Aranceles al talento o lucha contra el fraude

La reciente Proclamación Presidencial firmada por el presidente Donald Trump el pasado 19 de septiembre de 2025, bajo el título «Restriction on Entry of Certain Nonimmigrant Workers» impone aranceles al talento, con un nuevo pago de 100.000 dólares para las nuevas solicitudes de visas H-1B. Se trata de un aumento drástico respecto del coste previo de 1.700-4.500 dólares, incluidas las tarifas administrativas, lo que ha provocado una vez más caos y confusión.
Esta medida, ya en vigor, se aplica solo a las nuevas solicitudes de los trabajadores extranjeros fuera de los EEUU y busca priorizar el talento estadounidense, limitando los abusos en el programa y elevando los estándares salariales para proteger a los trabajadores estadounidenses.
Sin embargo, desde una perspectiva geoeconómica, intersección entre la geografía, la economía y el poder geopolítico, incluyendo los flujos de talento, las cadenas de suministro globales y la competencia estratégica, el impacto será mixto. Habrá unos beneficios a corto plazo en los campos de la protección laboral interna, pero unos crecientes riesgos de erosión de la competitividad global de EEUU a medio y largo plazo.
Los impactos económicos internos en los EEUU son muy claros. Empezando por la reducción de los costes para las empresas que contraten talento local. Se prevé que las gigantescas corporaciones tecnológicas del país, como Amazon, Meta, Google, Microsoft, Facebook, Apple e IBM, no se vean demasiado afectadas, sin embargo las nuevas tasas será un incentivo para que las empresas medianas y pequeñas opten por contratar trabajadores estadounidenses, especialmente en empleos de nivel inicial o medio, donde el coste de la visa no se justificaba para salarios inferiores a unos 225.000 dólares anuales que es el punto de equilibrio estimado para un período de tres años.
Cuando el Congreso aprobó en el año 1990 la legislación por la que se creaba el programa H-1B, se hizo ante la amenaza de escasez de mano de obra de alta cualificación. Cuando George Bush lo convirtió en ley, dijo que el programa «fomentaría la inmigración de personas con un talento excepcional, como científicos, ingenieros y educadores».
Desde entonces los empresarios han utilizado las visas, válidas durante tres años y prorrogables por otros seis, para contratar a trabajadores extranjeros excepcionales con conocimientos especializados, principalmente en ciencia y tecnología, cubriendo vacantes para las que no pueden encontrarse trabajadores estadounidenses con esas capacidades similares.
El mecanismo es simple. Los empresarios presentan una petición al gobierno en nombre del trabajador extranjero que desean contratar, y describen el puesto de trabajo, el salario y las cualificaciones de la persona seleccionada para ocuparlo.
El programa H-1B confiere un estatus temporal en Estados Unidos, no la residencia. Sin embargo, muchos empresarios acaban patrocinando a trabajadores con visas H-1B para que obtengan la green card, que pone a la persona en el camino hacia la ciudadanía estadounidense.
Los críticos con el sistema anterior, afirman que, con la nueva tasa de 100.000 dólares en cuota única, se fomentará un mercado laboral más equilibrado, con nuevos talentos STEM en determinados sectores entre los estadounidenses, reduciendo además la competencia desleal con salarios más bajos ofrecidos a los inmigrantes y potencialmente con una elevación de los salarios locales en dichos sectores clave, las tecnologías de la información, la ingeniería, las finanzas y la sanidad.
Los titulares de H-1B, el visado del que más se abusa en boca de los detractores, y sus familias aportan unos 86.000 millones de dólares anuales a la economía de EEUU, incluyendo 24.000 millones en impuestos federales y 11.000 millones en impuestos estatales y locales.
Con menos entradas de este tipo de trabajadores, se estima una contracción en el gasto de consumo e inversión, afectando principalmente a aquellos estados que son hoy, unos hubs de tecnología y finanzas como California (61.841 aprobaciones en el último trimestre), Texas (27.244) y Nueva York (22.526).
Es cierto que en el pasado se han conocido abusos del mecanismo, utilizando el programa para traer a inmigrantes a puestos de trabajo que habían ocupado previamente trabajadores estadounidenses. En el año 2015, a unos 250 trabajadores del área de tecnología de la Corporación Walt Disney World, cerca de Orlando en Florida, se les comunicó que iban a ser despedidos y que tendrían que capacitar a sus sustitutos.
Los nuevos empleados eran personas con visas H-1B a quienes había traído una empresa de subcontratación con sede en la India. Episodios similares afectaron ese mismo año a empleados de Toys R Us y a New York Life Insurance Company.
Empresas como Amazon con más de 10.000 H-1B, Microsoft y Google se enfrentan a costes adicionales de hasta un millón de dólares por cada 10 visados, lo que podría reducir su expansión, elevando también los precios para sus clientes.
El impacto económico será muy importante en el crecimiento y la innovación con reducciones del crecimiento del PIB de los EEUU de hasta el 2%. Estudios anteriores habían calculado que los trabajadores con la visa H-1B, que hoy poseen 730.000 trabajadores en los EEUU habían impulsado entre el 30 y el 50% del crecimiento de la productividad, entre los años 1990 y 2010, aumentando el número de patentes, de nuevas startups y de empleos nativos. La nueva restricción podría agravar la dificultad de encontrar perfiles en los campos como la inteligencia artificial y la biotecnología.
