No es pilates, ni danza, ni yoga: el barré ha venido para quedarse y lo practican las más pijas de tu ciudad
No es pilates, danza ni yoga, aunque toma prestado un poco de los tres
El barré se ha convertido en la nueva disciplina que arrasa entre las que buscan ponerse en forma
Es una mezcla sofisticada de ejercicio funcional, estiramientos, tonificación y equilibrio
No es pilates, danza ni yoga, aunque toma prestado un poco de los tres. El barré se ha convertido en la nueva disciplina que arrasa entre las que buscan ponerse en forma sin renunciar al estilo. Nació como un entrenamiento inspirado en la barra de ballet clásico, pero ha evolucionado hasta convertirse en una mezcla sofisticada de ejercicio funcional, estiramientos, tonificación y equilibrio. Y ahora también parece ser el entrenamiento favorito de las más pijas de cada ciudad, esas que ya cambiaron el running por el pilates reformer y ahora sólo hablan de lo bien que se sienten después de una clase de barré.
El éxito de esta disciplina no es casual. En un momento en el que la rutina deportiva se ha convertido en un complemento del estilo de vida, el barré ofrece exactamente lo que muchas buscan: una forma de entrenar elegante, estética y efectiva. Los movimientos son fluidos, precisos, con música suave o chill de fondo, y todo se realiza en un entorno cuidado, con luces cálidas, espejos de cuerpo entero y, por supuesto, la barra de ballet como protagonista. La idea es trabajar fuerza, flexibilidad y coordinación, pero sin el ambiente competitivo del gimnasio ni la rigidez del ballet clásico. Es una experiencia corporal completa que se vive casi como una clase de bienestar.
El boom de los estudios de barré
En ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, los estudios especializados están viviendo un auténtico boom. Nombres como Studio One, The Class, Körper Barre o Barre & Co llenan sus horarios con alumnas que van desde jóvenes profesionales hasta madres que buscan una alternativa al gimnasio tradicional. Las clases de barré suelen combinar ejercicios de ballet con movimientos de pilates y yoga, haciendo hincapié en el trabajo postural y la tonificación profunda de los músculos. En una hora se pueden quemar calorías, ganar fuerza y mejorar la postura, todo sin saltos bruscos ni impactos, lo que hace del barré una opción ideal para todo tipo de cuerpos y edades.
Pero, más allá del entrenamiento, el barré se ha convertido también en una tendencia social y estética. Las que lo practican no solo buscan resultados físicos, sino también formar parte de una comunidad con una identidad clara. En Instagram y TikTok abundan los vídeos de estudios con estética nórdica y frases motivadoras y, claro, eso también ayuda a que cada vez más gente quiera probarlo.
Una de las claves de su éxito es que el barré combina lo físico con lo emocional. En cada sesión se trabaja la respiración, la conciencia corporal y la alineación, lo que genera una sensación de bienestar muy similar a la del yoga, pero con un toque más dinámico y tonificante. Al no necesitar un nivel técnico previo, cualquier persona puede apuntarse y adaptarse progresivamente. Además, muchas profesoras vienen del mundo del ballet o el pilates, lo que garantiza una atención muy cuidada en la ejecución de los movimientos y la corrección postural.
El perfil de quien se apunta al barré está claro, pues suelen ser mujeres que valoran la estética del movimiento, la salud física, el autocuidado y la elegancia. No es raro encontrar en la misma clase a una abogada, una arquitecta y una influencer, todas con la intención de desconectar, cuidar el cuerpo y sentirse bien. El ambiente suele ser tranquilo y exclusivo, aunque cada vez hay más centros que ofrecen versiones más asequibles o clases online para practicar en casa. Lo cierto es que el barré ha llegado para quedarse.