El idilio de Sánchez con el Ibex fue un sueño: adiós a los viajes, los grandes actos, los apoyos
Sánchez frena su gran acto económico del año por miedo a un plantón del Ibex
Sánchez anuncia que el impuestazo a las eléctricas se ampliará a los bancos para recaudar 7.000 millones
Qué lejos quedan ya aquellos momentazos, aquellas fotografías, aquellos arrumacos (con mascarilla) entre Pedro Sánchez y el Ibex. Aquel compadreo durante la pandemia fue un sueño. El giro populista del Presidente del Gobierno, escenificado en el Congreso de los Diputados el pasado 11 de julio, en el primer debate sobre el estado de la Nación celebrado en siete años, dejó atónita a la gran empresa española.
«Prometo dejarme la piel para defender a la clase media y trabajadora», prologó el Presidente del Gobierno en su intervención ante los diputados, para después anunciar un impuesto sobre los beneficios de las compañías energéticas con el que se prevé recaudar 2.000 millones de euros al año, y otro a los bancos para ingresar anualmente 1.500 millones durante dos años.
Abrió la boca Sánchez y los bancos españoles cotizados, y sus accionistas -entre ellos, cientos de miles de ahorradores españoles- perdieron ese día en Bolsa mucho más dinero, 5.300 millones, del que el Gobierno pretende recaudar con el impuesto a la banca.
En lugar de buscar la cohesión, tras dos duros años de pandemia, inmersos en una guerra -porque hay que decirlo ya, estamos en guerra con Rusia, de momento ‘sólo económica y energética’-, Sánchez buscó la confrontación.
A las puertas de una recesión económica, de posibles estallidos sociales por el fortísimo incremento de los precios, del paro total de la industria española, el Presidente del Gobierno, en vez de apuntar a Putin posó la mirilla sobre los bancos y las energéticas españolas.
Sánchez preparó aquel debate del estado de la Nación buscando remontar en las encuestas, un mes después de sufrir el PSOE una histórica debacle electoral en Andalucía, que anticipa una previsible victoria del PP en las elecciones generales previstas para diciembre de 2023. Ni siquiera la Vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sabía lo que Sánchez iba a anunciar aquel día.
Ana Botín (Santander), Isidro Fainé y José Ignacio Goirigolzarri (CaixaBank), Carlos Torres (BBVA), Josep Oliú (Sabadell), no fueron avisados con antelación de la medida (así lo aseguraron fuentes financieras a este periódico). Tampoco Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), Antonio Brufau (Repsol), Francisco Raynés (Naturgy), Florentino Pérez (ACS), o Pablo Isla (expresidente de Inditex).
Todos ellos acudieron a la llamada de Sánchez cuando, en 2020, bajo el lema ‘España puede’, este les convocó a un acto en la Casa América de Madrid, a finales de agosto.
Las vacunas contra el Covid no llegarían a España hasta seis meses después, pero la situación excepcional, la angustia con la que millones de españoles vivían meses de confinamiento, hizo que los principales banqueros del país, los presidentes de las mayores multinacionales españolas, se reunieran con el Gobierno, mezclándose también con sindicalistas, actores, músicos, ofreciendo una agradecida imagen de unidad nacional.
Pero fue un sueño. Nueve meses después, en mayo de 2021, uno de aquellos empresarios que acudieron a Casa América, Fernando Abril-Martorell, fue despojado de la presidencia de Indra, siendo sustituido por Marc Murtra, vinculado al PSC, nombramiento impuesto por el Gobierno (la Sepi es el primer accionista de Indra).
Mientras, otros conocidos presidentes de bancos y multinacionales, también sus compañías, que igualmente habían acudido al ‘España puede’, eran un día sí y otro no, y luego otro sí, y otro no, imputados en el mediático caso Villarejo. Al otro lado del Atlántico, el presidente de México, Andrés López Obrador, cargaba contra las grandes compañías españolas, sin tener una respuesta contundente del Gobierno español.
En septiembre, la vicepresidenta tercera y Ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, anunció las primeras medidas contra los beneficios del sector energético. Ignacio Sánchez-Galán alzó la voz: «Lo que no puede ser es que el Gobierno tenga a la oposición dentro del propio Gobierno; con extremistas dentro del Ejecutivo no se puede gobernar», declaró el presidente de Iberdrola a principios de octubre de 2021, atisbando la deriva populista.
Aun así, la mayor parte del Ibex se mordió la lengua, como habitualmente hace la gran empresa española, de la opinión que lo mejor es llevarse bien con el Gobierno de turno, sea del color que sea. Pero el discurso de Sánchez en el Congreso el pasado mes de julio abrió una grieta.
Banqueros y empresarios expusieron comedidas críticas a las medidas anunciadas por el Presidente en el debate del estado de la Nación unos días después. El 22 de julio, Ana Botín no acudió a una reunión convocada por la Ministra de Economía, Nadia Calviño.
Seis días después, el 28 de julio, la presidenta del mayor banco español tan solo declaró: «El contexto económico será probablemente difícil para los gobiernos, los bancos centrales, los ciudadanos y las empresas. Los bancos seguimos siendo parte de la solución y, como hasta ahora, vemos el camino de colaboración entre todos los agentes económicos y sociales, y los bancos como la vía para seguir apoyando a las economías y a nuestros clientes».
A Sánchez le bastaron esas palabras de Botín para saltar como un resorte. Como si la presidenta de Santander hubiera desbarrado. «He escuchado a la señora Botín y al señor Galán… si protestan es que vamos en la buena dirección», comentó con regocijo el Presidente el 29 de julio.
Los últimos días de agosto los pasó Sánchez de gira latinoamericana, visitando Colombia, Ecuador y Honduras. En ese viaje, la grieta abierta entre el Ibex y el Presidente del Gobierno se hizo evidente. Como ha publicado este periódico, sólo los ejecutivos de empresas públicas o semipúblicas españolas -Red Eléctrica, Aena, Indra, Navantia- acompañaron a Sánchez.
El pasado domingo, el consejero delegado de Repsol, Jon Josu Imaz, expresidente del PNV, publicó una tribuna en El País titulada ‘No va contra los ricos, va contra el empleo industrial’. «Que sean valientes, que suban el IRPF y las rentas de capital y graven al que tiene dinero», escribió. «Su demagogia esconde una mentira, es un impuesto disfrazado que no va contra los ricos, va contra la actividad empresarial».
Sería deseable que volviera ahora a escenificarse una imagen de unidad nacional como la ofrecida en Casa América en agosto de 2020. El virus de la inflación, el de la guerra, están teniendo ya efectos parecidos sobre la economía española a los que provocó el Covid. Al igual que entonces, la industria para, vuelven los ERTE, sube el paro, se hunde la Bolsa y se prevén ya desabastecimientos de todo tipo de bienes. La apuesta populista de Sánchez en el debate del estado de la Nación lo hace improbable.
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