Un Real Madrid de videojuego
Un Real Madrid de videojuego. Un fútbol casi virtual, preciso y precioso, a veces corto y a veces largo, siempre medido, como si estuviera dirigido por una Play Station invisible en manos de Lopetegui. El equipo blanco arrolló al Leganés, con otro gol de Bale y doblete de Benzema que se han desatado, ratificó su liderato y dejó la sensación de que, a falta de Cristiano, el equipo lo puede todo.
A la tercera jugó Courtois. Y Modric, claro. Lopetegui se los estaba guardando como quien se deja para el final las patatas crujientes de una guarnición. El belga y el croata, estrellas del Mundial cada uno en su oficio, serán capitales si Julen quiere que su Real Madrid tenga éxito.
A Keylor le esperaba un asiento de esos ergonómicos en el banquillo del Bernabéu. Debería ir cogiendo la postura porque va a ser su lugar natural casi todos los partidos. También iba al banquillo Isco, aunque este más por descanso que porque le vayan a quitar el puesto.
El once del Real Madrid sonaba a titularísimo, con Carvajal, Varane, Ramos y Marcelo –la defensa del último lustro– y con Casemiro, Kroos y Modric en el centro, los mismos centrocampistas que llevan siendo titulares un trienio. Arriba la BBA –Bale, Benzema y Asensio–, afinando puntería para que Cristiano vaya siendo más un recuerdo que un referente.
De salida el Leganés no salió encogido como un gnomo sin gorro sino estirado y valiente como un torero. La presión del equipo de Pellegrino dificultaba la salida de balón del Real Madrid, que poco a poco iba encontrando atajos entre las emboscadas pepineras. Por uno de esos callejones encontró un camino Marcelo para asistir al desmarque de Asensio, cuya vaselina lamió por fuera el larguero de Cuéllar.
Perdona Asensio, marca Bale
Poco a poco, los jugadores del Real Madrid, otrora perezosos, empiezan a aprender los mecanismos de eso que los esnobs llaman la presión alta, que no es sino presión pura y dura. Se puede presionar o no presionar, pero no se puede presionar alto cuando el campo es plano. El toque y la intensidad del equipo de Lopetegui obligó al Leganés a encerrarse en su área.
Y tanto se encerró que el gol del Real Madrid acabó cayendo. Ramos dibujó una diagonal perfecta a la subida por la derecha de Carvajal. El lateral asistió de primeras y de cabeza al centro del área. Allí estaba Bale que enganchó una volea blandita y templada, pero Cuellar quiso adornarse y en lugar de despejarla, la echó para adentro. Bale seguía en los números de Cristiano: tres partidos, tres goles.
El gol despistó al Real Madrid, que se durmió y acabó regalando un penalti al Leganés. Lo hizo Casemiro por entrar dentro del área igual que en el centro del campo. El penalti lo marcó Carrillo, que engañó a Courtois por bajo. Igualaba el partido el Lega, más por casualidad que por méritos.
El gol zarandeó al equipo de Lopetegui que, igual que hace Garbiñe en el tenis, se fue del partido. Benzema pasaba más inadvertido que un pijo en Pozuelo y Asensio se hartaba de levantar la mano pero no se la echaban. La primera vez que Karim tocó la pelota pudo ser el 2-1, pero lo evitó un pie milagroso de Cuéllar.
Benzema marca…. y el VAR le salva
De salida en la reanudación volvió a apretar el Real Madrid. Benzema marcó un gol aparentemente legal con un cabezazo picado tras un pequeño forcejeo con el defensa del Leganés. Jaime Latre lo anuló. Nadie sabe qué le pasó por la cabeza pero el pinganillo le avisó de que esa falta sólo existió en su imaginación. El árbitro se fue al VAR y dio validez al gol de Karim porque era legal. Fue una celebración en diferido, con Lopetegui y Pellegrino viendo las imágenes por la tele, pero el Bernabéu cantó gol… más vale tarde.
El gol volvió a desatar al Real Madrid, que atacó en estampida. Kroos y otra vez Benzema volvieron a susurrar a la portería de Cuéllar. No encontraron el gol. Lopetegui iba a meter a Isco por Modric justo cuando llegó el tercero de su equipo. Fue una sucesión de paredes entre los tres tipos de más talento para triangular que tiene Julen: Marcelo, Modric y Benzema. Karim se fue haciendo sitio en el área y marcó de disparo cruzado.
Ya con el partido en el bolsillo, el Real Madrid siguió atacando y el Leganés defendiéndose. Mal se defendió Bustinza que atropelló a Asensio dentro el área y cometió un penalti obsceno. Sergio Ramos lo marcó y logró el 4-1 para los blancos.
El Bernabéu se relamía con la salida de Isco por Modric y con su equipo jugando un fútbol de videojuego. Regates, centros, amagos y, sobre todo, muchos toques. Así juega el Real Madrid de Lopetegui y así, así, así gana el Madrid. Los minutos de la basura transcurrieron con los blancos acumulando ocasiones como si tuvieran el síndrome de Diógenes de meter más goles.
Al final, el Leganés resistió el paso del tiempo y no le cayeron más goles. Tampoco los necesitaba el Real Madrid, que selló su tercera victoria consecutiva en Liga, ratificó su liderato y, con 9 puntos disputados, ya le saca cinco al equipo que más dinero se ha gastado en España: el Atleti. No lo digo por molestar.