La falta de financiación de la banca provocó la retirada de la OPA de Brookfield sobre Grifols
La verdadera razón detrás de la retirada de la OPA de Brookfield sobre Grifols, conocida ayer, no es la discrepancia sobre el precio de la misma con los accionistas, sino la falta de financiación por parte de la banca. Así lo aseguran fuentes conocedoras de la situación, que añaden que la banca se sigue negando a prestarle más del 60% del valor de las acciones y que, con ese porcentaje, el fondo canadiense no puede lanzar la oferta.
Como informó en exclusiva OKDIARIO, la financiación ha sido el gran obstáculo para la operación. Así, CaixaBank y el Banco Sabadell se negaron a participar, y el Banco Santander se comprometió a aportar el mínimo imprescindible. Asimismo, dado el enorme riesgo de la operación, los bancos participantes -básicamente extranjeros además del Santander- limitaron el porcentaje del crédito (loan to value) al 50% del valor de las acciones, porcentaje que posteriormente elevaron ligeramente hasta el 60%.
Para tratar de salvar la operación, Brookfield negoció la entrada en la misma de fondos soberanos y de pensiones que redujeran su ticket y, en consecuencia, sus necesidades de financiación. Algunos medios publicaron que había convencido al fondo estatal de Singapur y al fondo de pensiones del Gobierno de Canadá, pero las fuentes aseguran que los bancos no han recibido ninguna información al respecto: «Nadie les ha enseñado un papel sobre la participación de estos fondos».
Por ello, la banca ha mantenido su postura y no está dispuesta a financiar el resto del dinero necesario para lanzar la OPA, incluso al precio anunciado y considerado bajo por el consejo de Grifols (10,5 euros para las acciones de tipo A y 7,62 euros para las de clase B, lo que supone una valoración total de 6.450 millones). Ante lo cual, Brookfield ha preferido retirar la oferta.
No obstante, algunas fuentes consideran que todavía existe alguna posibilidad de resucitar la operación si finalmente Brookfield consigue que participe algún fondo soberano o de pensiones y pueda conseguir el dinero necesario para lanzar la OPA. En ese caso, el anuncio de ayer sería un amago para demostrar a los accionistas lo que les pasaría si no aceptan el precio ofrecido, es decir, para forzarles a acudir a la oferta con las condiciones anunciadas.
Pero, hoy por hoy, no hay ningún otro inversor comprometido en firme a participar. Cabe recordar que el fondo nunca se ha comprometido en firme a lanzar la oferta, sino simplemente a estudiarla, si bien algunas fuentes aseguran que deberá pagar una penalización la retirada es definitiva.
La postura de la banca se deriva de las dudas sobre la contabilidad de Grifols tras los sucesivos informes al respecto de Gotham City (dudas agravadas por la prolongación del proceso de due diligence llevado a cabo por Brookfield, con constantes peticiones de más información), a lo que se suma la necesidad de refinanciar la deuda de la compañía -9.208 millones netos al cierre de septiembre, según las cifras oficiales- y de deshacer sus opacas relaciones con el holding familiar Scranton.
Es decir, se trataba de una financiación muy grande (sumado las acciones y la deuda se trataría del mayor crédito sindicado de la historia de España) y con mucho riesgo dadas las incertidumbres que pesan sobre la situación real de Grifols.
Hay que recordar también que Grifols llegó a caer a niveles de 6 euros tras los informes de Gotham City y que estaba por debajo de 8 antes de que se anunciara la OPA en julio. Por eso, una alternativa como una posible ampliación de capital para equilibrar el balance se haría a un precio muy inferior al de la OPA, entre 7 y 8 euros según los expertos. Otro argumento más para que Brookfield no ofreciera un precio más alto.