Pogacar se corona en Zúrich con una exhibición Mundial
Tadej Pogacar gana el Mundial después de un ataque casi suicida a falta de 100 kilómetros de meta
Consigue uno de los pocos títulos que le faltan, con O'Connor segundo y Van der Poel en tercera posición
Evenepoel vuelve a ganar el mundial de contrarreloj por segundo año consecutivo
Lo de Tadej Pogacar se queda sin calificativos. El esloveno se ha propuesto hacer historia en este deporte y convertirse en el mejor de todos los tiempos y, poco a poco, va dando pasos para poder hacerlo. En Zúrich ha ganado uno de los únicos títulos que le faltaban: el Mundial que le da derecho a portar el maillot arcoiris. Pero no es sólo el qué ha hecho, sino el cómo, porque Pogacar hizo más de un tercio de la prueba en solitario, atacando a 100 kilómetros de meta.
Ben O’Connor, tras su segunda plaza en la Vuelta, sorprendió con la plata, tras un ataque a poco más de un kilómetro. El podio lo completó Mathieu Van der Poel, que se impuso en el sprint final al resto del grupo en el que estaban Remco Evenepoel, Hirschi o un meritorio Enric Mas, que tuvo opciones hasta el final.
El de Pogacar fue un ataque demoledor, de esos que pasan a la historia y que para todo ciclista es un suicidio asegurado. También estuvo a punto de serlo para él, puesto que en la última vuelta lo pasó realmente mal para mantener la renta de más de un minuto que había conseguido lograr. Sin embargo, consiguió llevarse una victoria legendaria, de esas que se recordarán, desafiando a la lógica de un deporte en el que los excesos se pagan muy caros y más en un Mundial de 275 kilómetros, en el que la exigencia del recorrido es la que termina seleccionando la carrera.
Pogacar era el claro favorito para ganar. Se sabía que, llegado un punto, atacaría, faltaba saber cuándo. Lo que no entraba entre las opciones era que lo hiciera cuando quedaban 100 kilómetros para la meta, con una fuga por delante que estaba más que controlada. Pero ahí emergió de nuevo el caníbal moderno, para dejar atrás a Evenepoel y Van der Poel, teóricos rivales del esloveno en Zúrich, e imponerse sin oposición.
Aunque al final se le hizo larga la carrera, algo que viniendo de él ya llama la atención. Le costó mucho aguantar la diferencia en los kilómetros finales, tras estar 100 kilómetros en solitario. Pese a ello, la contundencia con la que se impuso el del UAE fue brutal. Un ciclista que está acostumbrado a dar recitales prácticamente cada vez que corre, eligió el mejor momento de la temporada para exhibirse de una manera nunca antes vista. Al favoritismo con el que llegaba, respondió con una superioridad abismal y abusiva, para enfundarse sin oposición de ningún tipo el arcoiris.
El Mundial ponía prácticamente la guinda a la temporada en Zúrich. En un todos contra Pogacar, la Bélgica de Evenepoel y la Holanda de Van der Poel eran las otras selecciones a tener en cuenta. Para el resto de equipos, como el español, la francesa o la italiana, las opciones eran más que limitadas. Pasaban por consolidarse en una fuga temprana en la que consiguieran una renta suficiente respecto al pelotón para que, cuando llegara el temido ataque del caníbal moderno del ciclismo, estuvieran lo suficientemente lejos como para no ser alcanzados.
En el caso de España, pese a contar con el mejor equipo de los últimos años, con Mikel Landa y Enric Mas como líderes, pero con bazas como Ayuso, Aranburu, Lazkano o Castrillo, todo empezó mal. Landa tuvo que abandonar por una caída, mientras que Pello Bilbao también se fue al suelo y terminó también rindiéndose. Sólo Castrillo, revelación de la Vuelta, intentó sin éxito marcharse y meterse en la fuga. Quedaba Enric Mas, con los favoritos hasta el final.
Pogacar reventó el Mundial a 100 kilómetros
Aunque se contaba con el ataque de Tadej Pogacar, lo que no se esperaba es que hiciera un ataque a 98 kilómetros de meta. Se iba del pelotón, sin que Bélgica y Holanda pudieran pararle. Los belgas habían endurecido junto a Eslovenia el ritmo de carrera, conscientes de que tenían que controlar de cerca al campeón del Tour. Pero no pudieron.
Pogacar se fue en busca del grupo de cabeza de carrera en solitario, sin oposición ni nada que se le pareciera. Tiró solo hasta que se encontró con su compatriota Tratnik, que le estaba esperando para llevarle al grupo que lideraba la carrera, en el que había amenazas reales como Cort Nielsen, Vine, Sivakov, Lipowitz u Oliveira.
Les dio caza 10 kilómetros después y a falta de 77 kilómetros se fue con su compañero de equipo –que no de selección– Sivakov. Los dos estuvieron durante varios kilómetros mano a mano, hasta que Pogacar hizo el último ataque, descolgando a su compañero en el UAE. Por detrás les tocaba moverse a los Van der Poel o Evenepoel. El primero en hacerlo fue el belga, que consiguió seleccionar el pelotón, llevándose a su rueda al holandés y, también, a Enric Mas. El balear era el único español que ya resistía en el grupo principal, mientras que Pello abandonaba definitivamente tras la caída sufrida al comienzo de la prueba.
Por delante de ellos aparecían Healy y Skujins, a los que consiguieron dar caza en la última vuelta. Enric Mas salió a frenar a Hirschi, que quería coronarse en casa. El suizo volvió a probarlo en el tramo final, a cinco kilómetros de meta, cuando Pogacar ya había asegurado su victoria pese al amago de pájara. El esloveno entró en meta con una ventaja cercana a un minuto, proclamándose sin oposición campeón del mundo.
Llegaron por detrás los favoritos, con Ben O’Connor en segunda plaza, tras un ataque también fulminante, a poco más de un kilómetro. Lo intentó Enric Mas, pero no pudo llevarse el bronce ante un rapidísimo Van der Poel, que superó al resto y dejó sin medalla a un Evenepoel que se tiene que confirmar ‘sólo’ con el oro de contrarreloj.