Amistoso: España - Islandia

España abofetea a Islandia

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España goleó a Islandia en Riazor. (AFP)

España abofeteó a Islandia con una exhibición de fútbol ágil, sencillo y vertical. Moderno. La selección de Luis Enrique venció, convenció y goleó con un equipo que incluía diez cambios sobre el que ganó a Albania en Cornellá. El repetidor Morata hizo doblete, igual que Pablo Sarabia y también marcó Yeremi Pino. Partidazo coral de La Roja con mención especial para Dani Olmo y Carlos Soler.

Era un día para rotar y Luis Enrique lo sabía. Baste decir que sólo Morata repetía de los once que se dieron el fiestón de Cornellá ante la correosa Albania. Diez cambios para no enfadar a ningún club y poder hacer su particular casting de jugadores. Seré breve. Este era el once de España para medirse a Islandia en Riazor: Unai Simón; Azpilicueta, Guillamón, Laporte, Jordi Alba; Koke, Llorente, Soler; Dani Olmo, Yeremi Pino y Morata. Soldados de reemplazo.

España salió mandona y acobardó rápido a Islandia, que se metió en su área cual tortuga en su caparazón. A los dos minutos llegó la primera ocasión en los pies de un centro envenenado de Dani Olmo, que a punto estuvo de acabar en gol en propia puerta. Era el primer aviso. Llegaron muchos después.

A los 10 Koke la echó arriba. Luego fue Marcos Llorente el que la tuvo en un cabezazo defectuoso que recordó al salto de la rana de El Cordobés. La tercera consecutiva fue para una volea con la espinilla con la que Carlos Soler abrochó (mal) una buena combinación entre Koke y Jordi Alba.

En el 25 marcó Morata abrió el marcador pero su tanto fue invalidado por posición antirreglamentaria. Para el delantero español el fuera de juego es como para Pedro Sánchez la mentira: su hábitat natural.

Morata golpea dos veces

En el 37, a la quinta o la sexta, por fin se rompió el cántaro islandés, que parecía del material de las garras de Lobezno. Lo hizo añicos Morata, que recibió un gran pase filtrado por Guillamón y punteado por Carlos Soler. El delantero templó y mandó en el área pequeña, sentó al islandés de turno y batió a Rúnarson por el palo corto. Botaba Riazor.

Apenas transcurrió un decir amén y España se topó con un penalti que cometió Bjarnason sobre Dani Olmo, que había hecho una ruleta a lo Zidane. Morata ejecutó la pena máxima para anotar un doblete en dos minutos. Y con el 2-0 y el público de Riazor entregado a La Roja llegamos al descanso.

Del que regresamos con el 3-0 sin solución de continuidad. Otra vez Carlos Soler filtró un balón, otra vez Jordi Alba atacó el área, levantó la cabeza y la puso en la ídem de Yeremi Pino, tan chiquito como listo, que se adelantó a los centrales islandeses para cabecear a la red.

Con el partido resuelto España se dedicó a acaparar ocasiones de gol y Luis Enrique dio rienda suelta a los cambios: Ferran, Sarabia y Marcos Alonso por Morata, Jordi Alba y Dani Olmo. Muy repartido como el gordo de Navidad. Precisamente uno de los recién salidos a Riazor, Pablo Sarabia, hizo el cuarto en el 60. Otro bajito que marcaba de cabeza. Carlos Soler para Marcos Alonso, centro medido del lateral del Chelsea, 4-0 y Rúnarson de portero.

Festival y manita

A España le había sobrado media hora para triturar a Islandia con un juego alegre, vigoroso y vertical. Mucho más desborde que cocción. Habían sido cuatro goles pero una veintena de llegadas por dentro y, sobre todo, por fuera. Islandia no sabía por dónde le caían las bofetadas. Luis Enrique metió a Gavi por Carlos Soler, el mejor sobre el campo.

En el 72 Marcos Alonso y Pablo Sarabia, amigos y canteranos del Real Madrid, volvieron a conectar para hacer el quinto. El lateral volvió a asomarse al área islandesa, vio la llegada de Sarabia y se la puso para que marcara a placer en el segundo palo.

Se divertía Riazor entre ovaciones y olés. Se gustaba España ante una Islandia disuelta y en retirada. En el 80 Luis Enrique metió a Pedri y el estadio del Deportivo se vino abajo. Le guste o le moleste la gente espera que se reencarne en Iniesta. Y pronto.

España tocó y tocó y volvió a tocar. Dejó pasar el tiempo y no quiso hacer más sangre a la ya desangrada defensa de Islandia. Riazor gozó y La Roja se despidió de este parón de selecciones, el penúltimo antes del extemporáneo Mundial de Qatar, con el regusto de un equipo que, cuando se pone a tocar, le marca una sinfonía a cualquiera.

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