Muere Ignacio Zoco, leyenda del Madrid de los ‘yé-yé’
“Un pedazo de futbolista y un pedazo de pan”. Así definen a Ignacio Zoco (Garde, 1939-Madrid, 2015) los que integraron junto al navarro el inolvidable Real Madrid de los ‘yé-yé. El genial centrocampista, una de las mayores leyendas de la historia del club blanco, ha fallecido a los 76 años víctima de un cáncer. El madridismo llora la pérdida de uno de sus hijos más queridos, pero su leyenda en el Bernabéu ya es eterna.
En su impresionante palmarés relucen 434 partidos oficiales defendiendo la camiseta blanca, siete Ligas, dos Copas y una Copa de Europa, la Sexta del club blanco en su laureada historia con la máxima competición continental. Pero más allá de sus títulos, Zoco dejó un recuerdo imborrable para el madridismo, el de un futbolista que ejemplificó como pocos los valores del club: solidaridad, esfuerzo, compañerismo y deportividad. Un futbolista, pero sobre todo un señor.
Tan profunda ha sido su huella en el Real Madrid que Ignacio Zoco ha ocupado hasta su último día el cargo de Presidente de la Asociación de exjugadores del Real Madrid, ocupando el puesto que dejó Don Alfredo di Stéfano.
Natural de Navarra, Zoco soñó con jugar al fútbol tras ver un partido en el que Osasuna goleó al Sabadell en El Sadar por 6-2. Su tío Ricardo le regaló aquella tarde seis pesetas que el pequeño Zoco gastaría en lo que sería después su profesión y su pasión: el fútbol.
Roncesvalles, Obereña, Iruña y Osasuna fueron los primeros equipos de su carrera. A los 22 años jugaba con el equipo rojillo en Segunda, pero el seleccionador nacional, Pedro Escartín, le llamó para un partido ante Gales. En una de esas concentraciones con España Raimundo Saporta, mano derecha de Santiago Bernabéu, telefoneó a Zoco y a Félix Ruiz, otro de los jóvenes de talento de aquella selección: “¿Queréis jugar en el Real Madrid?”, les dijo. Zoco se quedó sin palabras. La respuesta era un sí rotundo, así que el navarro eligió el blanco y plantó a sus otros dos pretendientes: Barcelona y Atlético.
Un año de cesión en Osasuna dio paso a su salto al Madrid en 1962, a las órdenes del mítico Miguel Muñoz. Zoco se haría indiscutible en el equipo titular blanco durante 12 temporadas, primero como centrocampista junto a Muller y Pirri y luego como defensa central. Ganó la Eurocopa del 64 con España, en aquel partido del gol de Marcelino a la URSS, y la Copa de Europa del 66 con el Madrid y se le escaparon dos finales: la del 64 ante el Inter y de Copa de Europa y la del 71 de Recopa contra el Chelsea.
Zoco colgó las botas en el 74 después de que el Barça de Cruyff le endosara una manita al Real Madrid en el Bernabéu. “No quiero seguir como jugador”, dijo entonces. Aquel mismo año de su despedida se tomaría la revancha en la final de Copa al ganar a los azulgrana por 4-0. Grosso, capitán del equipo entonces, le cedió el brazalete y el puesto para que Zoco levantara el trofeo.
Se despidió del Bernabéu el 28 de agosto de 1974, en un partido homenaje ante el Panathinaikos (3-0). Se iba el jugador y empezaba la leyenda: “El Real Madrid es lo más grande que le puede pasar a un futbolista. Es una honra e imprime carácter”. Un carácter que han convertido a Zoco en uno de esos futbolistas eternos, imborrables, un ejemplo para todos los jugadores que llegaron después a la Ciudad Deportiva del Real Madrid. Un maestro. Un futbolista ejemplar. Un hombre bueno. Descanse en paz.