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Giro radical en el Gobierno: el cambio que puede afectar a estos jubilados

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Blanca Espada

Durante los últimos meses, casi sin darnos cuenta, la jubilación se ha ido convirtiendo en uno de esos temas que no dejan de generar debate. Hay una sensación generalizada de que el sistema está moviéndose constantemente y de que uno tiene que estar pendiente para no quedarse atrás. Y lo cierto es que entre reformas, ajustes y previsiones demográficas, el panorama no es precisamente estable y más ahora, que se habla de un nuevo cambio. Un cambio que se plantea el gobierno y que afectará de lleno a muchos jubilados.

Muchos trabajadores creen que planificar la jubilación ahora es más complicado que hace unos años. No porque no haya información, sino porque cuesta seguirle el ritmo a los cambios. Cada año varía algún requisito, se amplía un tramo de cotización o se ajusta la edad mínima. Y mientras tanto, la Seguridad Social va recordando que el país envejece a un ritmo que obliga a repensarlo todo. Esto está obligando a mucha gente a revisar cuándo y cómo podrá jubilarse realmente. En medio de este escenario tan movido, el Gobierno ha puesto sobre la mesa una idea que puede sonar llamativa y que afecta directamente a quienes ya están jubilados. Un giro que, si finalmente se aprueba, podría cambiar la forma en la que entendemos la jubilación en España. No tiene que ver con retrasar nada, ni con endurecer más los requisitos, sino con algo que, hasta hace poco, casi ni se contemplaba: facilitar la vuelta al trabajo de quienes ya se han retirado sin que eso implique perder derechos.

Giro radical en el Gobierno: el cambio que puede afectar a estos jubilados

Si uno mira los datos con un poco de calma, entiende rápido por qué el debate ha llegado hasta aquí. España ya supera los 49 millones de habitantes y más de 9,9 millones tienen 65 años o más. Es decir, una quinta parte del país está en edad de jubilación. Y lo más llamativo no es ese número, sino el del otro extremo de la pirámide: la natalidad sigue cayendo, año tras año, hasta cifras que hace dos décadas habrían parecido imposibles.

En 2024, por ejemplo, nacieron algo más de 318.000 bebés. Un mínimo histórico. Y mientras eso ocurre, la esperanza de vida roza los 84 años. Es fantástico que vivamos más, pero inevitablemente introduce una presión enorme sobre el sistema público. Cada vez hay más pensionistas y menos trabajadores jóvenes entrando. Es un simple cálculo matemático que se ha ido tensando con el tiempo.

Por eso, en 2025, jubilarse a los 65 es posible sólo para quienes hayan cotizado al menos 38 años y 3 meses. Si no, la edad sube a 66 años y 8 meses. Y en 2027 la referencia será aún más exigente. Esto ya lo conoce la mayoría de trabajadores, pero lo que está claro es que, aunque estas medidas ayuden, no van a solucionar el desequilibrio demográfico.

Una idea que gana terreno: la jubilación reversible

Aquí es donde entra el cambio que ha presentado el Gobierno para los jubilados. La llamada jubilación reversible. ¿Y esto que implica? Pues permitir que personas ya jubiladas vuelvan a trabajar pero sin perder su condición de pensionistas y sin que la pensión se vea castigada como hasta ahora.

España ya tenía fórmulas como la jubilación activa o la parcial, pero la realidad es que apenas se usaban. Eran rígidas, tenían demasiadas limitaciones económicas y, en la práctica, no resultaban atractivas para casi nadie. El Ministerio de Inclusión ha planteado ahora un modelo más flexible, inspirado en otros países que llevan tiempo aplicando algo parecido.

La propuesta se ha presentado a sindicatos y patronal y, aunque aún no es ley, ya ha provocado bastante debate. Su intención es clara: aliviar la falta de mano de obra en sectores concretos y, a la vez, dar margen a jubilados que desean seguir activos sin renunciar a sus derechos económicos.

Cómo funcionará este modelo si llega a aprobarse

La clave está en la compatibilidad entre pensión y jornada laboral. El borrador permite trabajar entre un 40 % y un 80 % de la jornada habitual. A partir de ahí, la pensión se ajustaría proporcionalmente. Un ejemplo sencillo: si alguien cobra 1.200 euros y decide trabajar al 50 %, pasaría a recibir 600 euros de pensión más el salario correspondiente a esa media jornada.

Hasta aquí, la lógica no es muy distinta de modelos anteriores. Lo que sí cambia de manera importante son los incentivos. Quienes lleven más de seis meses jubilados y vuelvan a trabajar recibirían un extra del 10 % o del 20 % sobre la parte compatible de la pensión. No sobre la pensión total, sino sobre la parte que se sigue cobrando mientras se trabaja.

Siguiendo el ejemplo anterior, esos 600 euros se convertirían en 660 euros si la persona trabaja al 50 %. Y si la jornada fuese del 70 %, el incremento sería del 20 %. Es una manera de suavizar la sensación de pérdida que antes generaban estas fórmulas.

Además, por primera vez se contempla que algunos trabajadores por cuenta propia puedan acogerse al sistema, siempre que no hayan sido autónomos en los cinco años previos.

En los próximos meses veremos hasta dónde llega este cambio para los jubilados y cómo queda finalmente redactada, pero el debate ya está abierto. Lo que sí parece evidente es que la jubilación, tal y como la hemos entendido hasta ahora, empieza a moverse en una dirección nueva que muchos no esperaban.

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