CHAMPIONS: LEGIA DE VARSOVIA 3-3 REAL MADRID

Silencio, se tropieza

convocatoria del real madrid
Cristiano, ante el Legia. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

El Real Madrid descarriló en Varsovia y tiró un partido que tenía ganado por 0-2. Fue la cantada del silencio en un partido desangelado, sin público ni alma que los de Zidane ni siquiera supieron gestionar desde la superioridad. Los blancos pagaron el pecado de soberbia y acabaron dejándose un empate (3-3) que puede costarles muy caro en sus aspiraciones de ser primeros de grupo.

Zidane ponía de salida una delantera que para sí la querría la mismísima Aurah Ruiz. Bale, Benzema, Cristiano Ronaldo y Morata. Más madera. Como diría el mítico Chiquito, «al ataaaquerrr». La debilidad defensiva del Legia y el campo más vacío que el del Getafe propiciaban ese ataque a medio camino entre el atrevimiento y la esquizofrenia táctica. Habría que esperar a los primeros compases del partido para ver cómo se colocaban sobre el verde.

Antes de ver la disposición del Real Madrid y con apenas 59 segundos de juego Gareth Bale hizo el primero. Fue un centro al área de Coentrao que Cristiano prolongó con la cabeza y el galés, sin dejarla caer, empaló una volea que se coló por la escuadra de Malarz. Pronto encarrilaban los de Zidane un encuentro que apuntaba a goleada.

En la pizarra Bale se acostaba en la derecha, Morata en la izquierda y Cristiano Ronaldo y Benzema andaban más centrados. Eso sobre la pizarra, porque sobre el césped en realidad tenían más libertad de movimientos que los miembros del PSC en sus votos. Mandaba el Real Madrid mientras los polacos bastante tenían con capear el temporal de los ataques del campeón de Europa.

Rondó el Madrid el segundo después de un libre directo que botó Bale y un remate a bocajarro de Varane que sacaron bajo palos los defensores del Legia a la salida del córner posterior. El partido, sin público y con un silencio ensordecedor, tenía la misma emoción que una película de Isabel Coixet. También la tuvo Benzema en el 18, pero Malarz hizo una buena estirada para evitar el tanto.

Chorreo de Champions

El Legia se aprendió el camino de atacar por la banda de Coentrao, que era un perpetuo black friday: estaba llena de oportunidades. Sin embargo, los polacos le ponían tanta voluntad como desacierto. Pasaban los minutos y el Legia, aunque fuera de casualidad, resistía con ese dignísimo 1-0 en contra sostenido por un Malarz que sacó el segundo a Bale en un cabezazo al filo del minuto 25. Tenía pinta de que los goles iban a ir cayendo por su propio peso.

Cada dos minutos el Real Madrid, empujado por la inercia de sus delantero, tenía una ocasión de gol. Que si Bale, que si Cristiano, que si Benzema… No era un asedio, era un chorreo entre dos equipos con tanta distancia como la que hay entre los hijos de Paquirri. En el 34, como era previsible, cayó el segundo. Fue después de una jugada coral de todo el equipo que aceleró Kovacic al filtrar un pase soberbio para Bale, que arrancó por la derecha, vio a Benzema y se la puso para que el francés siguiera engordando su leyenda de goleador en la Champions.

En el fútbol, como en la vida, a veces ocurre lo imposible. Y ocurrió en el 39. El Legia, créanme, marcó un gol. Guilherme avanzó sin oposición por esa autopista en la que Coentrao era el que cobraba el peaje, pero debía haber salido a echar un piti. La pelota, con el Legia ya rondando el área blanca, le cayó en los pies a Odjidja-Ofoe, que se sacó un zurdazo increíble que se coló por la escuadra derecha de Keylor Navas. 2-1 y el Real Madrid que volvía a fracasar en el intento de dejar su puerta a cero como quien está a régimen y acaba cayendo en la tentación de asaltar la nevera.

En la reanudación siguió acumulando ocasiones como Carlos Fabra acumulaba premios de lotería. Pero el tercero se resistía como Bisbal a Chenoa. La tuvo el Legia en el 52 después de una falta absurda de Coentrao que botó Guilherme y se marchó fuera para respiro de Zidane. Tonteaba el Madrid con el marcador y el partido, por muy superiores que fueran los blancos, aún no estaba cerrado.

Keylor, ‘sing star’

Dicho y hecho. En una contra no demasiado peligrosa el Legia logró el 2-2. Fue en un disparo lejano y cruzado de Radovic que se zampó Keylor Navas. El costarricense se tiró, pero encogió los brazos y la pelota se coló por debajo de sus manos. Insisto: el debate en la portería del Real Madrid sigue abierto. Pues nada: minuto 57 y partido nuevo.

Con más de media hora por delante no parecía probable la sorpresa, pero cosas más raras se han visto en el fútbol. Zidane tiró de revulsivo habitual y metió a Lucas Vázquez por Benzema, que se fue enfurruñado pero en su estilo hierático. En el 67 Cristiano Ronaldo tuvo una falta para hacer el tercero, que desvió Malarz a córner. El Madrid empezaba un acoso a contrarreloj.

En el 75 el Madrid aún no había deshecho el empate. Zidane hizo su segundo cambio y sacó del campo a un Coentrao al borde del ahogo para meter a Marco Asensio. Zidane cerraba con tres atrás en busca de una ampitud de campo que sólo Bale había sido capaz de conseguir en la primera parte. A los blancos les estaban entrando las prisas, que nunca fueron buenas consejeras.

Los ataques madridistas eran en embudo, con más jugadores intentando rematar que compañeros dispuestos a pasarles la pelota. Ya se sabe que cuando hay más rematadores que pasadores al final se ataca peor. Y en el 83, con el Real Madrid en pleno desbarajuste, llegó el tercero del Legia. Lo marcó Moulin después de una jugada en la que los polacos atacaron con comodidad y sin oposición. Ahora sí, se mascaba la tragedia en las filas de Zidane.

Dos minutos después, en plena locura de partido, Kovacic logró el 3-3 para evitar la debacle. Las caras en el banquillo del Real Madrid eran suspiros con ojos. A los de Zidane todavía les quedaban cinco minutos para ganar un duelo esquizofrénico. Keylor era un flan en cada córner y el Legia se había animado a tener también su noche de gloria. En la épica no pudo el Madrid, quizá porque faltaba Ramos, y eso que Lucas Vázquez tuvo un disparo en el 93 que se estrelló contra el travesaño. Pero al final se consumó la pifia de Champions.

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