La ‘fantasmada’ de Marc López que puso en un aprieto a Nadal
El marciano vestido de rojo, extenuado por una jornada maratoniana, se sentó en su aposento de la sala de prensa con un rictus serio, la mirada baja, y dejando reposar su caliente oro sobre la mesa. Se venía un vómito de palabras, primero de agradecimiento, de felicidad contenida, en el que algo no coincidía con la realidad vivida minutos antes: Rafa estaba cabreado.
Salió la rabia del campeón, el enfado que llevaba escondido debajo de ese saco de huesos semi destrozado por las lesiones. El cuerpo, la mirada, los brazos de un ganador que hasta sin manos seguiría corriendo para alcanzar la bola. Los horarios. Ese era el motivo lógico de su cólera. Se quejó, se calmó, respiró y apareció Marc López: «uno de sus mejores amigos».
Conocedor de las necesidades del enfermo, como un colega que sabe cuando te estás calentando, Marc sacó la ‘vaselina’ para relajar el ambiente, fruto de la típica pregunta de enamorados: ¿Cómo os conocisteis? Y comenzó la jarana. Explosión de risa de Marc; cara de circunstancia de Rafa, conocedor de la que se avecinaba: «Es una fantasmada». Se hizo el remolón… pero acabó soltándolo:
«Fue cuando él tenía 14 años…» Interrumpe Rafa: «Bueno creo que no, yo tenía 12». Y Marc, «Vale, yo tenía cuatro años más que él. Fue en el trofeo Godó, en Barcelona. Él ya destacaba y me propusieron que jugáramos un set. Le gané 6-0». Rafa aprovechó el momento: «Lleva toda la vida recordándolo». Y la puntilla de Marc: «Vi que era bueno… pero le gané 6-0».
Sonrieron ambos, sonrío toda la sala de prensa y España entera, con la felicidad de un nuevo oro, ensanchó su sonrisa ante la humanidad de dos tenistas, que dejaron de lado su complejo de ordenadores. Una historia de amor fraternal que comenzó enfrentados en el Godó y que, en su penúltimo capítulo, se abrazan colgados del oro. Quién sabe si el epílogo se encuentra en los próximos Juegos Olímpicos…