La vida ha cambiado

Fernando Alonso y McLaren, otro rollo

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Fernando Alonso a bordo del McLaren MCL33

El carrusel de miradas devastadoras, sonrisas forzadas y amargura en las palabras era la constante vital de McLaren en el pasado. Su asociación con Honda languidecía entre promesas que vivían en Narnia, o cualquier universo ficticio creado por los japoneses. Se alimentaban de un pasado glorioso, tiempos pretéritos de gloria que en nada valían en la actualidad. Un espejismo para una Fórmula 1 de fábricas y motores de arquitectura imposible. Los tiempos cambiaron… y Honda no.

El lobo nunca apareció en una villa dominada por MercedesRenault se posicionó en el horizonte como una opción factible… y McLaren, desesperada, no se lo pensó mucho. La asociación llegó a su fin… y la vida empieza a tener otro color para los de Woking. El inicio de los test ha dejado imágenes muy dispares a las de los últimos tres años. Los colores sienas y grisáceos han resucitado en el 4K de Renault: sonrisas.

El primer día de test filmó escenas de que en McLaren existe otro rollo. Extirpado el tumor, la visión es nítida, los oídos se han abierto y el cojo ya anda. Un milagro casi bíblico. Zak Brown de risas constantes con Eric Boullier, paseando por el paddock sin tener que ir a la carrera para esconderse de la prensa. Vandoorne simpático, haciéndose fotos con los fans. De un cuadro de Caravaggio a uno de Sorolla. De la oscuridad a la luz.

Fernando Alonso, siempre acostumbrado a ir a la contra: positivo cuando todo es negativo; y viceversa. El vuelo de puñales y negativismo en la misma sala de prensa hace un año fue repelido con maestría por el asturiano. En el primer día de test, los periodistas sólo preguntaban por algo de esperanza… y Alonso, siempre comedido, sucumbió a los encantos del nuevo tándem papaya: «No veo ningún motivo para no ser competitivos este año». 

El boceto de un campeón que busca agua más allá de la Fórmula 1, pero que no se rinde en volver a saborear el champán a bordo del MCL33.Un animal competitivo que quiere dejar de ser domesticado por normativas impredecibles, promesas vacías y motores rotos. La sensación se alterna, el sino demoledor contra el que ha luchado estas temporadas se agota. Con el talento en cada uno de sus dedos intacto, cargado de moral, y, creyendo, esta vez sí, que Renault vuelva a ser su solución.

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