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Camino de servidumbre europeo en la fiscalidad de multinacionales

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Sede de la Comisión Europea en Bruselas.

Google, Apple… Son muchas las empresas que en los últimos años se las han tenido que ver con las «garras» del «monstruo» burocrático en el que se ha convertido la Unión Europea con su apetito voraz por convertirse también en una unión política y fiscal, lo que limita las competencias en materia impositiva y económica al máximo de los distintos Estados Miembros en detrimento de lograr mayores niveles de empleo e inversión.

Google ha recibido hasta tres procesos sancionadores por parte de la Comisión por «perjudicar» al mercado interior común abusando de su posición de dominio en su sector. Esto es, la UE ha preferido proteger a los pequeños productores, que si no tienen un peso más grande en el mercado es porque no han sabido satisfacer las necesidades de los consumidores, algo que la compañía de Mountain View (California) sí ha conseguido, creando más de 40.000 empleos en todo el mundo y facilitando la vida de millones de consumidores a través de sus aplicaciones.

Por otro lado, hace unas semanas el politburó bruselense reclamaba a Apple 13.000 millones de euros por recibir ayudas estatales por parte de Irlanda al recibir ventajas fiscales con respecto a otros competidores dentro de la Unión Europea. Esto es, según la Comisión, a pesar de que Irlanda haya dicho que Apple ha pagado todos los impuestos establecidos según la legislación del país, esta no es razón suficiente para no declarar de «privilegio» el pagar menos impuestos, no con respecto a otras compañías establecidas en la Isla, sino con respecto a otras empresas en Europa, esto es, se tacha de discriminación positiva el trato recibido por parte de la firma de la manzana. Por este mismo motivos,  también Google y Amazon están en el punto de mira y podrían recibir expedientes sancionadores próximamente.

Estos son solo unos pocos de los continuos ataques que la Unión Europea está perpetrando sobre el libre mercado, la soberanía y la competencia fiscal de los distintos Estados Miembros, siendo Irlanda la más perjudicada. El libre mercado porque atacar de forma directa los modelos de negocio de las empresas, por constituir una posición dominante es una forma de reducir la libertad para que cualquier empresa pueda desarrollar sus productos de tal forma que pueda satisfacer de la mejor manera posible las necesidades de los consumidores. La soberanía y competencia fiscal de los Estados Miembros se ven perjudicadas al limitar el poder que pueden mantener estos a la hora de fijar condiciones fiscales más ventajosas que permitan lograr mayores niveles de actividad económica, al facilitar la creación de empleo y el establecimiento de negocios y comercio.

Y eso que en principio, una armonización fiscal no tendría por qué ser mala si se pretende con ello reducir las trabas y barreras legislativas e impositivas que dificultan y, en ocasiones, impiden el comercio y la actividad económica; este fue el objetivo con el que se constituyó la Unión Europea, pero que a día de hoy parece que se han olvidado desde Bruselas, Berlín y París, a saber, parece que se ha pretendido cambiar los principios fundacionales por el deseo de construir una Europa unificada sin tener en cuenta que eso puede perjudicar el desarrollo económico de los Estados Miembros. Una unión política cueste lo que cueste, sin tener en cuenta que no debe ser un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar el éxito tanto político como económico.

Quizás, lo que debemos copiar es el modelo irlandés de impuestos bajos y economía libre, lo que le ha valido para registrar un espectacular crecimiento del 26,3% en el año 2015 y lograr un descenso en las cifras del paro de 5,3 puntos porcentuales desde el año 2012. Esto le ha servido a Irlanda la capacidad para atraer grandes empresas como Apple o Google, creando empleo y riqueza gracias a sus grandes inversiones que ahora se ven amenazadas, como ha señalado el consejero delegado de Apple, Tim Cook; mientras que Europa no consigue asomar la cabeza de la recuperación económica y no lo conseguirá si prefiere los impuestos al empleo, llevándonos por un camino de servidumbre a todos los europeos.

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