En Copa sí pega
El Real Madrid, más vale tarde que nunca, recuperó su pegada para golear al Numancia en un partido gris. El 0-3 certifica prácticamente el pase de los blancos a los cuartos de final de la Copa del Rey, pero no debe tapar los defectos de un equipo que debe mejorar todavía mucho si quiere plantar cara al PSG en el duelo de Champions que marcará su temporada. Marcaron Bale e Isco, ambos de penalti, y selló la goleada Borja Mayoral con un cabezazo en la prolongación.
Zidane arrancaba el año con un once plagado de rotaciones. En Madrid se habían quedado el misteriosamente lesionado Benzema, además de Sergio Ramos, Marcelo, Kroos, Modric y Cristiano Ronaldo. Casi nada. Y Bale era titular. Era su primer partido en el once desde septiembre y en las frágiles espaldas del galés depositaba el Real Madrid gran parte de sus esperanzas en el duelo de Los Pajaritos.
Jugaba Kiko Casilla, con su futuro casi en el aire. Por delante, una línea de cuatro con Carvajal, Nacho, Vallejo y Theo. En el centro del campo, Lucas Vázquez y Asensio en los costados, con Marcos Llorente y Ceballos en el eje. Arriba, el citado Bale ejercía de acompañante de Borja Mayoral. O viceversa.
Arrancó el partido con un Numancia descarado, adelantada la defensa y muy juntita la línea del centro del campo, que intentaba recortar espacios al Real Madrid. Los blancos maduraban cada jugada en busca del área de Munir. Una falta de Bale que se estrelló contra la barrera fue el primer aviso de que los blancos no querían quedarse pajaritos.
Respondió el Numancia con una jugada en la que Higinio robó la cartera a Theo como si fuera un juvenil y se plantó solo ante Kiko Casilla, que desvió su disparo raso con la punta de los guantes. Volvía a sestear el Real Madrid ante un rival que estaba dispuesto a ponérselo más difícil que el Tribunal Supremo a Junqueras.
El Madrid aprieta pero no ahoga
Al filo del minuto 20 volvió a asomarse el Real Madrid al área del Numancia. Fue una incursión de Lucas Vázquez, que culminó con un golpeo defectuoso con el exterior de la pierna derecha. Pero los ataques blancos eran pellizcos de monja, Miguelitos de La Roda o abdominales de Falete: blanditos, blanditos, blanditos.
Ceballos empezó a gobernar el partido en cuanto entró en calor. Pases cortos, pases largos, mediopensionistas, horizontales, verticales y diagonales. El talento del utrerano iluminaba a un Real Madrid que se quedaba a oscuras en el área del Numancia. Y al filo de la media hora Borja Mayoral tuvo la ocasión del partido al desperdiciar a un metro del segundo palo una falta botada magistralmente por Asensio.
En el 34 el Numancia hizo un penalti, penalti, un penaltazo, vamos. Lucas Vázquez lo provocó, Carlos Gutiérrez lo cometió y Bale lo marcó. Al Real Madrid le han pitado más penaltis a favor en tres partidos de Copa que en 330 años de Liga, lo que son las cosas, oiga. La buena noticia para Zidane es que su equipo encarrilaba el duelo antes del descanso.
Reanudóse el duelo con el Real Madrid a los mandos del partido, poniendo cerco a la defensa numantina. Los sorianos lo fiaban todo a una contra que les diera un empate para llegar con vida al Bernabéu. Y hasta lo intentó Higinio fingiendo un penalti con tanto descaro como poco acierto. Vio amarilla por pasarse de listo y por actuar como si estuviera en una película de Enrique Cerezo.
Cornada de Diamanka
El dominio del Real Madrid empezó a desquiciar a un Numancia que se puso a rascar como un estropajo viejo. Diamanka vio una segunda amarilla por un pisotón alevoso a Nacho que debió ser roja por sí solo. Los locales se quedaban con uno menos ante la indignación de la parroquia local. No tenían razón.
La expulsión terminó de embarrar el partido. El Numancia buscaba una coartada para su derrota. Y repartía estopa como Bud Spencer en la barra de un bar. El Real Madrid, sabedor de su ventaja numérica y física, distraía la pelota y esquivaba cornadas como quien huye de un inspector de Hacienda.
Zidane metió a Kovacic por Bale porque no era cuestión de que le rompieran su jarrón chino. Luego, ya al filo del 75, también a Isco por un Ceballos que se fue diluyendo como una pastilla de Avecrem. Y justo un minuto después Íñigo Pérez pudo marcar el gol que no marcó Pelé y sí Aragón, pero su maravillosa vaselina desde el centro del campo se estrelló contra el larguero de un adelantado Kiko Casilla.
El susto se repitió tres minutos después en una contra en la que Casilla tuvo que abandonar su área para abortar la llegada de Higinio. El Real Madrid atacaba con un punto de descontrol y se destapaba atrás. No parecía que estuviera con un jugador más. Sólo el reloj se convirtió en su aliado, pasaron los minutos y el equipo de Zidane se llevó la victoria, que fue se amplió después de que Lucas Vázquez forzara otro penalti que transformó Isco y quedó definitivamente sellada con el 0-3 que firmó Borja Mayoral con un cabezazo en el segundo palo.