Desde la geoeconomía, estas nuevas tasas no son solo parte de una política interna, sino un movimiento de retirada en toda regla en la llamada «guerra por el talento» global, donde los EEUU compiten con naciones rivales como China, la India, el Reino Unido y la Unión Europea por mano de obra de alta cualificación.
El 70% de los H-1B son para ciudadanos indios, y la medida acelerará un «brain drain» inverso, beneficiando a sus competidores. Países como Canadá, Reino Unido y Alemania están «extendiendo la alfombra roja» al talento indio y chino, con propuestas de visados rápidos, salarios mínimos de 140.000 dólares y fondos para su relocalización. Por ejemplo, el Reino Unido amplía su Global Talent Fund para ingenieros afectados, mientras Canadá ofrece compromisos de empleo de tres años.
En Alemania ya trabajan por atraer 280.000 ciudadanos de la India con alta cualificación con la denominada Chancenkarte lanzada en 2024 basada en puntos de conocimiento de idiomas, calificaciones académicas y áreas de expertise como ciberseguridad, datos y semiconductores, inteligencia artificial y tecnologías de la información.
Estas medidas fortalecerán sus economías en sectores estratégicos, erosionando a lo largo del tiempo la ventaja comparativa actual de los EEUU en las actividades de alta tecnología, un área que es clave para su hegemonía económica y militar
A partir de este momento, las empresas estadounidenses podrían llevar algunas de sus operaciones a India o México donde el talento es accesible sin tasas tan prohibitivas, imposibles de asumir para las Pymes y start ups.
Los efectos de los aranceles
Esta medida, también reducirá la atracción de inversión extranjera directa (IED) en los EEUU, que depende de este tipo de visados, H-1B, en el 15% de las aprobaciones de áreas metropolitanas como Nueva York y San Francisco.
A nivel geopolítico, debilita la influencia de los EEUU en alianzas como el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad) que tiene Australia, Japón y EEUU con India, al tensionar relaciones bilaterales con la India cuyos nacionales copan el 70 % de este tipo de visados, y fomentan la autosuficiencia en rivales como China que recibirá gustosamente ese talento dentro de sus planes de inversión en retención de talento.
En la actualidad, India cuenta con más de 1.700 centros de productividad de empresas tecnológicas internacionales, que crean casi 2 millones de empleos e ingresos de exportación de alrededor de 64.000 millones de dólares.
No solo India, sino también muchos otros países como el Reino Unido o la Unión Europea se están convirtiendo en nuevos destinos donde las empresas tecnológicas estadounidenses pueden establecer centros de trabajo y contratar personal extranjero, gracias a la disponibilidad de recursos humanos tecnológicos y al dominio del inglés.
Se espera que esto ayude a estos países a crear nuevas áreas tecnológicas destino de la atracción de talento global cuando el camino hacia Silicon Valley se vuelva más estrecho en un futuro no muy lejano.
La Casa Blanca está argumentando que con esta medida se protege la «seguridad nacional» al limitar la dependencia de talento extranjero en campos sensibles, incentivando inversión en educación STEM doméstica.
El debate político sobre esta medida es de alto voltaje. Se han escuchado voces en el Congreso afirmando que el anterior sistema era una «estafa para importar mano de obra extranjera barata a costa de los estadounidenses», relacionando esa dinámica con la expansión de la inteligencia artificial, que amenaza en paralelo millones de empleos administrativos.
La acusación incluye la idea de que las universidades y las grandes empresas tecnológicas en suelo norteamericano se benefician del sistema, en detrimento de los graduados nacionales.
Sin embargo, los datos sugieren que los inmigrantes con la visa H-1B han creado a lo largo de décadas muchos más empleos y patentes que los nativos, lo que sin duda ha contribuido a amplificar el poder económico de los EEUU de una manera global.
En resumen, a corto plazo, la nueva tarifa podría generar hasta 100.000 millones en ingresos fiscales anuales, asumiendo 85.000 visados adicionales, pero a medio plazo, amenaza con una caída del PIB, una menor innovación y una pérdida del liderazgo geoeconómico de los EEUU.
El Departamento de seguridad Nacional, DHS, ha propuesto ponderar la cualificación y los salarios. Para mitigar los daños enunciados, los expertos recomiendan reformas en la asignación del cupo, estableciendo un sistema basado en habilidades en lugar de método actual de la lotería que es puro azar, equilibrando la protección laboral con la verdadera atracción de talento.
Esta política ilustra la gran tensión entre el proteccionismo nacional del empleo cualificado, una vez se compruebe que la inteligencia artificial terminará con muchos empleos administrativos y la globalización tecnológica, con los EEUU arriesgando su posición actual de liderazgo en la economía el nuevo orden mundial del siglo XXI.
Ingenium pressura fugit
José Luis Moreno, economista ha sido director de Economía en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de Madrid. Analista económico y empresarial.