Ambos se sinceran

El vía crucis de Julio Alberto y Dani Benítez por las drogas: el cambio radical que les salvó la vida

El vía crucis de Julio Alberto y Dani Benítez por las drogas

Y el cambio radical que ambos futbolistas hicieron y que les salvó la vida

Recuerdan sus peores momentos a causa de la mala vida, las adicciones, etc.

Dani Benítez, Julio Alberto
Dani Benítez y Julio Alberto

Dani Benítez y Julio Alberto son dos futbolistas de generaciones totalmente diferentes pero con algo en común. De hecho, el primero de ellos sigue en activo compitiendo y matando el gusanillo en el CD Huétor Tájar granadino, mientras que el asturiano se retiró a principio de los 90, llegando a quedarse sin amigos, sin familia, sin hogar… Ambos están unidos por sus problemas de adicciones, y recientemente se han sincerado acerca del infierno que vivieron en su día a causa de las drogas.

«Mi vida me ha llevado a este polígono. He empezado un proyecto con un amigo para hacer productos naturales. Me he criado en un barrio humilde, en un pueblecito y estoy acostumbrado a ello», cuenta Dani Benítez sobre su vida actual, relatando también los problemas que tuvo en su infancia: Había muchas peleas entre mis padres, aquello era un infierno. No he tenido ese cariño que se le transmite a un hijo. Me fui de casa antes de cumplir los 16 años».

«Había muy pocos en el Mallorca que supieran de mi vida personal. Mi madre venía a verme jugar, mi abuela… Luego llegué al Granada, al poco tiempo falleció mi madre y ahí cambió todo. Diría que es el momento más duro de mi vida. Murió con 45 años de cáncer. Mi madre siempre me decía que tenía que llegar a Primera División. Cuando ella fallece tenía ese sentimiento de deuda con ella. Conseguimos ascender. Futbolísticamente era muy feliz. Joven, con pasta para hacer lo que quisiera. Cada domingo era mejor. Estaba viviendo un sueño, eso era la hostia. Ayudaba a muchísima gente. Les he llenado la nevera de su casa. Le he comprado ropa a siete u ocho amigos, le he pagado los estudios a mis primas, he ayudado a familias de amigos míos que estaban en la cárcel», añade el todavía futbolista en activo.

Poco a poco, Dani Benítez fue perdiendo la cabeza en lo que se refiere al dinero y a su estilo de vida. «He hecho locuras. Un día me gasté 25.000 pavos en una noche de fiesta y casino. Claro que piensas que tienes la vida solucionada, pero luego viene el batacazo. Pasé a ser una especie de oveja negra, me llamaban fiestero, borracho. Cuando me acusaron de un robo en el campo del Granada… Con el tiempo es gracioso. Me llamó el presidente porque la Policía quería hablar conmigo. Me acusaban de participar porque como conocía gente…», cuenta.

Poco después pasó lo que todo el mundo sabe. En una fiesta previa a un entrenamiento, consumió cocaína, le tocó el antidoping tras el partido del fin de semana y se lo reconoció al médico. «Yo no era feliz. Ya había conseguido lo que quería y había perdido la ilusión. Eso me mató. Me bebía un par de cubatas y se me olvidaba todo. Me daba igual todo». Dio positivo y fue el centro de los focos durante mucho tiempo, decidiendo encerrarse en casa. «Pensé incluso en quitarme la vida. Llegó un día en el que dije que o me quito de en medio y me suicido o cambio radical. Me costó, pero cambié. Me perdoné, por supuesto. Cuando has hecho algo así, si no lo haces los demonios te tocan la puerta. Esa fue la clave, perdonarme a mí mismo. Ya no hay nada que pueda conmigo. Puedo tener un día de bajón, pero me levanto y sigo. Ahora digo con la boca bien grande que estoy orgulloso de quien soy», finaliza en el programa Salvados de La Sexta.

Dani Benítez, Julio Alberto y las drogas

Por su parte, Julio Alberto fue internacional con España, jugó en el Barcelona, en el Atlético de Madrid… Un futbolista de élite con mucho éxito que echó a perder todo por las adicciones. Ahora, dedica su vida a una fundación que se encarga de la prevención y el trabajo de no normalizar las drogas en esta sociedad: «Hay gente que peregrina a mi casa, no sé ni cómo la encuentra, para pedirme ayuda. Llevo veinte años trabajando en cárceles, centros de menores…».

«El éxito es algo complicado de gestionar, más cuando va acompañado de dinero, de fama. Nunca te pasa nada. Va tan rápido tu vida, que a los tres días cualquiera es amigo tuyo. No te paras a pensar en sus intenciones. Hay tantos que se acercan en ese círculo… Un día me llamó mi madre para que fuera a comer a casa y le dije que no podía. Me preguntó por qué y respondí que tenía cosas que hacer. Era mentira. Me iba de compras a Nueva York. ¿Me quieres decir qué cojones hacía yo comprando jerseys en Nueva York?, ¿sabes el tiempo que he perdido de comer con mi mamá y mis hermanos? No lo necesitaba. Me arrepiento porque he perdido un tiempo maravilloso. Ahora puedo construir otro, pero mi madre ya no está aquí», cuenta.

«Creo que no he sido un buen padre ni un buen hijo. Ahora sí que lo soy. Estuve tan pendiente de mí que no lo he estado de los demás. ¿Retirada? Estaba agotado, necesitaba un cambio en mi vida. Podría haber jugado cuatro o cinco años más. Quizás me hubiera gustado apurar un poco más. Gaspart me ofreció tres años más», desvela. Y cuenta cómo salió del infierno de las drogas: «Es un camino largo, muy largo. No cambiaría nada. Los peores momentos también tienen su provecho. Es lógico que tengas que pagar por tus errores, pero vas a encontrar muchas puertas cerradas y un largo camino por recorrer. Te va a enseñar mucho. Cualquier dificultad de los demás te va a parecer ínfima».

«La presión deportiva es de niños comparado con la exclusión y el rechazo social de la gente. Esa parte es durísima. Tardas veinte años en recuperar otra vez. Me hizo mucho daño. Mi motivación fue volver a tener una familia, mi único objetivo. Ahora l tengo, ya lo creo. Todo lo que he soñado yo en mi vida desde que era un niño lo tengo hoy. Se ha cumplido todo. Tengo una hija maravillosa, tres pastores alemanes… Yo no soñaba con jugar al fútbol, soñaba con tener una chimenea por una película que vi de pequeño y se me quedó grabado. Y mi fundación, quería pelea, educar, estar con los chicos, que el impacto de las drogas sea menor. Luchar contra las adicciones. Que cada año vaya a menos», finaliza.

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