China quiere ocupar el mercado de Reino Unido que deja libre Europa tras la victoria de Starmer

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Jose de la Morena
  • Jose de la Morena
  • Jose de la Morena, periodista especializado en economía desde hace más de 15 años, desarrolla su labor en el campo de la comunicación desde el prisma de las tendencias, los números y resultados de las distintas compañías. Una tarea que le ha llevado a conocer a fondo el mundo empresarial. Ha trabajado también en comunicación corporativa y como asesor para distintas marcas internacionales e institucionales.

Arrancará esta próxima semana con el anuncio de una visita por parte de Exteriores de Reino Unido a China, que está dispuesta a cubrir las necesidades que puedan tener los británicos tratando de abaratar los costes del producto europeo.

Desde Downing Street hicieron público parte del contenido de una llamada telefónica entre el premier británico, Keir Starmer, y Xi Jinping, el pasado viernes.

Starmer quiere ganar peso internacional, por lo que lo primero a lo que hicieron referencia fue a la guerra de Ucrania a y la necesidad «de avanzar en la defensa de los Derechos Humanos», pero la realidad es que China busca lazos y relaciones comerciales: ampliar su influencia económica exterior.

En esa línea, mientras Starmer insistía en la necesidad de tener una conversación «abierta y honesta», el máximo dirigente chino establecía un nuevo punto de partida para la relación entra ambos gobiernos. China sabe que la influencia de Estados Unidos en Reino Unido es evidente, pero también creen, según las fuentes diplomáticas consultadas, «que el Brexit dejó un hueco, finalmente, en lo económico. Muchos se han dado cuenta de que fue un error y que hay que volver a cerrar acuerdos comerciales con Europa», pero en esa mentalidad, nos cuentan, «lograr mejores condiciones con otro socio no es algo descartable». El problema de China es que, «en Reino Unido», no puede hacer mucho más que exportar producto. Es decir, llenar los estantes y quitar parte de esa cuota de mercado que tenía Europa». Y eso parece que «le sirve a Xi Jinping, en tanto que supone relanzar una relación comercial con el principal socio mundial de Estados Unidos».

Como es lógico, y de ahí la posición de Starmer, Reino Unido no va a cambiar ni de aliados ni de parecer en los conflictos internacionales, pero China quiere que, «si logra normalizar sus lazos comerciales», algunos sectores «puedan escapar de los cepos y las sanciones» que le impone Estados Unidos a través de los socios».

Con Europa «es otro cantar», porque la relación se está redefiniendo por completo, «pero en Reino Unido podrían tratar de ganar cuota en todos los sectores siempre que no haya una intromisión en algunos apartados estratégicos», como la energía, las conexiones tecnológicas o la seguridad.

Lo cierto es que tras la llamada, desde el Gobierno británico nos confirman que David Lammy, ministro de Asuntos Exteriores británico, visitará China «antes de que concluya 2024».

La idea original de Lammy, del premier Starmer y, en general, del  partido laborista, es dar «un toque de atención a China» por la opacidad a la hora de gestionar los datos de los ciudadanos que recibe gracias a sus grandes empresas tecnológicas.

Además, querían evaluar también las condiciones en que algunos sectores operan en Reino Unido. De nuevo encuentra aquí China una pared para sus vehículos eléctricos, entre otras cosas.

Pero la llamada, nos dicen, ha supuesto un cambio de perspectiva, y Reino Unido quiere evaluar las posibilidades reales de comerciar de tú a tú con China, estableciendo un punto de partida que no implique «dumping frente a las británicas» por parte de las empresas del gigante asiático.

El problema de operar comercialmente con China, y esto Starmer lo tendrá que explicar en el Parlamento británico haga lo que haga, es «cómo va a conjugar los intereses económicos con la seguridad y protección de los intereses geopolíticos» de Reino Unido.

China quiere ocupar parte del mercado que deja Europa, como decimos, pero también ayudar en la «consecución de los objetivos de energía verde», y ese puede ser «uno de los puntos más problemáticos» porque supone una intromisión en un sector estratégico de Reino Unido.

Un sector que ha ido francamente mal desde 2021, y que ha sufrido con fuerza el crecimiento de la inflación estos años, pero «Reino Unido no puede ver solo el lado positivo de la tecnología China; también debe evaluar el riesgo».

Exactamente en las mismas circunstancias se encuentra la implementación de la Inteligencia Artificial si tiene que ver con la tecnología China. «Puede ser un avance importante», confirman, «pero a qué precio».

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