Goleada al toque
Goleada al toque. España se hartó de sobar la pelota, pase por aquí, pase por allá, en una victoria cómoda ante una Macedonia que sólo fue a Granada a defenderse. Verezovski en propia puerta abrió el camino del triunfo español y en la segunda parte marcaron Vitolo, Monreal y Aduriz. De Gea hizo un par de grandes intervenciones que evitaron el susto macedonio.
Daba gusto escuchar a Los Cármenes entonar a coro el himno de España, porque Granada, desde los Reyes Católicos, sí que is Spain. Serios estaban sobre el césped los once elegidos de Lopetegui. Chocaba la pareja de centrales, Nacho y Bartra, con sus caritas de no haber roto un plato en su vida. Pero sin Ramos ni Piqué, es lo que hay. De ahí para arriba, sin sorpresas: Busquets, Koke, Thiago, Silva, Vitolo y Morata.
España salió a pasear como si, más que un partido de fútbol, estuviera visitando La Alhambra. A los cuatro minutos pudo adelantar la campanada Macedonia, igual que Marisa Naranjo en Nochevieja, con un cabezazo a bocajarro del capitán Velkovski, que despejó a bocajarro De Gea.
Tras el susto, España empezó a dominar por inercia y con desidia a partes iguales como quien tiende la ropa: sin ganas, sólo por obligación. Thiago gobernaba pero no mucho, Vitolo desbordaba pero no mucho y Morata se enredaba entre una legión de macedonios. A los 19, segundo susto. Otra vez a la salida de un córner España evidenció su endeblez defensiva aérea, Pandev remató casi en el área pequeña y su cabezazo se marchó desviado.
Respondió Morata en un mano a mano que sacó con acierto Dimitrievski. Tampoco Silva fue capaz de aprovechar el rechazo del portero macedonio. España toreaba bien, pero se le atragantaba el estoque. Repitió la misma ocasión Morata en el 24 con idéntico final: despeje de Dimitrievski con los pies tras disparo al muñeco. El gol de La Roja parecía cuestión de tiempo.
Hara-kiri macedonio
Macedonia reculaba tanto que acabó sufriendo el justo castigo a su racanería táctica en forma de autogol. Fue en el 34. Carvajal remontó la línea de fondo y puso un centro a Morata, atado en corto por los dos centrales macedonios. Ambos estaban más pendientes de chocar con el delantero español que de despejar, así que Velkovski acabó cabeceando contra su propia portería y marcando el gol que no supo lograr en la meta contraria.
El partido era como uno de esos telefilmes que emite Antena 3 en la sobremesa de los fines de semana: sencillamente infumable. España dominaba caminando y los muchachos de Macedonia, pese a ir por detrás en el marcador, emulaban a un vigilante de seguridad nocturno: no se movían de su garita, que era el área.
Se acabó el primer tiempo y arrancó el segundo con otra ocasión, la enésima, de Morata, que estuvo un poco lento en el área para rematar y luego pidió penalti del central macedonio. El resultado flirteaba con la incertidumbre y eso, cuando tienes a Bartra en tu equipo, siempre es un riesgo. No parecía que Macedonia pudiera empatar, pero tampoco parecía que Trump fuera a ser presidente de los Estados Unidos.
La pelota era de España y también las ocasiones, pero el segundo tanto no terminaba de caer. Quizá fuera porque La Roja tiene un atávico problema con el gol. Silva y Vitolo jugaban como en el patio de su casa, que es particular, pero todo el mundo quería meter el gol de la Play Station. En el 58 Morata, que se iba entre dolorido y enfurruñado, dejaba su puesto a Aduriz.
Sentencia Vitolo
En el 62 por fin cayó el segundo. La jugada fue bella en el burreo de Thiago, el pase de Busquets y el desmarque de Silva, pero luego tocó un macedonio y la pelota cayó como por ensalmo en la cabeza de Vitolo, que marcó con la colaboración del meta Dimitrievski. España se gustaba y se relajaba y eso, con una defensa más blandita que un saco de gominolas, era un problema. Nacho tenía que arreglar la sucesión de horrores de Bartra, que eran como las faltas de ortografía de un chico de la ESO: groseras.
De Gea hizo una palomita espectacular en el 69 para evitar que Macedonia se volviera a enganchar al partido. Igual que no tiene centrales, lo que sí tiene España es portero. Y de los buenos. Pasaban los minutos y el partido, más que para el tercero de La Roja, estaba para que se le enredara a los nuestros. Menos mal que a Macedonia tampoco le sobraba talento.
En el 83 cayó el tercero. Fue una jugada que arrancó Isco en el pico del área. Descargó en Carvajal, que puso un centro medido al segundo palo donde Monreal marcó a un toque. Y un minuto después cayó el cuarto, que selló Aduriz después de una buena jugada de contragolpe del equipo español. Con el cuarto de la noche concluyó un partido que nunca tuvo historia. España se pegó una macedonia de pases y un atracón de goles.