Increíble pero cierto: los okupas roban, dan una paliza y montan una fiesta en la casa de un vecino de Zaragoza

Algunos creen que la okupación sólo afecta a los propietarios, pero los vecinos también pueden sufrirla. Los okupas se sienten totalmente impunes y se han acostumbrado a protagonizar actos violentos. Se ha vuelto a demostrar en Zaragoza.
Según han relatado en El programa de Ana Rosa, un grupo de okupas que ejerce la prostitución secuestró durante cuatro horas a un vecino en su propia casa, le robaron por valor de miles de euros y hasta organizaron una fiesta mientras yacía seminconsciente en el suelo.
Lo peor es que ahora el vecino se ve obligado a cruzarse a los okupas por la calle, ya que pidió una orden de alejamiento pero el juez se la denegó.
Secuestrado por sus vecinos okupas: «Tuve cuatro costillas rotas»
Según ha relatado este vecino de Zaragoza, que por motivos de seguridad no quiso mostrar su cara, los okupas viven en un edificio cercano y se dedican a ejercer la prostitución.
En el momento previo al ataque venían de cometer un robo en otra vivienda y se escondieron en su edificio para «meterse un par de rayas». Al verlo creyeron que podía avisar a la policía y optaron por darle una paliza.
Aprovechando el momento los okupas entraron en su casa y le robaron 900 euros, un reloj y un móvil, pero los daños materiales fueron lo de menos. El parte de lesiones es estremecedor.
«En la ceja tuve cinco centímetros de apertura; en la mandíbula, una fisura; cuatro costillas rotas y la rodilla la tuve mucho tiempo mal pensando que era el menisco, pero era que tenía las rodillas hinchadas».
La impunidad de los okupas: dan una paliza y no les ponen ni una orden de alejamiento
No contentos con haber cometido una agresión y protagonizado un robo, los delincuentes optaron por continuar la fiesta: «Estaban en mi casa de fiesta, metiéndose rayas, bebiendo alcohol, tirando el vino por el suelo y por las paredes». Mientras tanto, la víctima yacía en el suelo sobre un charco de su propia sangre.
Ahora, el vecino se ve obligado a cruzarse en el barrio con sus agresores, ya que los jueces le han rechazado una posible orden de alejamiento: «A mí me produce ataques de ansiedad y ataques de pánico. He pedido una orden judicial y el juez me la denegó. Entonces, los tengo que ver por la calle. Hay unos edificios okupados que el ayuntamiento dice que va a cerrar, pero llevan muchos años…».
De hecho, la rapidez en la actuación no le ha servido de nada: «Pedí la orden de alejamiento justo cuando los habían detenido, a los dos días los sacaron a la calle, la volví a pedir y me la han denegado otra vez. Hace 20 días cogí un abogado y estamos a la espera para que me llamen a testificar».
Aunque dentro de unos meses puede que un juez le acabe dando la razón, el daño ya está hecho. Los okupas se sienten con impunidad para robar, secuestrar, maltratar, etc. Y, en el corto plazo, hasta tienes que seguir cruzándotelos cuando compras el pan.