una máquina”, sentencian a este periódico gente que lleva decenios chupando parquet. Trabajamos con la confianza de la gente, si la pierdes una vez o se sienten engañados no te vuelven a contratar jamás. Al personal le puedes engañar una vez pero no dos, sentencian personas muy humanas que han ayudado en la elaboración de esta información.

Etrade Financial, por poner la otra parte del cuento, puede a través del móvil plantear una adecuada cesta de inversión en muy poco tiempo mediante estos robots pero si fallan, no habrá quien les explique por qué las cosas no han sucedido tal y como decía la máquina.

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